Capítulo 15

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Decidida y sin mirar para atrás mi amiga Ilse y yo agarremos nuestras pertenencias, que muchas no eran y cerrando la puerta de lo que fue nuestro hogar respiremos hondo para poder continuar con nuestra vida.
En ese momento una imagen se cruzó por mi mente cuando tuve que salir huyendo de mi casa para tener que escondernos en un sótano por días.

(...)

Aquella noche mis padres hablaban muy despacio, casi en un susurro, apenas podía entender de qué hablaban, aunque me lo podía imaginar. Toda mi familia había muerto tras estallar una bomba y lo que pudieron sobrevivir ya se encargaron esas personas malas, armadas con metralletas de aniquilarlos.
En esa noche no pude pegar el ojo, mi padre se despidió de mi madre y a mi me dió un beso en la frente dejando caer una pequeña gota en mi cara.
Sentí como el corazón se me encogía de tener que despedirme de mi padre, puesto que nunca más lo volvería a ver.

Al día siguiente los ruidos de los tanques, disparos y gente llorando no cesaba. Uno de los vecinos nos alertó que los terroristas estaban entrando en las casas disparando a toda persona y violando a las mujeres, algunas incluso las raptaban.
El miedo se expandió por nuestro cuerpo  en milésimas de segundo, agarremos cuatro ropas y salimos detrás del vecino anciano donde nos conduciría hasta un lugar un seguro.
Era una  mezquita, allí había más personas y al igual que nosotras esperaban alguna solución.
El imán de la mezquita nos condujo hacia un sótano, junto con más mujeres, como bien nos dijo, debíamos ser fuertes y rezar a Dios para que esa pesadilla acabase algún día.
Tuvieron que pasar siete días para que mi madre y yo volviéramos de nuevo a salir a la calle, poder ver el sol, el aire entraba despacio por la rejilla del burka y mis lágrimas aunque no se veían pero estaban ahí podía sentir como resbalaban por mi rostro dejando que el miedo saliese en forma de temblor a la superficie de cada poro de mi piel.
Abracé a mi madre y en silencio fuimos de nuevo hacia mi hogar que se encontraba medio destrozado.

(...)

—Samira, ¿Te encuentras bien?

—Sí Ilsi, estaba pensando nuevamente en mi pasado. En ese pasado que quisiera olvidar pero me es imposible.

—Amiga, el pasado aunque sea muy doloroso forma parte de nuestras vidas ahora debemos vivir el presente para obtener un futuro.

—Llevas razón. Mi presente es rehacer mi vida y mi futuro es este hijo que llevo en mi vientre. Por él debo ser fuerte, y voy a luchar para que no le falte de nada. Julien siempre será su padre pero mi hijo es mío.

—¿Y si alguna vez se entera de todo, Samira? ¿Qué piensas hacer?

—De momento irnos lejos y empezar una nueva vida, o al menos intentarlo. Después todo se verá, puesto que ya estamos divorciados no creo que salga detrás de mí suplicándome que lo perdone.

—Llevas razón amiga. Ahora más que nunca necesitamos ser muy fuertes para salir adelante. Nada es imposible si uno se lo propone.

Dos horas más tarde, Ilse y yo nos encontramos sentadas en el bus que nos llevaría a otra ciudad lejos de todo lo malo que me ha sucedido durante estos meses.

Al llegar a nuestro destino, bajemos del bus en busca de una pensión donde poder dormir y refrescarnos, puesto que el viaje había sido largo.

Entrada la noche, Ilse y yo bajemos para cenar y preguntar por algún puesto de trabajo.
Uno de los camareros que nos sirvió la cena nos comentó donde podíamos ir a preguntar para que nos ayudasen a encontrar un puesto de trabajo. Agradeciéndole al camarero su información terminemos de cenar para a continuación irnos a nuestra habitación y poder descansar.

Como bien se suponía, las cosas al principio cuestan mucho y más cuando no conoces a nadie.
Pasaron varias semanas hasta que por fin Ilse pudo encontrar empleo en una peluquería. Yo aún seguía buscando en cafeterías, bares, restaurantes incluso en casas. Tenía entrevistas, pero siempre me decían lo mismo: "La tendremos en cuenta para llamarla si la necesitamos."

Los días iban pasando tan rápido como crecía mi tripa, estaba tan feliz de tener a mi bebé que todo mal se me olvidaba. Pero en la oscuridad de la noche, volvía de nuevo a pensar en Julien.
Me gustase o no, él era el padre de mi hijo pero por otro lado su manera de ir por la vida no sería un buen ejemplo para la educación de mi hijo. Aunque pensándolo bien, ocultarle quien es su padre tampoco está bien.

Tras meditarlo, probé a llamar a Julien pero tras dos intentos no me respondió. ¿Qué esperaba? Seguramente ande en la cama con mujeres y emborrachándose. Suspiro lentamente mirando mi dedo anular vacío, hasta hace poco llevaba ese anillo que me regaló, pero ya no lo llevo puesto porque tuve que empeñarlo para poder empezar a comprar cositas a mi bebé.

Al día siguiente recibí una llamada sobre un trabajo en una casa. Sólo sería media jornada pero con eso ya me bastaba para poder ir saliendo adelante y poder ayudar a Ilse con los gastos de la casa.

Como era de esperar la casa era de un cirujano plástico viudo. Vivía con su madre y una niña la que supongo sería su hija.
La entrevista me la hizo Hilda, una mujer de mediana edad que llevaba años trabajando en la casa. Al parecer necesitaban otra persona en la cocina porque durante un tiempo tendrían visitas.

Hilda me cayó fenomenal, ella me explicaba todo lo referente a mi trabajo y tras finalizar, me puse mi delantal y comencé a preparar la comida.

Al atardecer después de terminar mi jornada, me despedí de Hilda y me marché sonriendo por tener al menos un trabajo. De pronto siento mi móvil.
Julien, veo en la pantalla de del móvil.

—Hola Julien qué tal.

—Yo muy bien, gracias por tú interés.

—Julien deja los sarcasmos, ya no estamos casados. Todo acabó.

—¿Entonces para que me molestas, acaso no te ha bastado con todo  el dinero que tienes a costa de nuestro divorcio?

—¿De qué hablas Julien? Yo no tengo nada, firmé los papeles del divorcio y me dijo tu abogado que no tenía derecho a nada.

—Vale, que sí, Samira. Ya nos conocemos para saber hasta dónde llega tu ambición. Sólo te digo que si te quieres dirigir a mí hazlo mediante mi abogado.

—Julien deja de decir tonterías y escúchame, necesito hablar contigo, es muy importante. Pero debe ser cara a cara.

—Ya te lo he dicho Samira, no tengo nada qué hablar contigo. Chao.

Asombrada miré el móvil preguntándome qué le pasa a Julien.
Por supuesto él no quiere escucharme, pero debe saber que estoy esperando un hijo suyo.
El problema es si va creerme o no, debo de hacer lo correcto pero soy consciente de lo peligroso que sería si la bruja llegase a descubrir todo y me quitara a mi hijo.
No, por supuesto que no voy a permitirle que me haga más daño, por el momento y viendo la madurez que tiene Julien prefiero guardar silencio y seguir adelante con mi vida cómo lo estoy haciendo.

Debo Ser FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora