Capítulo 15

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Capítulo quince | Enfrentamientos.

-Me gusta el color de mis ojos. -Expresé mirándome en el espejo de mi cuarto de baño.

-Me gusta mi cabello y las pecas que adornan mi rostro.

Vamos a quien engañaba, era inútil seguir haciendo ese ejercicio que me había mandado la psicóloga.

Vamos Hazen si podemos.

¿Desde cuándo eres tan positiva?

Estoy tratando de cambiar ¿vale?, además creo que llevar dos semanas en el psicólogo y una con la psiquiatra, está haciendo mucha diferencia.

Probablemente.

Después de esa pequeña charla con mi mente, que por cierto podía parecer una loca hablando así, pero bueno como había dicho Peter, 'Todos estamos locos a nuestra manera'', cepille mi cabello con delicadeza ignorando la gran cantidad de pelo que quedaba en él. Subí a la balanza y observé mi peso. Sí, tal vez me estén juzgando por aquello, pero es difícil, aunque no lo parezca algunas costumbres, son difíciles de dejarlas.

El sonido de ''At my Worst - Pink Sweet que reproducía mi teléfono me trajo de vuelta a la realidad.

-¿Hola?

-Hazen, ¿cómo estás? -Indagó Josh desde el otro lado de la línea.

-Bien.

-Me alegro. ¿Cómo van las cosas por allá? ¿Todo está en normalidad?

-Déjate de rodeos y ve al punto, ¿Qué quieres?

-Pues sabes que nuestros padres me dejaron la casa como herencia.

Ya sé por dónde va esto.

-Sí.

-Bueno, estoy pasando unos malos momentos con mi familia y quiero venderla.

-¿La empresa no te abastece?

-Hazen, si de verdad no fuera un problema mayor no te estuviera molestando.

-Bien, pero si tienes un poco de consideración dame unos días para ver si encuentro un lugar en donde quedarme.

-¡Eres la mejor! Nos vemos. -Y sin dejarme musitar ni una sola palabra, colgó.

Lo que nos faltaba.

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-Y es por eso por lo que la historia es muy importante...

Aburrido.

Tres toques en la puerta llamaron nuestra atención. -Buenos días, miss Gloria. -Saludó el director carraspeando un poco.

-Buenos días, ¿algo en que lo pueda ayudar?

-Sí. -Pauso para luego adentrar a Joel en una silla de ruedas al salón.

Dios mío.

-Pero ¡¿qué sucedió?!

-El joven tuvo un pequeño accidente, fue golpeado por uno de esos pandilleros que andan en la calle, estuvo hospitalizado por unas dos semanas, pero ya se encuentra en mejores condiciones. -Aseveró. Joel tenía dos yesos en la pierna que no lo dejaba movilizarse por completo y en su rostro se podía notar los golpes y cicatrices que le habían dejado.

Con una mueca de dolor Joel se adentró al salón moviendo las ruedas de su silla. Observó a todos, pero su mirada rápidamente encontró la mía y una sonrisa de arrogancia apareció por su rostro.

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