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Rick llamó a Joe varias veces y tuvo que hacer un pequeño trote hasta alcanzarlo.

-Hey, Rick, ¿Que hay? -le preguntó y su amigo estaba algo agitado a pesar de haber corrido poco.

-He estado llamándote y no volteaste.

-Disculpa, voy algo apresurado.

-Si, de todos modos el autobús aún no llega -le dijo intentando que caminara más despacio-. ¿Sabes quien está en la ciudad?

-Reha -respondió con una sonrisa y un brillo en sus ojos.

-¿Se encontraron?

-Si. Esta mañana. Fui a ver la casa de sus padres y ahí estaba.

-Ah, si. Es una pena que el banco se la quede. Pasamos muy buenos momentos allí, ¿no?

-Espera, ¿dijiste que el banco se va a quedar con la casa de sus padres?

-Si. ¿No te lo contó?

-No, a penas si dijo algunas palabras pero no mencionó la casa. ¿Cuando hablaste con ella?

-El lunes -dijo Rick y parpadeó desencajado.

Joe no lo creía. Reha había estado hacía dos días en la ciudad y no lo había buscado. Su felicidad le dolió y también duró poco. El silencio de su amigo le hizo entender a Rick que algo no estaba bien y temía que haber abierto la boca tuviese que ver con que el ánimo de Joe cambiara en un solo segundo. Su semblante era serio, ya no había ni un solo rastro de esperanza que se mantuviera en que Reha se quedara, en saber si aún continuaba amándolo, porque era claro que no.

Ella mientras tanto, estaba invadida por la incomodidad y los nervios, pero aún así esperaba encontrarse con Joe en el hall del hotel o en el pasillo tras golpear la puerta de su habitación, aunque recordó que no le había dicho en que cuarto estaba.

Eran las ocho y media de la noche cuando Reha sintió que iba a morirse de lo rápido que le latía el corazón, como si fuese a salirsele del pecho, sus oídos zumbaban, y la cabeza comenzó a dolerle. Se refrescó el rostro y bebió agua desde el grifo en el baño. A pesar de que sabía porque se encontraba en ese estado, quería verlo de nuevo y que la paz volviera a ella.

Eran las nueve y nadie la llamó desde la recepción, posiblemente lo dejarían subir a su habitación a buscarla y su crisis regresó tras haberse relajado a duras penas. Tras diez minutos, no escuchó la puerta golpearse o el sonar del teléfono en el cuarto. Aquello le pareció raro. Joe no la dejaría plantada y además sabía que quería verla, por algo le dijo de cenar juntos y solía ser puntual. Nueve y veinte, y veinticinco, cuando se cumplió la media hora comenzó a preocuparse, temía que le hubiese ocurrido algo en el camino, que podría ser lo más probable.

Se abrigó y salió sigilosa por el pasillo, pero no se encontró a nadie, bajó hasta el hall pero no estaba en ninguno de los sillones del lugar. Pensó en esperarlo un poco más, pero dejó dicho en recepción que si alguien la buscaba, avisaran que había salido a la casa de un amigo. "Un amigo" se dijo a si misma "mi ex prometidl" recordó amargamente.

Al salir de un hotel, tomó un taxi y fue a la dirección que le había quedado hacia siete años atrás grabada en su memoria. No estaba segura de si en verdad seguía ahí, pero de todos modos iría.

Cuando llegó, estaba todo a oscuras, le pagó al taxista y se bajó, iba a arriesgarse a saber si él seguía viviendo en esa casa.

Subió las escaleras y golpeó la puerta, esperó pero nadie abría. Posiblemente se había equivocado, pero volvió a insistir. Tras unos segundos, la luz de afuera fue encendida y ella intentó abrigarse aún más como preparándose para verlo.

Kick Love Into MotionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora