Capítulo 2

104 9 12
                                    

La afilada hoja del cuchillo se hacía lucir en cuanto tocaba la carne fresca de un ave que había sido recién sacrificada, el delantal de Keiko se manchaba con la sangre que despedía cada parte que cortaba, parecía impresionante verla cortar las partes de los huesos o articulaciones, no había duda que tenía un físico resistente y fuerte, a pesar de los años y situaciones que ha venido viviendo pero siempre encontraba alguna razón para despertarse día a día, y vivir plenamente. Las piezas las fue poniendo sobre un tazón de porcelana blanco, adornado con figuras azules, de vez en cuando limpiaba sus manos con algún trapo de manta, o su mismo delantal, pero aunque quitara el exceso, siempre le quedaban manchas en las cutículas, los dedos o las palmas de las manos, y parte del antebrazo.

—Espero que a los viajeros les guste la carne— Dijo al ir entrando a la cocina, dejando la carne sobre la pileta, abriendo la llave del agua.

—Sí, la como de vez en cuando, la mayoría del tiempo no hay tanta suerte de encontrar, a menos que deba cazar— Rió.

—Sabiendo que han probado de todo, me pregunto si has comido carne humana

—No, para nada, me ofrecieron en un pueblo alejado en las afueras de Vietnam, pero el olor era insoportable

—Pues, creo que es algo bueno de saber —Comenzó a lavar la carne— Aunque, me habrías sacado de una duda

—Ah, ¿Sí? ¿Cuál?

—A qué sabía un ser humano— Keiko volteó hacia ella sonriendo irónica, a lo que Bernadette le respondió de igual manera

—Lamento decepcionarla

—Creo que me decepcionaría más si supiera que comes seres humanos

Bernadette rió para ella misma bajando la mirada, dejó el vaso de leche que Keiko le había ofrecido en cuanto llegaron a la casa, el sitio estaba meramente limpio, aunque había algo de desorden pero eso era algo que a la viajera no le importaba, mientras tuviera una amable compañía le era suficiente, la mujer había sido tan amable que se sentía mal de no ayudarla, aunque se lo había ofrecido, Keiko se negó. Bernadette entonces hizo otro intento para que la mujer que la acogió aceptara su ayuda.

—Déjeme ayudarle, insisto

—Ah, no es necesario yo lo haré

—Por favor será un placer, además no estoy acostumbrada a que me regalen cosas sin que haga algo a cambio— Bernadette no dudó en tocar el hombro desnudo de la mujer, ya que esta traía una blusa con tirantes, le sonrió y ladeó su cabeza.

La mujer se quedó admirada por la atención de la joven, además de una clase de choque eléctrico en cuanto ella la tocó, piel con piel, con unas mejillas ruborizadas ella accedió a su ayuda, además para quitarse esas sensaciones que la confundían y trataba de procesar. La puso entonces a cortar algunos vegetales y hervir arroz, Bernadette puso manos a la obra y de inmediato ella iba obedeciendo las indicaciones que Keiko le iba diciendo, poniendo mucha atención, la forma en que la mujer hablaba le era muy pasible y calmada, su actitud había sido todo lo contrario a cuando la había conocido de forma extraña, parecía estar a la defensiva pero si mostrabas amabilidad y respeto, ella respondía diferente.

—Bien niña, debo de ir por algo no tardaré— Keiko tomó un pequeño monedero— No quemes mi casa— Iba diciendo mientras iba saliendo de la casa.

—Lo prometo— Bernadette contestó igualmente mientras reía al comentario, viendo como desaparecía la mujer.

Keiko fue caminando, alejándose del lugar al que ella llamaba hogar, aunque al principio ese sitio le había parecido un calvario, siendo engañada con frutos verdes y jugosos, en cambio cuando llegó, no encontró más que un lugar lleno de desorden, el hombre era descuidado pero amable, nunca la obligó a hacer algo que ella no deseaba, o por lo menos algunas de ellas. Cuando caminaba por el pueblo todos esos recuerdos la llenaban de angustia, sentía arrepentimiento, estaba entre la espada y la pared, pensaba en que debió ser más lista y no ser aprensada de por vida, si tan sólo hubiese seguido su camino ignorando a aquel hombre que le ofrecía unas enormes sandías. Por otro lado, estaba alguien, de no haber sido por la mentira no lo conocería y había veces que no se imaginaba su vida sin aquella persona y curiosamente, ésta la iba siguiendo, Keiko se había dado cuenta pero estaba muy molesta como para dirigirle la palabra, aunque en el fondo quería que lo hiciera.

A la Luz de las Velas [Chinchikurin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora