Parte 1.

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Lizza siempre tuvo un propósito, ser la mejor, en todo. Algo que se impuso en su cerebro para muchas veces alentarla, y otras, igual de muchas, hacer que sus caídas fueran graves.
Erick siempre tuvo un propósito, tener ese aura de despreocupación y aún así ganar. Eso lo mantenía tranquilo, y ocultaba al resto del mundo, sus ansias de poder.
Lizza en ese camino al éxito imaginario se encontró con Erick, dos pasos más adelante siempre de ella. Erick a pesar de no estar atosigado por el duro trabajo de ambos, tenía respuestas para todo, respuestas que a Lizza tanto la molestaban como la fascinaban.
Lizza quería contacto con Erick, pero nunca se le dio bien eso de las relaciones interpersonales, así que se mantuvo distantemente presente, Erick, no paraba de fijarse en ella, cada segundo, le atraía su inteligencia y su porte sostificado.
Pasaron meses antes de que Erick tuviera el valor de hablarle, en una de esas casualidades remotas, tuvieron que trabajar juntos, y ahí, aprovechó para indagar en el mundo aparentemente perfecto y elaborado de Lizza.
Lizza, nerviosa, imagino que Erick nunca podría fijarse en ella, y así durmió más tranquila en la noche.
Erick, nervioso, imaginando que mañana la veía, con esos rizos castaños que bailaban en sus hombros, así durmió más tranquilo en la noche.

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