Estaba sentada en un muro de granito en el que podía sentir las piedras a través de la mezclilla de mi pantalón. Respiré profundo y miré el cielo para observar sin demasiado énfasis la forma como las nubes se cerraban en torno al sol reduciendo la iluminación del ambiente drásticamente. Suspiré una vez más al sentir la similitud con mi estado de ánimo.
Bajé la mirada y seguí tratando de quitarme el esmalte negro de las uñas con la otra mano, como si eso fuera a solucionar en algo la forma en que me sentía: era demasiado tonta.
Me sentía tan sola. Absolutamente ridícula, por esperar durante una hora y media a alguien que no tenía interés en nuestra cita. Estúpida, por creer que alguien me valoraría lo suficiente para llegar a tiempo. Y sí, me sentía algo imbécil, por pensar que podría ser la prioridad de alguna persona.
Me detuve a mirar mis dedos debajo de la pintura desconchada y comencé a contornearlos pensando que, fuese quien fuese el arquitecto de los seres humanos, seguro habría puesto demasiado detalle en cada uno de ellos. Cada línea suave, cada pormenor dentro de cada línea era diferente, hermoso, delicado y único.
Pero yo no era única. No era diferente, valiosa, ni especial. No era nadie ni pertenecía a ningún sitio y no importaba cuántas veces tratara de repetirme que era mentira lo que pensaba, una vez más, y de forma evidente, era totalmente cierto.
—Buenos días —escuché de una voz suave, amable y gruesa. Levanté la mirada y había un hombre delante de mí—. ¿Me puedo sentar? —vi sus ojos directamente, suaves y profundos como la miel misma. Era una mirada interesada, llena de calor y totalmente intimidante para mí que pretendía quedarme en mi rincón oscuro del mundo, así que bajé la mirada y seguí en mi actividad con el esmalte de uñas.
Aunque traté de disimularlo, me sentí invadida inmediatamente. Había como otros 20 metros de muro a cada lado de donde yo estaba sentada, ¿por qué querría sentarse a mi lado en esa porción de medio metro?
—No quería importunar —me dijo con la misma voz amable y dio un paso atrás.
—No hay problema —me obligué a ser amable. Si mi día había sido del asco, no tenía por qué arrastrar a nadie más a mi miseria.
De todas maneras, el chico tomó algo de distancia, se sentó un poco más allá cruzando sus pies y con un gesto bastante despreocupado permaneció allí. Sus pantalones de mezclilla beiges y sus pulcros mocasines marrones llamaron inmediatamente mi atención, era poco habitual ver a una persona tan limpia como él en este lado de los suburbios.
—¿Estás bien? —escuché. Me sentí invadida de nuevo.
No estaba bien, y la respuesta era casi inmediata, pero no conocía al tipo y no iba a responderle eso. Seguí en lo mío y entonces lo escuché suspirar. Mi visión periférica me dio una aproximación de su silueta y la postura que tenía me generó tanta curiosidad que me moví un poco para poder verlo sin hacerlo directamente.
ESTÁS LEYENDO
Valiosa [Serie Verdades I] (Finalizada)
RomanceMary Alice es una chica normal, como tú y como yo. Una chica que no es suficiente para nadie, una chica que siente que no haría diferencia si mañana simplemente deja de existir. Aunque tiene un novio amoroso, una mejor amiga atenta y una familia, si...