Podcast.

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Sonríe, te ves igual de guapa que cuando frunces el ceño con una preocupación constante que te inventas tú. Baila, con esas canciones de Halsey que tanto amas, y que yo nunca me he puesto a escuchar, ¿Para qué? Ya la amas tú por las dos. Da tus pequeños grititos al mandar notas de voz interminables, que te hacen más tú, y me hacen a mí, más paciente. Reprocha, reprocha con las mismas fuerzas con las que despiertas cada día, aunque sea para llorar, reprocha, porque eso si que se te da bien. No creo que sepas lo bien que te sienta ese cerebro con tu cabello rojo y labios de infarto, no creo que lo sepas, pero acá estoy para repetirlo. Me pareces ridícula, patética y hasta un poco egoísta, pero también encantadora, y creo que es suficiente para dejar atrás a todos los supuestos defectos. Te pasas el tiempo tan preocupa por ti que a veces eres capaz de imaginar que otros tienen problemas, no hemos hablado al respecto, y no quiero hacerlo, disfruto cediendo ese protagonismo dramático que Shakespeare te ha inventado, estoy segura que estaría orgulloso. Diosa romana, fuerte y débil, que ganas de que te quieras un poquito, pero mientras, empezaré a quererte yo.

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