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El sonido de voces tensas llenó el aire cuando uno de los guardias pronunció sus palabras

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El sonido de voces tensas llenó el aire cuando uno de los guardias pronunció sus palabras. Sentí cómo la rabia ardía en mi interior ante la noticia que acababa de recibir. Mis puños se cerraron con fuerza, sintiendo la impotencia de lidiar con la incompetencia de los que debían proteger y mantener el orden en mi territorio.

—Descubrieron a Alejandro. —el informe corto y directo de uno de los guardias llegó a mis oídos como un golpe directo a la paciencia que me quedaba.

Mis ojos lanzaron un destello furioso mientras mis labios se apretaban en una línea dura. ¿Cómo podían permitir que algo así ocurriera? La seguridad de mi manada estaba en juego, y su incapacidad para manejar la situación solo aumentaba mi frustración.

—Tráelo antes de que hable —respondí con una voz fría y cortante, dejando claro mi enojo y la gravedad de la situación. —Y ya veré si me deshago de él.

La decisión se alzaba delante de mí como una encrucijada, y sabía que debía tomarla con cautela y rapidez. Mi mente calculó las posibles consecuencias mientras mis manos se mantenían firmes y listas para actuar. La situación requería mi intervención directa, y no iba a tolerar más errores ni traiciones dentro de mis dominios.

...

Pasaron varios días, y a pesar de los esfuerzos de mis hombres, no pudimos dar con él hasta que me informaron que lo llevarían de vuelta a su manada.

No puedo negar que me sorprendió la actitud de este hombre en la cama. Aunque no sea mi tipo, su habilidad en ese aspecto es algo que no cambiaría por nada del mundo.

Me encontraba a punto de adentrarme en la manada cuando escuché la voz enfurecida de la mujer de Alex. Sus palabras eran contundentes, llenas de ira y desilusión por la traición de su pareja. La escena se desarrollaba delante de mí, y aunque no era de mi incumbencia, no pude evitar escuchar.

—No tienes nada que explicar, te valió una mierda tus hijos para que ahora me pidas perdón por acostarte con otra —las palabras salían con furia de la boca de la mujer, dejando al descubierto el dolor que sentía.

La interacción seguía mientras las emociones se intensificaban. La tensión en el aire era palpable, y mi presencia pasaba desapercibida en medio de la confrontación. Sin embargo, mis sentidos estaban alerta, capturando cada detalle y cada palabra.

La voz de la mujer me afectó más de lo que admitiría. Me llamó furcia, y aunque intenté no prestarle atención, las palabras resonaron en mi mente. Pero antes de que pudiera reaccionar, la mujer se abalanzó sobre mí. Sus manos se cerraron alrededor de mi cuello, buscando hacer daño.

La situación se tornó peligrosa, y no pude evitar recurrir a mis habilidades sobrenaturales para defenderme. Mi control sobre la naturaleza se materializó en las raíces de los árboles que la rodeaban, aferrándose a su cuello y asfixiándola lentamente.

WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora