Capítulo 5

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El puño pasó al lado de su rostro con tanta rapidez que movió levemente su cabello, pero al ser más rápida, la tomó de la cintura y la aventó al suelo con fuerza, ganando todos los aplausos de las únicas dos espectadoras.

—¡Muy bien Colmillo Rojo! — Aplaudía una de las jóvenes.

Keiko ganaba en la hora de entrenamiento por tercera vez con su contrincante Yasha Gozen, o como todos la conocían, Paola Kwantawala, le dio la mano y la ayudó a levantarse.

—¿Es una nueva técnica tuya? — Paola sobó la parte baja de su espalda por el golpe al caer, quejándose levemente.

—Sí, en parte, me inspiré en una que solía usar Tsunahime, sólo que ella, después de tenerlos en el suelo, les arrancaba la rótula

—Deberías considerar su uso, sabes los locos que andan por la noche— Bromeó.

—Sí— Keiko se detuvo por un momento antes de tomar un pequeño vaso de agua, pensando en Eikan— La verdad es que ni siquiera dudaría en hacerlo

—Bien Colmillo, debo de irme, debo preparar el almuerzo de la escuela

—A todo esto, Mariha y Nora, ¿Qué hacen ustedes dos aquí? Se supone que deberían estar en clases— Keiko se cruzó de brazos.

—Le pedimos a Gozen que nos trajera, pero...— Mariha miró a Nora para que continuara la frase.

—Sabemos sobre nuestra falta ante la irresponsabilidad que hemos cometido hoy— Decía con la cabeza inclinada— Por eso nuestro castigo será ayudar a Gozen en la cocina—Levantó su cabeza.

—Ustedes son increíbles, seguro fue tu idea Mariha— Fingía disgusto, haciendo reír a Paola.

—¡Lo siento! — Mariha se agachó.

—No sé qué haría sin ustedes— Paola seguía riendo— Bien, hora de irnos, nos vemos mañana Colmillo

—Nos vemos Gozen— Keiko no evitó reír ante el ingenio de la pequeña Mariha, guardó sus cosas de entrenamiento y fue hacia su casa.

Durante el camino, iba pensando en muchas de las cosas que rondaban su cabeza día a día, sobre la comida que haría, su hijo llegando a casa y las preguntas que se hacía sobre su vida, además de que la joven viajera también venía a su mente, durante todo el día anterior, sintió nuevamente la sensación de que alguien la esperaba en casa, pero ahora que se había ido, llegaría y todo estaría en silencio, muy solo otra vez, al querer salir de sus pensamientos, fue hacia la tienda rodante, para comprar algún aperitivo para hacer una cena diferente.

—Hola, buenas tardes

—Señora Ookami, ¿Qué le apetece?

—Unos fideos de trigo

—¿Solamente?

—Sí, por favor

Al dejar la tienda, guardó el cambio que le había dado el señor Chun, y los fideos envueltos con papel los llevó en una mano, en cuanto vio su casa tomó un profundo respiro relajante, pero había algo inusual, su chimenea de la cocina despedía humo, trató de recordar si había dejado algo al fuego, pero no, sólo recordaba haberse despedido de Bernadette e irse, pensaba en dos cosas, o era la joven que había regresado o era alguien a quien no quería ver en lo absoluto, pero se tomaba el descaro de usar su casa como si nada. Caminó de prisa hasta esta, fijándose de vez en cuando en las ventanas, esperando ver algo pero estaban cerradas sus persianas, en cuanto llegó a la puerta, con nervios, la abrió y fue metiéndose poco a poco, escuchaba voces en la cocina, así que de inmediato se retiró los zapatos y entró de prisa hacia la pieza, topándose inesperadamente con ambas personas que esperaba.

A la Luz de las Velas [Chinchikurin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora