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El pequeño azabache pasaba la noche entre los arbustos, sobre un mantita que Dazai le había dejado para cubrirse.

Tenía su biberón, con la poca leche que le quedaba, pero suficiente para su cena.

Miró a una arañita y le pareció linda. Acercó uno de sus deditos para sostenerla y lo logró, la arañita estaba sobre su dedo.

— Boñita.

Pero la arañita no era tan inofensiva, mordió su dedo y se alejó huyendo, mientras el niño soltaba el llanto sin ser escuchado por nadie, o al menos eso parecía.

— Muu mala...

Decía entre llantos. Tenía una roncha que cada vez se hacía más grande. Le dolía mucho.

— Ryū-kun, ¿Qué sucedió a tu dedo? Venga, vayamos a la clínica.

Chūya iba pasando por el lugar, y lo tomó en brazos, revisó la mantita de bichos salvajes, y cubrió a Ryū con ella, recargándolo en su pecho y hombros y palmeando su espalda.

— Una dañita picó...

— Que mal, Ryū. A esas cosas no debes siquiera voltearlas a ver. Son peligrosas.

Respondió el pelirrojo.

— ¡Chūya-san! ¡¿Se te cayó esto?!

Atsushi traía un sombrero que pertenecía a Chūya. Lo encontró tirado metros atrás.

— Oh, sí, es mi sombrero. Gracias, Jinko.

— ¿Le pasó algo a Ryūnosuke?

— Lo mordió una araña. Lo llevo a la clínica.

— Iré.


DÉJAME VIVIR [AKUTAGAWA RYŪNOSUKE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora