🍁» Alas Rotas

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TE HAS ESTADO AHOGANDO EN RECUERDOS

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TE HAS ESTADO AHOGANDO EN RECUERDOS...

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El palpitante y desgarrador dolor contra su pecho fue inmediato.

No fue un corte limpio.

La herida era irregular y grotesca, de un color carmesí muy notable sobre el vestido blanco de aquella joven y de esta sobresalía una vieja y retorcida daga oxidada que goteaba riachuelos de sangre fresca.

El salón entero era un desastre, y ella, en su agonía, sólo pudo alcanzar a ver a su verdugo: una princesa traicionada, vestida de azul luna y con hogueras llameantes en lugar de ojos.

Nunca sabrá cuáles fueron las últimas palabras que borbotearon de su boca, pues todas se ahogaron bajo la dulce sangre que se desbordó de sus pálidos labios...

Serena Sky abrió sus ojos muy lentamente desde el frío suelo mientras la fina película de hielo escarchado sobre su piel se resquebrajaba con cada sutil movimiento.

Podía sentir el frío gélido asentarse dolorosamente sobre su corazón.

¿Qué había sucedido?, se preguntó a sí misma, con mil ideas difusas formándose en su cabeza, cada una más retorcida y tétrica que la anterior, mientras se levantaba lentamente, sintiéndose más liviana de lo usual, y con sus ojos cristalinos, navegaba frenéticamente a su alrededor, comenzando también a preguntarse ¿dónde demonios estaba?, pues todo lo que estaba viendo a su alrededor eran trazos desdibujados de nada.

Nada más que neblina blanca y silenciosa, y sombras borrosas que parecían moverse detrás de una cortina en la lejanía.

Y sin embargo, el dulce y nauseabundo edor a sangre fresca era palpable en el aire.

Podía sentir el cobre en su boca.

Serena se puso de pie y dió una vuelta, y luego otra, y otra más, buscando desesperadamente una pequeña señal que le indicara que no estaba dentro de un sueño porque...

Porqué el mundo entero parecía haberse teñido de un inquietante blanco fantasmal.

Pero no había ninguna señal, y asustada, intento hablar.

Intento gritar.

Llorar.

Pero sus palabras, por más que intentara pronunciarlas, parecían ahogarse en el fondo de su garganta, inalcanzables y lejanas.

¿Qué estaba pasando?

¿Dónde estaba?

Ella sintió un nudo en el estómago, sintió miedo, náuseas, y la incertidumbre de verse pérdida en un lugar que parecía ser los primeros esbozos de un dibujo que nadie planeaba terminar. Pero entonces, mientras creía que la cordura la había abandonado, observó como la nada parecía adquirir profundidad, pintando líneas ascendentes de color gris, que se perdían en la burla imitación de un cielo borroso, y la lejanía se llenaba de sombras.

Parecía estar rodeándose de árboles.

Y por un instante, creyó que tal vez se había desmayado en el bosque.

Pero ella nunca tuvo ningún motivo para ir al bosque, y pocas veces había abandonado el castillo. ¿Qué habría cambiado? Se preguntó, mientras intentaba inútilmente recordar algo.

«Estás atrapada en tu propia memoria, Serena; tratando de recordar algo que no viviste nunca, y que ya nunca vivirás».

El miedo volvió a invadirla. Tenía un mal presentimiento de todo aquello.

Y fue entonces cuando el eco de un sonido la alcanzó. Un débil sollozo en medio de aquel mar de silencio.

Parecía provenir de cada rincón de aquel bosque de brumas y sombras, lejano y a la vez tan cerca, y con un poco de esperanza, Serena comenzó a buscar el origen de aquel lamento, mientras se adentraba en aquel frío bosque gris, dando pasos que parecían no llevarla a ninguna parte, pues con cada paso, se alzaba un nuevo trazo.

Ella tardó miles de siglos, o quizás solo unos pocos minutos, en encontrar finalmente algo más que sombras en aquel bosque: los restos del marco de una puerta abandonada que no llevaba a ningún lugar.

Estaba ennegrecida y astillada por todos lados, y tan inclinada de un lado que parecía que pronto tocaría el suelo. El lugar era una ruina tiznada de cenizas; los últimos fragmentos de un lugar que ya no existía, y que sin embargo, eran el punto de origen de aquel desgarrador sollozo que rompía el implacable silencio del bosque.

Serena aspiró profundamente, y cruzó de puntillas entre los restos de madera podrida, agachándose para pasar por debajo del marco de la puerta y...

Y de pronto ya no estaba en el bosque, si no en uno de los pasillos del castillo.

Miró frenéticamente a ambos lados, confundida por lo que veía, y al dar la vuelta para reencontrarse con las ruinas del bosque, su mirada oliva se topó con una niña pequeña de largos cabellos rojos, quién lloraba casi en silencio, reprimiendo cada una de sus gruesas lágrimas, con la mirada perdida en algo más allá de aquella puerta, mientras se abrazaba a sí misma como único consuelo en su profundo dolor y murmuraba una promesa de venganza al infinito vacío.

«Una promesa que se repetiría a si misma cada noche durante mucho tiempo en los años venideros, hasta lograr cumplirla».

Ella estaba rota y vestida en lágrimas. Una muñeca de papel que ha descubierto lo corrosivo que puede ser el fuego.

Serena retrocedió de golpe, llevando sus manos hasta su boca para ahogar un grito que no podría proferir, cuándo su verde mirada encontró el motivo del cruel llanto de la pequeña, e intentó llorar mientras sentía como en su pecho se abría una herida sangrante y letal, que crecía más y más con cada segundo, hasta hundir su cuerpo entero en un anestésico dolor que limitó con el fantasma de una lágrima que rodó sobre su fría mejilla al ver a la pequeña niña prometer venganza sobre el cuerpo inerte y destrozado de... sí misma.

Porque todo era niebla y bruma a su alrededor.

Porque su corazón ya no latía. Podía verlo perfectamente cortado a la mitad.

Porque todo era silencio, vacío y confusión.

Y porque ella, Serena Sky, estaba muerta -mutilada en el frío suelo- y ya nunca volvería a respirar.

Las Crónicas De Evercon - Original StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora