Capítulo 4

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No sé cómo funcionaba la amistad para los humanos, no entendí cómo funcionaba para Leroy, pero sé que después de las luciérnagas, las mariposas, casi perder mi brazo, más gritos y a yo queriendo ahorcarlo y él a mí, me vio como un igual

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No sé cómo funcionaba la amistad para los humanos, no entendí cómo funcionaba para Leroy, pero sé que después de las luciérnagas, las mariposas, casi perder mi brazo, más gritos y a yo queriendo ahorcarlo y él a mí, me vio como un igual. Empezó a ver en mí a alguien de quien podía aprender algo, ¿qué cosa? Ninguno de los dos sabíamos, pero algo podía aprender de mí y yo demasiadas cosas de él.

La semana terminó sin aspavientos. Esos días caminé junto al príncipe por todo el castillo y ocasionalmente por los jardines. A él no le gustaba mucho salir, me dijo que era porque el sol le molestaba demasiado. Era entendible porque él todos los días entrenaba horas y horas bajo el sol, yo estaba cómodamente sentado en las sillas de mi habitación.

Las veces en que estaba solo las aprovechaba para colarme a la sala de eventos donde la reina junto a un montón de sirvientes se encargaba de los preparativos para el baile. Me gustaba detenerme a escuchar las canciones que la banda tocaba y suspiraba de cansancio cuando eran interrumpidos por la reina Irene quien no podía decidir con qué baile empezar la velada.

En uno de esos días donde hallé la manera de colarme por los balcones dentro de la sala de eventos, el príncipe apareció a mi lado. Ya me había acostumbrado a que apareciera de la nada sin importar el lugar donde estaba.

Voltee hacia él, su cabello estaba mojado. Ya había pasado la hora del almuerzo, él había terminado de hacer su entrenamiento del día.

—Debes escuchar esto más a menudo, será lo que se bailará ese día —comentó cuando la reina volvió a interrumpir a la banda.

—¿No es que falta mucho para eso?

—Sí, faltan como tres meses. De todas formas, debes aprender los pasos. Seguro muchas personas estarán tan ansiosas de verte que querrán bailar contigo.

—¿Por qué estarían ansiosos de verme? ¿Han hablado de mí?

—Un poco.

La reina lanzó un grito a los sirvientes por los colores o el movimiento, no entendí, ella gritaba muchas cosas.

—En fin, no venía para eso —dijo el príncipe—. Nos están llamando para una reunión con las cabezas del batallón, será mejor que vengas.

Lo seguí por detrás hasta una sala de reuniones que pocas veces había entrado y las veces que la hice hasta entonces no era para más que poner sus ideas en orden, esperaba que esa vez no fuera así. Me coloqué en mi sitio, uno al costado del príncipe.

Vi las caras que esa semana me había acostumbrado a ver y la silla vacía a un lado de la mesa, no había preguntado a quién le pertenecía ese lugar. Todos nos paramos cuando el rey entró al lugar y nos sentamos cuando él lo permitió.

—Buenos días —saludó el rey—. Me complace informarles que dos reinos más del sur se han unido a nuestra causa y pronto mandarán artillería especial.

El Príncipe Perdido | TaeKook/KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora