Capítulo uno

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—¿Intercambio? —preguntó, no podía creer en esa absurda decisión.

—Así es señor Kim —con suma rapidez, el secretario de su padre recogió todos los papeles sobre su escritorio y los guardó en una maleta—. Nos vemos luego.

Se retiró. No le bastó dejar a Namjoon con ese semblante, sino que ni siquiera se dignó en darle una explicación, pero sabía quién tenía la culpa.

Escuchó su teléfono sonar, y allí estaba el causante de toda esa incertidumbre.

—¿Por qué decidiste eso por mí? —preguntó directo al grano.

—No es tu asunto, solo obedece y ya. —respondió su padre.

—Te recuerdo que es mi vida, tú no tienes porque—fue interrumpido. Sabía que lo hacía a propósito.

—Te recuerdo que vives gracias a mí —atacó nuevamente, cosa que era muy obvia—. No estoy para esos juegos Namjoon, te espero en el almuerzo.

No resistió ni un segundo más en escuchar esa voz y cortó la llamada, apagó su celular y lo guardó, de donde nunca debió salir. Odiaba las llamadas no “importantes”.

Sacó un cigarro de su bolsillo trasero y lo prendió. Aspiró y liberó al instante una buena cantidad de humo que se desvaneció con el frío ambiente que había en ese momento.

Gran manera de iniciar el día.

Las horas pasaban y seguía en el mismo lugar, una diferente posición quizás, pero tenía el mismo pensamiento otra vez, ¿por qué seguía bajo la sombra de su padre? Sabía que aún le faltaba un año para tener la edad accesible a su fortuna y ser libre, y era consiente de que desde hace meses tenía la capacidad independiente para afrontar cualquier problema. Es inteligente, valiente, creo que lo único que lo unía a su padre es el dinero, algo elemental en esta sociedad interesada, según Namjoon. Pero eso dejaría de ser así muy pronto.

El sonido de la campaña invadió sus pensamientos, ¿qué curso tocaba ahora? ¿Comunicaciones? Namjoon no tenía ni idea. Cómo el lugar comenzaba a sentirse sombrío y aburrido, decidió ir a clases, no para aprender, sino a divertirse, como siempre lo hacía.

Mientras bajaba por las escaleras le envió un mensaje a sus dos mejores amigos, si, aquellos que permanecen a tu lado pase lo que pase. Y sonrió al leer sus mensajes de confirmación.

Guardó su celular y se dirigió rumbo a la clase de Literatura, o bueno, parte de ella, debido a que el profesor de esa asignatura no estaba tan alerta, solo bastaba hacer un chasquido con los dedos y ya se encontraba contando ovejas.

Observó a sus amigos en la puerta del salón, señal de que el profesor ya estaba dormido, los saludó como de costumbre y estaba listo para empezar con la diversión.

—Namjoon —le llamó un chico más bajo que él, con cabello castaño y una sonrisa que iluminaba, pero también asustaba—. Hoy no vino.

“¡Ah!”, pensó.

Toda diversión quedó descartada. Al parecer el pequeño «minion» no había asistido hoy a clases, o quizás no quiso venir a ese curso por alguna razón, pero eso lo hacía mucho más divertido para Namjoon.

—Iremos a su casa. —fueron las últimas palabras que dijo, mientras miraba un punto vacío.

Solo faltaban un par de horas para la salida, suficiente para que Namjoon piense en un plan, un hermoso plan para a quien apodaban «minion», así que solo tenía que esperar.

Solo faltaban un par de horas para la salida, suficiente para que Namjoon piense en un plan, un hermoso plan para a quien apodaban «minion», así que solo tenía que esperar

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𝐓𝐨𝐤𝐲𝐨 ;; 𝐤𝐢𝐦 𝐧𝐚𝐦𝐣𝐨𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora