3. Familia

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¡No puede ser!

¡No, no, no!

¡Tiene que ser una broma!

Seguramente Komada trajo el resultado incorrecto. Revise una vez más el nombre, pero si, era mi nombre.

¡Ah~!

La noticia aún me tenía un poco asustada. Es decir... es emocionante, pero... estoy nerviosa. Nerviosa de su reacción y sobre todo de su postura ante la noticia.

—¡A ver, Mayor Iruma!— me grité a mi misma, mientras me golpeaba las mejillas. —Nunca le tuvimos miedo a nada, menos a esto. Ve, enfrenta el proble, pelea, gana. Y besalo al final. Si, esa es una buena idea.

Me levanté de mi lugar y me dirigí a la oficina de Jyuto, para poder darle la noticia y esperar a que no muera en el intento.

Como era de esperarse, ahí se encontraba revisando ciertas cosas. Dios, ¿por qué siempre se ve tan genial!?

Toque a la puerta. Levantó la mirada y me vio con una sonrisa.

—Pasa.

Entré en iba a cerrar la puerta, pero pude percatarme de la presencia de Komada en la oficina.

—Hola Komada... uhm... ¿podrías dejarnos a solas un momento? Por favor.

—Ah, claro mayor.— comenzó a recoger sus cosas.

—Gracias.— dije y él salió.

—¿Qué Sucede, Mayor?— preguntó mientras me ofrecía asiento.

—¿Recuerda que le dije que una vez que comprobara mis supersticiones, vendría a decirle lo que era y en todo caso, lo golpearía?

—Sigo sin saber las razones del golpe. Veamos... ¿pensabas que te era infiel?

—No. Si lo sospechara te lo preguntaría directamente.

—Entonces... ¿Qué podría ser? No se me ocurre nada.

—¿Ah, no?— dije extendiendole una hoja, la cual, tenia las razones de mi golpe, mi felicidad y mi nerviosismo.

—Y cuando...

         

~Flashback~

—Teniente, ¿Está ocupado?— pregunté mientras me asomaba por la puerta.

—Para ti, nunca.— le dediqué una sonrisa y entré, acercandome a él —¿A qué debo tu visita?— preguntó después de besarme.

—Tengo un nuevo caso y me gustaría tener en el a un par de tus cabos, ¿Quieres que lo discutamos?

Él asintió y me senté en la silla frente a él.

Comence a contarle todo, darle mis propuestas y escuchar sus sugerencias; él de repente se levantaba de su silla, se paseaba por la oficina, en fin, no se estaba quieto.

—¿Otra cosa que quisieras agregar?

—¿Me prestas también al Sargento Komada?

—¿Por qué precisamente a él?

—Porque me cae bien.— él se acercó a mi, poniendo sus manos sobre los posa brazos de la silla, acorralandome contra esta.

—Ese comentario no me gustó.

—Sólo me cae bien.

—¿Y yo?

—Mejor, mucho mejor.— rió y se acercó a besarme.

「Un Sucio Policía 2」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora