Corazón de Hojalata

Capítulo 4: Buenazo o canallita.

El manual me suscitó tanta intriga que me pasé la noche en vela empapándome de él. Cada página que pasaba, nuevas curiosidades surgían. Aprendí que para cargar a Alex había que ponerlo a tomar el sol y sus abdominales se darían la vuelta para dar paso a unos paneles solares. Energía renovable a tope. También aprendí más o menos todo el proceso para hacer cosas adultas con Alex y todo el proceso de limpieza, que era totalmente automático. Lo que no me quedó nada claro fue cómo enamorarlo. No venía absolutamente nada en el manual. Tampoco me enteré de lo de la función de motocicleta.

Lo que estaba claro es que si mi viejo me había dado la opción de enamorarlo era porque, de algún modo, se podía. Lo que no se sabe es cómo. Aunque, claro, no podía ser todo tan fácil. Si había un modo no era posible que estuviera en el manual de instrucciones, así que tendría que descubrirlo por mis propios medios. Así que, después de haber tenido una mísera hora de sueño, me levanté para hacer maratón de Chobits y descubrir los secretos del amor robótico.

Suspiré. No me quedó nada claro. En el anime la robot protagonista tiene un software muy avanzado que le permite desarrollar sentimientos poco a poco, casi como un ser humano, pero ¿seguro que este era el caso de Alex? ¿O había algún truco más fácil? ¿O simplemente mi viejo había querido burlarse de mí desde los infiernos? Probablemente fuera esto último, aunque valía la pena intentarlo. Más que nada porque como poco iba a disfrutar de esta mansión durante mes y medio.

Por otro lado, me asaltó una duda. ¿Si el robot me pedía matrimonio yo tenía que aceptar? Bien visto, Alex era todo un portento: guapo, atento, inteligente, limpio y encima se convertía en moto. Pero... ¿Puede un ser humano vivir feliz con un robot? ¿Puede un robot darte la felicidad que te puede dar otra persona? ¿O llegará un momento en el que te cansarás de que siempre sea todo lo mismo? Para lo bueno y para lo malo, Alex no podía ser igual que una persona. Además, me tendría que enamorar yo de él también, en todo caso.

No quería romper el corazón al robot, la verdad, pero si no me enamoraba, no podría casarme con él. Tengo unos principios y esos principios se basan en seguir a mi corazón. Lo primero, la mansión. Lo segundo, el matrimonio. Y en el testamento no ponía nada de que tuviera que aceptar.

Dicho esto, te cuento algunas de las curiosidades que me ocurrieron durante mi mes y medio de convivencia con Alex. La primera mañana me lo encontré tal y como lo dejé, en stand-by. Había leído cómo se le quitaba del modo stand-by por la noche en el manual de instrucciones, pero como era muy tarde y tenía sueño se me olvidó todo. Solo se me quedaron los datos más jocosos, y lo de quitar a Alex del modo stand-by no era uno de ellos. Tuve que volver a releerme el manual en busca del modo de encender al robot por las mañanas. Me enteré de que tenía un botón de encendido en uno de los pezones, mientras que en el otro tenía un puerto USB por si querías usar al robot como disco duro externo. ¿Quién querría usar al robot como disco duro externo? En fin, que pulsé el pezón de Alex y eso encendió los sentimientos de mi interior. Me sonroje por todo lo que fue la erótica situación.

Alex se despertó y me pilló con todo el sonrojo, pero no dijo nada. Su expresión fue la de siempre. No me disgustó, es más, me gustó bastante. Esa expresión de amabilidad me ponía muchísimo. Estuve fijándome un rato, sin romper la atmósfera que se había formado entre los dos (o que al menos solo se había formado para mí), y me di cuenta que su mueca era la perfecta conjunción entre los dos polos opuestos, el ying y el yang, el bien y el mal... Una expresión entre "buenazo" y "canallita" que hizo que se saltaran todas mis alarmas.

Mi corazón empezó a latir. Estaba muy cerca de Alex y podría notar su respiración si tuviera respiración. Se supone que era Alex quien tenía que empezar a tener sentimientos por mí... Me aparté bruscamente, tratando de poner la mente fría. Ni siquiera conocía bien al robot como para emocionarme de ese modo, no hay quién me entienda. Quizás fuese por pasar largos períodos de tiempo yendo únicamente del piso a la Universidad y de la Universidad al piso. Quizás fuese por pasar gran parte de los días en soledad, manteniendo contacto nada más que con la gente de los comentarios de los streamings del Poxas.