𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟓

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«Nuestras vidas se definen por las oportunidades incluso las que perdemos»

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Wakasa se despertó envuelto en la suave calidez de las sábanas, mientras los últimos destellos del atardecer se filtraban por las rendijas de las cortinas entreabiertas

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Wakasa se despertó envuelto en la suave calidez de las sábanas, mientras los últimos destellos del atardecer se filtraban por las rendijas de las cortinas entreabiertas. El sol, con sus tonos dorados y rosados, pintaba el cielo con pinceladas de colores cálidos, creando un espectáculo celestial que se reflejaba en las paredes de su acogedora habitación. El aroma a café recién hecho y a pan recién horneado flotaba en el aire, invitándola a comenzar el día con energía y optimismo. Con un suspiro de satisfacción, Wakasa se estiró perezosamente, dejando que la serenidad del momento lo envolviera como un manto reconfortante.

Una sonrisa fugaz escapó de las comisuras de sus labios; se sentía tan bien, tan libre, que no parecía real. Suspiró aliviado. Miró alrededor y su mente se llenó de pánico momentáneo. No reconocía el lugar en el que estaba. Confundido, repasó sus recuerdos varias veces hasta que el rompecabezas se formó en su mente. Recordaba haber conocido a una chica que tocaba genial, más que genial tal vez, y luego verse envuelto en un sueño profundo. Ahí estaba, recostado en un cuarto pequeño pero realmente acogedor, pero no era su hogar.

Se quedó en silencio unos momentos y luego procedió a levantarse de la cama, aunque quisiera quedarse ahí un rato o todo el día. Los tonos cálidos de la habitación lo hacían menos agradable de dejar el lugar. Sus pies tocaron el frío suelo y se estremeció. Caminó lentamente, abrió la puerta con delicadeza y empezó a oír la música que provenía no muy lejos. Una voz femenina cantaba sobre la canción, era aguda y suave, no desafinaba; era muy buena. Se acercó con lentitud, poniendo cuidado en no hacer ruido al poner sus pies en el suelo. Se dejó llevar por la música.

Y ahí estaba ella, cantando suavemente. Había escuchado esa canción antes, pero no recordaba dónde ni cuándo. Era hermosa, la melodía suave y armoniosa. Cada nota era como un susurro de la naturaleza, llevando consigo la nostalgia de un viaje sin destino y la belleza efímera del amor. Era como contemplar el vuelo de un pájaro que, a pesar de no poder alcanzar las alturas, encontraba su propia gracia en la simplicidad de su existencia.

La letra era hermosa. Wakasa suspiró, observando cómo ella movía sus pies al compás de su voz. Parecía realmente perdida entre la canción, como si hubiera entrado en un estado de fluidez. No podía negar que la melodía era aún más agradable con su voz. Se sentía como en casa, y suavizó su mirada mientras la contemplaba con ternura, mientras ella seguía bailando. Los maravillosos aromas que provenían de la cocina lo invitaban a entrar.

El suelo de madera crujía bajo sus pies mientras daba un paso adelante. An lo miró y siguió cantando, pero esta vez con una voz aún más suave. Se acercó a él, tomándolo de la muñeca y atrayéndolo hacia ella.

Wakasa se sintió sorprendido por la fuerza con la que lo tomó, sin darle tiempo a pensar lo guió con sus pasos y comenzó a bailar con la chica de cabello caoba. No pudo resistirse; ella continuó cantando con anhelo en su voz.

𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐌𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄 || 𝐖𝐀𝐊𝐀𝐒𝐀 𝐈𝐌𝐀𝐔𝐒𝐇𝐈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora