VII

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 Un suceso inesperado

NATHANIEL

Laila, ese nombre me gusta más que el primero. Desde que éramos pequeños siempre me sentí atraído por ella, es más hubo una vez en donde le iba a contar mis sentimientos, pero esa vez, ella se puso furiosa conmigo a tal punto que no me quería escuchar. Ella en la mayoría del tiempo estaba conmigo y con otro niño, como ella ese día no me quería escuchar decidí contarle a nuestro amigo para que él se lo contara a ella, ya que laila no estaba furiosa con él, al parecer el chico nunca le contó nada, porque las cosas con ella siguieron siendo exactamente igual.

No sé cómo he podido soportar todo este tiempo con un sentimiento tan grande como este, tampoco sé cómo describirlo en realidad, cada uno le da la definición al amor como le parece, como le conviene, pero para mí es algo grande, todo este tiempo he estado tan perdido, confundido queriendo saber qué era lo que en realidad yo sentía por ella, pero ya no puedo soportarlo más, tengo que decírselo de una buena vez, porque una vez que lo haga con palabras siento voy a estallar, así que será mejor que me prepare, antes de que estalle todo este sentimiento que llevo adentro, además de eso no creo poder decírselo en la cara, desde ese día en donde le quise decir por primera vez mi sentimiento, siento que soy incapaz de decírselo, me aterra, es por eso que decidí hacerlo de la mejor manera, escribiendo.

En las últimas semanas he decidido escribirle una carta con todo lo que siento, así poder expresar todo lo que este corazón siente hacia ella, no creo poder hacerlo con palabras, sé que soy tan cobarde que lo último que terminaría haciendo sería tartamudear como un tonto, además una de las mejores formas que encuentro para expresarme es escribiendo.

Recuerdo cuando estábamos pequeños, ella nunca tuvo amigas mujeres, por lo tanto decidí no dejarla sola, estar siempre con ella. Ahora que la miro me doy cuenta que a pesar de todo el dolor que tiene dentro, ella puede tener un toque de alegría. Yo le puedo brindar el amor que se merece, si ella me corresponde, puedo llenarla del amor que al parecer nadie se encargó de dar.

Estar en el centro comercial me hizo dar cuenta de algo, no todas las parejas que andan de la mano son perfectas, algunas se aman y otras solo están con el otro solo por apariencia. En este momento me encuentro mirando a un chico que está declarando sus sentimientos por una chica a la que supongo que fue su amiga.

— ¡Nathan! — Me llama Laila, quien se encuentra visualizando un vestido en una vitrina de ropa juvenil — ¡ven!... Oye qué tal está este vestido— Me dice cuando ya estoy al lado suyo

— ¿Por qué quieres mi opinión? ¿Piensas que tengo buen gusto? — Ella ríe suavemente

—Tonto eres un hombre, por lo tanto debes tener buen gusto, además a mí me gusta cómo te vistes

—Bueno, para ser sincero ese vestido te debe quedar bien, vamos a probarlo

— ¿A qué te refieres, te lo vas a poner? — Me encantan las expresiones que toma su cara, las veces que digo ese tipo de cosas, pero esta vez interpretó mal las cosas.

—No.... Vamos, vamos. No hay tiempo para discutir— digo tomándola de la mano, lo cual hace que mi corazón brinque de emoción. La halo hasta llegar al vestido, una señora de mediana edad se nos acerca.

—En que les puedo ayudar.

—Queremos saber cuánto cuesta ese vestido —Habla Laila.

—Bueno ese vestido está en 80.

—Ash, bueno gracias. —Dice María girándose para irse. La tomó del brazo haciendo que gire y tomó una talla que supongo es la suya. —Vamos yo te ayudo con lo que te falta de dinero. — La guío hasta donde están los vestidores. Esto lo sé porque ya había venido aquí.

—Nathan pero es mucho, no te va alcanzar para tu ropa.

—Yo tengo bastante ropa, no te preocupes además si me alcanza para algo. —Ella asiente y entra al segundo vestidor, espero alrededor de cinco minutos pero no sale así que decido acercarme a preguntar qué ha pasado.

—María ¿estás bien? ¿Cómo te quedó? —Apartó la cortina e ingreso al vestidor, dirijo mi mirada hacia ella y puedo ver como el vestido se adhiere a su cintura, haciéndola formar una figura hermosa, sin contar que el color rojo le queda espectacular. Me quedo atónito mirándola por unos minutos o segundos, en realidad no sé qué tanto tiempo transcurre, hasta que ella me vuelve a la realidad.

— ¿Se me ve mal verdad?

—Cielos no, cómo puedes decir eso, si estás espectacular— Trago con pesadez, sintiendo como mi amigo empieza a crecer en mis pantalones, mis ganas por besarla incrementan al mirar esos labios carnosos y seguramente suaves. En este momento mis pies se dirigen hacia ella, tomo sus caderas para acercarla a mí, la miro a los ojos y me empiezo acercar lentamente a ella pero un sonido me hace parar, ambos miramos hacia lo que provocó aquel sonido, que se generó detrás de la cortina.

— Al parecer todos los vestidores están ocupados, déjeme mirar si hay alguno desocupado —Dice una señora, que supongo es aquella que nos indicó el costo del vestido.

— ¿Qué hacemos?—Dirijo mi mirada hacia, una asustada María— Se supone que estos son los vestidores de chicas— Me susurra para que nadie más la escuche. —Si salgo la chica que está afuera entrará y te verá. Me quedo pensando en una posible solución, pero el gran problema es que no hay tiempo, ya que la señora está preguntando en los vestidores contiguos que al parecer se encuentran ocupados —Tienes que pedirle a la señora que te traiga otra talla del vestido, y cuando vaya yo saldré— le digo ya que la señora al parecer ya se encuentra delante de nosotros — ¿Hay alguien aquí?— Pregunta la vendedora en frente de nosotros, María me mira y traga con dificultad, yo asiento indicando que se excuse como yo le dije.

— ¡Si! — Dice María elevando la voz — Señora... será que me puede traer una talla más grande, al parecer esta no me quedo bien, tengo la más pequeña.

— ¿Qué vestido es? —Pregunta la señora — María me aparta de la entrada y se dirige hacia la cortina, para después sacar la cabeza y darle las indicaciones a la señora.

—Señorita no puede tener a su novio en el vestidor — Escucho que dice la señora mientras que Laila niega.

—Le alcanzo a verlos zapatos — Le riñe la señora.

— ¿Qué?... Pero si no hay nadie más— Se forma un silencio momentáneo, supongo que la señora le está haciendo una cara de frustración a Laila. De repente alguien alza la cortina dejándome ver a la vendedora que nos dio el precio del vestido, frunciendo el ceño y moviendo su pie derecho con intranquilidad

Salimos de los vestidores totalmente apenados. Laila aun sin quitarse el vestido y con su ropa colgando de su brazo. Fuimos a la caja registradora a pagar el vestido, le pase una parte del dinero a la cajera, la cual al verme empezó hablarme con coqueteo el cual ignoré. Laila se ponía los zapatos, ya que no se los había puesto en el vestidor. Salimos de la tienda y nos dispusimos a caminar a la tienda de enfrente. Riéndonos de la cara de la vendedora al verme en el vestidor, y sonrojándose por completo.

— Yo creo que le gustaste — Me dice Laila, tomándose el abdomen, mientras sigue riendo.

— Ya, ya. Yo creo que le gusto a todo el mundo — Entramos a mi tienda preferida y me dirijo a mi sección de preferencia. Esperando que Laila me siga, pero en vez de eso, la encuentro hablando con un chico, el cual parece estar coqueteando. Ella me hace una seña para que la espere, volteo los ojos y sigo caminando, mientras siento que la ira me consume. Escojo rápidamente una prenda, sin siquiera mirar los detalles, la compró sin siquiera probarla, la canceló y llamó a María la cual no ha dejado de hablar con aquel tipo. Salgo adelante sin importar si me está siguiendo, me siento tan impotente...

- ¡Nathan! - Me llaman desde atrás, reconozco la voz inmediatamente y sigo caminando a paso rápido.

#TA2021 No creeré en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora