6. Tonto

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Joshua Casttle

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Joshua Casttle

Me alboroté un poco el cabello y me bajé del coche tomando el café con una mano. Miré la casa cerrada y supe que solo Alice estaba allí. No estaba el coche de su mamá, ni la camioneta del hermano.

Una súbita inseguridad me atacó, ¿y si ni siquiera Alice estaba ahí? ¿Y si había manejado hasta aquí para hacer el tonto?

Respiré profundo y saqué mi teléfono para llamarla. Estaba totalmente seguro de que ella había olvidado su cita conmigo, pero no importaba porque sabía que estaría muy triste luego de volver del aeropuerto sin Lanna, y yo entendía eso, lo respetaba, así que había pasado dos días dándole su espacio. Ahora era hora de salir y de quitarle esa melancolía en la que le gustaba sumirse cuando se sentía sola.

Mary Alice no estaba sola, y yo tenía que demostrárselo.

El teléfono replicó varias veces sin respuesta y yo respiré profundo llamándola otra vez, y una tercera hasta lograr impacientarme. Respiré profundo y marqué una última vez cuando su voz ronca respondiendo me regresó el alma al cuerpo.

—Amor, perdóname, yo... —oí y solté una risita para que ella detuviera.

—¿Sí, mi vida? Has dormido demasiado, si me lo preguntas y te estoy extrañando —le bromeé para y casi pude escuchar su sonrojo aunque no fuera posible. Era lindo, la verdad, Alice tenía esa forma hermosa y escandalosa de sonrojarse, como si realmente no pudiera creer las cosas que uno decía solo con verle.

—Josh... Qué vergüenza —solté otra carcajada.

—¿Ya no soy tu amor? —le bromeé una vez más y supe que, si estuviera frente a mí, me lanzaría lo que tuviera cerca de las manos—. Duermes demasiado, Aly.

—¿Qué día es? —preguntó.

—Miércoles —le dije—. Es miércoles y son las once y veinte minutos.

—Es miércoles y son las... —comenzó a repetir cuando ahogó un grito—. Ay Dios mío, Joshua, lo olvidé por completo —casi escuchaba las cosas caerse por toda su habitación mientras pasaba tratando de ponerse al día.

—Lo sé, yo lo sé —le dije con voz calmada.

—Perdóname, te lo juro que salgo para allá en diez minutos, te lo compensaré, te lo compensaré —seguía diciendo mientras la oía alejarse y acercarse al celular.

—Te doy cinco minutos para salir lista de casa, Alice. Vine por ti —ella se detuvo, y lo supe porque dejé de escuchar escándalo a su alrededor.

—¿Qué?

—Estoy en la puerta de tu casa —dije mirando directamente a su ventana en el segundo piso. En dos segundos ella se asomó y abrió los ojos como platos.

—Qué vergüenza que conozcas mi pésima habilidad para recordar cosas importantes —expresó escondiéndose—. Cinco minutos —prometió.

—Sin lastimarte, Aly, quiero llevarte entera —bromeé y ella soltó una bonita carcajada antes de colgar el teléfono.

Valiosa [Serie Verdades I] (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora