Epílogo

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El ministro de magia llamó a Tom a su oficina para notificarle de su ascenso. Aquel cargo de subsecretario del ministro lo dejaba a realmente muy pocos pasos del poder que tanto deseaba, solo tendría que dar un golpe final, y todo eso con lo que soñaba, sería suyo. Antes que pensar en nada más, lo primero que se le ocurrió fue ir a contarle la buena noticia a Alyssa. Salió de la oficina con bastante tiempo de sobra para ir a buscar lo que llevaba tantos días pensando en darle. Ella no saldría de su trabajo en Gringotts hasta un par de horas después, de manera que podía permitirse buscar hasta que encontrara lo que quería. Le había dado mil vueltas al asunto en su mente, sin decidirse del todo, porque no estaba seguro de que ella fuera a decirle que sí. Tampoco estaba seguro de que las cosas funcionaran, pero al final había decidido que no había por qué pensarlo tanto. Entonces planeó minuciosamente cómo le pediría que se casara con él. Muchos años atrás no se hubiera imaginado a sí mismo en algo así, pero en esos momentos no le parecía una idea loca ni nada por el estilo, en cambio, era todo lo que quería hacer. Odiaba admitirlo, pero estaba nervioso, tanto así que a pesar de ver muchos anillos distintos, ninguno le parecía lo suficientemente adecuado. Luego pensó que ella no era de esas personas que le daba importancia a ese tipo de cosas, durante todos esos años en los que no había podido regalarle nada, le parecía suficiente con que le diera besos, y jamás había visto ningún problema en eso. Al final escogió un anillo plateado con un zafiro azul que brillaba en medio de dos pequeños diamantes. Lo pusieron en una cajita de terciopelo negro y él lo guardó en el bolsillo junto a la varita. Consultó el reloj y se dio cuenta de que Alyssa ya debería estar por salir, de manera que fue a buscarla sin perder ni un minuto más.

Cuando se apareció frente a la entrada de Gringotts, ella estaba entregándole unos documentos a su jefe, por lo que tardó un poco en salir, y eso no le ayudó a Tom a calmar su nerviosismo. Cuando por fin la vio, y ella lo rodeó con los brazos para besarlo, comenzó a preguntarse cómo le diría.

—Tengo un par de cosas importantes que contarte —le dijo.

—Ya quiero saber de que se trata —le respondió ella mientras lo tomaba de la mano.

Él se desapareció para aparecerse en la cima de una de las dos torres del Tower Bridge. Era una sala de piedra cuadrada completamente vacía, pero con una vista sorprendente de toda la ciudad. A Tom siempre le había gustado estar solo, y ese era un lugar que había acostumbrado frecuentar en los meses en que Alyssa había estado en París. Era un lugar especial para él, y por eso había decidido llevarla allí. Ella se acercó a la ventana y se distrajo un poco con la vista.

—¿Ahora sí me vas a contar? —preguntó, ansiosa por saber qué era lo que él tenía que contarle. Él se acercó y la tomó de la mano.

—Lo primero es que me ascendieron —respondió.

Ella sonrió y sin pensarlo dos veces, le dio un fuerte abrazo.

—¡Felicidades! Estoy muy orgullosa de ti. Sabía que te iría bien, te lo mereces.

Solo se apartó un poco para poder darle un beso largo y suave.

—Creo que todo está saliendo bien ahora —dijo él, en cuanto ella se apartó.

Alyssa estaba muy feliz por él. Gran parte de amar a alguien es alegrarse de sus triunfos como si fueran propios. Todo lo que quería era que lograra todo eso que planeaba, y ver que cada vez se acercaba un poco más, la hacía sentirse muy orgullosa de él. Se dieron un par de besos más mientras él buscaba desesperadamente la manera de pedirle de una vez que se casara con él. Sentía como si tuviera el corazón en la garganta, e incluso se sintió tonto por estar actuando de esa manera. Él era un hombre que no se asustaba con nada, y que era capaz de todo, no entendía por qué se le hacía tan difícil decirle a la chica a la que había amado durante gran parte de su vida, que dieran el siguiente paso. Ella advirtió su nerviosismo a pesar de que trató de ocultarlo por todos los medios. Se alejó un poco para mirarlo y frunció el ceño.

—¿Te pasa algo? —preguntó, un poco preocupada, y estiró la mano para acariciarle la mejilla.

Él se relajó un poco ante ese pequeño contacto, respiró profundo y la miró a los ojos.

—Es que tengo que decirte algo importante —le respondió.

Ella se alarmó un poco, y una gran cantidad de ideas sobre lo que podría tener que decirle, llegaron a su mente.

—Dime.

Él la tomó de la mano y esperó un poco antes de hablar.

—Quería preguntarte si quieres casarte conmigo.

Ella no esperaba en absoluto eso, al principio quedó un poco sorprendida, pero después se emocionó mucho.

«Maldición —pensó él—, el anillo».

Buscó la cajita de terciopelo en el bolsillo, sacó el anillo y se lo puso en el dedo. Ella quedó gratamente sorprendida al verlo, se quedó mirándolo en silencio hasta que recordó que aún no había respondido. Lo abrazó de nuevo con fuerza e intentó que la emoción no la hiciera llorar.

—Claro que quiero —respondió—, me haría muy feliz casarme contigo.

Él asintió un alivio inmenso, y en silencio deseó que la vida que les esperaba juntos, fuera tal como la soñaban.

FIN.

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Holaaaaa :)

Otra vez voy a darles las gracias por el apoyo que le han dado a la historia, sus votos y sus comentarios, (en especial los de AeganYYo4ever y YelempoTemis) me hacen muy feliz. Espero que les haya gustado tanto como a mí me ha gustado escribirla. Los amo mucho 💖.

También les iba a decir que en estos días estaré subiendo una nueva historia por si quieren pasarse a leerla.

𝙾𝚜𝚌𝚞𝚛𝚊 𝚊𝚍𝚒𝚌𝚌𝚒𝚘́𝚗 || 𝚃𝚘𝚖 𝚁𝚒𝚍𝚍𝚕𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora