V

2 2 0
                                    

Sueños

Corro para acercarme a Nathan que ahora está parado esperándome cuatro casas más adelante, cuando ya estoy a su lado él me abraza y me da un beso en la mejilla, provocando se me erice la piel en todo mi cuerpo, este acto me dejó totalmente sorprendida, sin agregar que también me deja con un montón de mariposas en el estómago.

— Oh, hola Ma... María —Dice él con nervios, de repente pienso "Aquí hay algo sospechoso" por lo general él casi nunca se muestra nervioso, nunca me había saludado de esa forma.

—Hola, oye ¿estás bien?

—Si... ¿p... por qué?

— Pues es que, es la primera vez que me saludas de esa manera

— Ahh sí— lleva su mano a la nuca, mientras que agacha un poco su cabeza — Es que... amanecí feliz, a pesar de que no me llamaste anoche.

— Lo olvidé... puedo saber ¿por qué estás tan contento? ya quisiera estar así.

—Bueno, es que y... yo, soñé con la chica que me gusta.

—Ahh

— Y tú estabas allí...

No pude decir nada, en realidad no sabía qué decir, tal vez él se estaba refiriendo a mí, pero si fuese así realmente me había sorprendido, mi cara se mostró tan sorprendida, Nathan lo nota, empieza a caminar y le sigo.

—No te sorprendas, siempre que amanezco feliz es gracias a ti en mis sueños

—Bueno, pues.... Me sorprendes, desde cuándo eres tan cursi.

Él solo se sonrojo, ¡se sonrojo! Nunca lo había visto tan sonrojado como lo está en estos momentos.

—Oye, cambiando de tema, no me parece justo que no me hubieras llamado ayer, no pude disfrutar de la fiesta, por la preocupación... Te llamé y no me contestaste, hasta pase por tu casa después de la fiesta y el único que salió fue tu padre, hablándome de mala manera diciendo que ya estabas durmiendo y que tú me contarías lo que había pasado. María ¿quieres contarme qué pasó anoche?

—Lo siento... No te llame porque me robaron el celular, y ayer tuve una pelea muy fuerte con mi mamá, ya sabes cómo es siempre con su malgenio y pues esta vez no lo soporté y le grité.

—María no sé porque tratas así a tu mamá, yo quisiera por lo menos tener a la mía para hablar, pero se la pasa siempre tan ocupada en sus asuntos, a mí ni me presta atención. —Dice mirándome a la cara.

—Empiezo a patear una piedra mientras camino, sintiendo como mis ojos se llenan de agua — Y ni hablar de mi padre, que solo lo veo en la noche — Continúa hablando Nathan. Me quedo callada, pensando en cómo mejorar la relación que llevo con mi madre, pero es que a veces lo veo tan lejano, tan imposible.

—María, sabes que si quieres desahogarte siempre voy a estar para ti, así que no tengas miedo... no te lo guardes para ti sola, si necesitas llorar hazlo... Oye — Él se detiene y toma de mi brazo para que me detenga con él, inmediatamente agacho mi cara de nuevo, pero él pone su mano en mi mejilla, para levantar mi cara — Eres mi amiga y no quiero verte triste ¿sí?

Después de mirarme con sus profundos ojos verdes me abraza haciéndome sentir completa, haciéndome sentir la paz que nunca he sentido, esto me hace pensar que la única persona a la cual le importo es a él, nadie se había preocupado tanto por mí. Empiezo a sollozar y a derramar lágrimas en su chaqueta, pero él no dice nada simplemente empieza acariciar mi cabello, haciendo que me calme. No sé cuánto tiempo duramos así, lo único que sé es que mi mundo se detuvo y no logro imaginarme un mundo sin él a mi lado, siento que él siempre ha estado para mí, en cambio yo no puedo estar con él siempre que me necesita, me siento tan mal.

Nathan interrumpe mis pensamientos diciendo:

—Ya mi pequeña— Toma mi cara y limpia el rastro de lágrimas que están a punto de salir de mis ojos— Me prometes que vas a estar bien —Asiento con mi cabeza— Bueno pues... Entonces te dejo disfrutar de las clases ¿bien?— Alzo mi cabeza y me doy cuenta que ya estábamos enfrente de mi colegio

—Ve pequeña, que se te hará tarde y a mí también

— Ves ese es el castigo por no estudiar en mi colegio, el mío es más grande y tiene todos los cursos... Vas a ver que te vas a tener que cambiar al mío. — Se va gritando:

— Te recojo a la misma hora en tu casa para el entrenamiento. — Niego con la cabeza mientras miro como sale corriendo para que no se le haga tarde, aunque su colegio está al lado del mío tiene que dar la vuelta a la cuadra para poder entrar al suyo.

Entró al colegio y empiezo a buscar con la mirada a Lisa, pero no la encuentro, supongo que hoy no llegará, pues ella siempre llega temprano, con miedo a entrar al salón me dispongo hacer lo de todos los días, intentar hacerme invisible para que no me torturen.

El día transcurre sin ninguna anormalidad, omitiendo la parte donde mis simpáticos compañeros me hacen caer del puesto, seguido por una ola de risas.

Después de ocho horas de clase y tortura, salgo del colegio y al pasar por la puerta de salida me encuentro con mi madre quien me está esperando en su auto. Respiro profundamente y me despido de mis compañeras las cuales no se encuentran en mis clases, estas vienen al lado hablando sobre cosas irrelevantes.

Entro al auto y le digo hola en voz baja, pero ella parece escucharlo y corresponde mi saludo, me pongo mis audífonos en todo el camino, por lo que no se si ella estuvo hablando porque no presté atención más que a la música y a vista que me daba la ventana. Al llegar a mi casa me bajo del auto antes que mi madre, hoy no quería escuchar las reclamaciones de todos los días, pero al parecer mi intento por escapar falla ya que ella me tomó del brazo, haciéndome esperarla.

—Laila... Siento como te trate ayer

—Está bien, no es como si no estuviera acostumbrada

—Te voy a recomendar que no vuelvas a mencionar a tu hermano, ya tenemos suficiente con el dolor que nos toca soportar o por lo menos a mí, como para que me recuerdes uno de los dolores que más me lastiman...

No digo nada, solo empiezo a caminar sin siquiera dejarla terminar de hablar, voy directo a la entrada y sacó las llaves de mi bolso para abrir, al hacerlo entro a la casa corriendo para poderme encerrar en mi cuarto.

Ya que me he recostado en la cama, empiezo a tener recuerdos con mi hermano...

#TA2021 No creeré en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora