IX

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Un acontecimiento inopinado

Me encuentro percibiendo el agradable olor de Nathan quien se ha quedado pasmado. Lo apartó de mí para ir a buscar una linterna que tengo en mi mesa de noche.

—¡¡Mamá!! — la llamo para saber si tienen luz

—¡¡Laila!! ¡¿Tienes luz allá?! —Pregunta mi madre.

—Si tengo una linterna— Me quedo pensando qué hacer mientras me siento en la cama.

— ¿No deberías alistar la ropa que llevarás al viaje? — Dice Nathan sentándose a mi lado.

—Ugh cierto, ¿sostienes la linterna mientras busco en el armario?

Al terminar de alistar la ropa con la ayuda de Nathan, me recuesto en la cama mientras miro como él hace figuras de sombras en la pared.

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Siento que algo me talla en la espalda, la incomodidad me hace abrir los ojos, pero los cierro de inmediato ya que la luz me atrofia la vista, maldigo mentalmente por no haber cerrado las ventanas, abro de nuevo los ojos y me doy cuenta que no son las ventanas de las que sale la luz, las bombillas de mi habitación se encuentran encendidas. Suelto un pequeño insulto por no acomodarme bien anoche, doy media vuelta en la cama para que no me siga tallando lo que sea que tengo debajo. Abro un poco los ojos y me encuentro con algo que no esperaba ver. Parpadeo varias veces y me pregunto si estoy soñando.

—No, estoy aquí—Contestó Nathan, que se encontraba acostado a mi lado. Acomoda sus codos en la cama para acunar con sus manos su rostro.

— ¿Por qué respondiste?

—Porque tú preguntaste.

Me pego una palmada en la frente mentalmente por ser tan patética

— ¿Qué pasó? ¿Por qué estoy así? —Me miró para indicarle el porqué de mi pregunta

— Aunque no lo creas—Responde él — Tu padre te vino a adecuar—Río con una risa sarcástica indicando que no le creo nada. El voltea los ojos y me dice:

— Sí, bien fui yo. Suelto una carcajada, porque me hace gracia su poca factibilidad para mentir. —Después de alistar la maleta te recostaste en la cama a escuchar música y a observarme jugar con la linterna, te dormiste, y quise acomodarte un poco— Continúa hablando.

—Y... ¿Tú dormiste conmigo? —Él Ríe y niega con la cabeza

—No. A mi mamá le gusta hacer deporte por las mañanas, así que ella me levantó y organizó la cama, para no dejarme acostar de nuevo. Ví que sobraba un pedacito de cama aquí y supuse que no te molestaría.

— Mmm... ¿Qué hora es?— Pregunto cerrando los ojos. Pero no los mantengo mucho cerrados porque siento que me están mirando. Él se demora un poco en contestar ya que está mirando la hora en el reloj que tiene en su muñeca.

—Son las dos de la mañana.

— ¿Las dos? —Me reincorporo.

— ¿Tu mamá se levanta a esta hora hacer ejercicio?

—Lo hizo porque nos vamos a las tres.

—¡¡Ay!! No— Me quejo y me recuesto de nuevo cerrando los ojos

De pronto nos quedamos en silencio y siento que el sueño me arropa de nuevo. Concibo que me están subiendo la cobija para posteriormente decirme:

—Si no te molesta voy a tomar una hoja de tu escritorio

—Ajá— Contestó con pereza.

Me quedo dormida irremediablemente. Me despiertan cuando siento que me quitan la cobija y se me acomodan al lado. Me dan un beso en la cabeza y me susurran:

—Te han dicho que cuando duermes te ves hermosa— Abro los ojos, reconociendo esa voz tan armoniosa, pero veo que el autor de esa bella frase se cubre la cara cuando termina de decirla. Le quitó la cobija mientras me río y me le lanzo encima y le empiezo hacer cosquillas.

Escuchamos voces acercándose así que paro de hacerle cosquillas. Nathan trata de levantarse pero termina enredándose en las cobijas y se cae, suelto una pequeña risa, segundos después la puerta se abre dejándome ver a mi madre y a la señora Lía, que lo miran con el ceño fruncido.

—Sí, me daño la pantalla del celular, me tocará ir a arreglarlo—Continúa hablando Lía— Espero que tengas el dinero para ir a arreglarlo— le dice a Nathan.

—Sí, sí, sí pero no puedes irlo a arreglar ahora, lo arreglas allá. Nos tenemos que ir ahorita. Así que párense par de flojos, vayan a bañarse.

Entró en el baño de mi habitación con mi ropa de cambio y mi toalla, me doy una ducha rápida para evitar el regaño de mi mamá. Al salir me encuentro con Lía quien está mirando qué ponerse.

—¿Qué crees que me pueda poner? — Me dice al verme detrás de ella.

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Cuando ya todos están listos partimos en el carro de mi mamá.

—Mamá, ¿hacia dónde vamos?

—Ya verán— Nos dice Lía, desde el asiento del copiloto.

Aún está oscuro, se pueden ver como las estrellas iluminan el cielo. Me recuesto en la ventana del auto, me pongo los audífonos para disfrutar del viaje, pensando y viendo el paisaje que me ofrece la ventana. Nathan se arrincona más hacia mí y me quita el audífono que está hacia su lado. Esta mañana nos tocó a todos salir con unos abrigos ya que en las mañanas de este país hace un frío feroz, a tal punto que a mi mamá se dio al trabajo de hacer café y empacarlo en un termo, del cual nos está haciendo entrega junto con unos pocillos para que tomemos. Vuelvo a mi posición anterior, la música me hace navegar por un montón de pensamientos entre esos.

¿El amor es aquello que pienso que siento cada vez que Nathan se acerca y hace que mi mundo pierda el control? ¿Qué significa en realidad el amor? ¿Va más allá de ser querido? ¿Por qué la gente hace y deshace con él? He visto como mi familia dice tener amor. Pero para mí eso no es, no quiero vivir o tener una pareja en donde solo quiera tener intereses sexuales, donde su "amor" sea algo superficial.

Después de cuatro horas, a mi madre se le acaba la gasolina por lo que tiene que ir por combustible. Aprovechando para comprar algunas cosas y de paso ir al baño. Dejo el celular en el lavamanos mientras las lavo, el teléfono suena sorpresivamente, así que secó mis manos rápidamente en mis pantalones para no mojarlo, lo tomo sin ver quién es.

NATHANIEL

Esta mañana mi madre no me quiso dejar dormir bien, por lo que no tuve más opción que acostarme al lado de Laila. Aproveche cada segundo para apreciar cada detalle de su cara, cada rasgo característico de ella; esos ojos marrones grandes que son como un pozo profundo los cuales me hacen caer a un abismo sin fondo, que aunque no los tenga abiertos, no puedo llegar a imaginar una realidad sin ellos. Unos labios que son rosados y moldeados exactamente para mí, una piel suave, de un color promedio el cual me encanta. Aun no puedo creer que para ella ser tan pequeña tenga tan invadido mi corazón.

Después de que me pregunto la hora, se volvió a dormir, aproveche para poder inspirarme en aquellas horas, para hacer una carta la cual hable de todo lo que siento por ella. En estos momentos me encuentro en el baño del auto servicio mirándome al espejo y dándome auto confianza para darle la carta y esperar un sí o un no como respuesta.

Guardo la carta en mi abrigo y me dispongo a caminar hacia el baño de damas para esperarla en la salida. Se acercó a la puerta y escucho a alguien hablando, me asomo sutilmente y veo que es Laila quien está hablando.

—No, no puedo seguir con esto Lisa... ¿Qué le tengo que decir la verdad? No yo no puedo... ¿Algo como... si, yo no puedo estar con Nathan, ni con nadie... Si... Mira el problema es que a mí no me enseñaron a querer... No, no creo que pueda hacerlo con él... No quiero lastimar a nadie...

No sigo escuchando porque la rabia e impotencia me ganan, siento que se me van a salir las lágrimas pero las retengo con todas las fuerzas que aún me quedan, ingreso al auto, saco el celular de mi bolsillo del pantalón junto con los audífonos, agradezco al cielo el haberlos traído de no haber sido así no la habría podido ignorar en todo lo que resta de camino.

#TA2021 No creeré en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora