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Un mes después:

– ¡Espere! - chillo el menor, golpeando levemente el asiento del conductor, haciendo que este frenará rápidamente.

– ¿Que pasá? - Jimin observó como su amigo buscaba con la mirada algo fuera del auto, por lo que el también intento buscar lo que sea que llamara la atención del omega.

Sanha, que estaba con ellos en el auto observó todo en silencio, sin entender.

– Jungkookie, siempre nos detenemos justo en esta calle - habló por fin Sanha, mirando con algo de miedo el callejón oscuro que Jungkook veía con ¿ilusión?, ¿esperanza?, ¿entusiasmó?, no sabía que palabra utilizar, solo sabía que sus ojos brillaban cuando veía en esa dirección - ¿seguro que no quieres comer en esa pastelería?.

Jungkook mordió su labio inferior, volviendo a sentarse correctamente y dejó de mirar por la ventana. Soltó un suspiro triste y recosto su cabeza en el hombro de Jimin.

– Vámonos - le habló al chofer, quien al escuchar la orden siguió conduciendo hacia la casa de uno de los omegas.

Jungkook mantenía la ventana abierta, fijándose en el camino y dejando atrás el olor que alteraba a su lobo.

Por que si, el omega una semana atrás había desarrollado una rara fijación por aquel callejón, y no, no es que le guste; simplemente su lobo le decía que había algo para el ahí dentro, algo que el aún no entendía.

– Tal vez si quiero un pastel - puchereo, apartando la mirada del camino y fijandola en sus amigos.

El mes había pasado con rapidez, los días eran simple rutina. Claro que eso a Jungkook no le molestaba; levantarse, ir a la Universidad, regresar en auto con sus amigos y dejar que Taehyung lo mime en su casita.

Su feliz rutira se vio afectada hace una semana, primero por ese olor que le llamaba la atención, el que venía de aquel callejón. Y segundo por su nuevo amigo Sanha.

Desde el día que lo conoció, Sanha a desmostrado ser un chico muy amable y cariñoso, a Jungkook le gusta que lo consienta con sus comidas favoritas, cocinando casí tan delicioso como Jin o su mamá.

– Sanha, veamos una película, hoy cocinare yo - intento sacarle una sonrisa Jimin.

Sanha simplemente asintió. Hace una semana Sanha había dejado de sonreír, su olor había cambiado a uno débil, esto teniendo muy preocupados a sus amigos, y ellos también sabiendo como ayudarlo pero no podían hacer nada a la vez.

– Podríamos pedir pizza - opinó Sanha - y helado.

La debilidad y la tristeza del omega se debía a una sola cosa, o mejor dicho, a una sola persona. Jungkook sabía que a su amigo le gustaba un alfa, alfa al que nunca se atrevió a ver cara a cara, cosa que cambió hace una semana.

Había pasado tan de repente que hasta ellos seguían sorprendidos cada que repasaban esa imagen en sus mentes. Ese día tan desastroso para la vida de Sanha, y el tenía razón, ese alfa era su pareja destinada, y otra cosa en la que tenía razón es que.....ese alfa no lo aceptaría como su omega.

Aún se preguntaba si era por su físico, desde los 14 años le decían que era un omega lindo. Tenía piel clara, labios gruesos, ojos bonitos, delgado y algo bajito, el cabía en el estereotipo de omega perfecto, pero al ver como su alfa salía corriendo para alejarse de el, empezó tener inseguridades, y a verse feo.

– Llegamos señoritos - avisó el chofer, salió del auto para abrir la puerta de los omegas.

– Muchas gracias - Jungkook fue el primero en salir del auto, pues era el que estaba de ese lado de la puerta. Espero paciente que sus amigos abandonaran el auto.

Mío...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora