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Reha estaba sentada frente al gerente del banco de Yorkshire que le explicaba el procedimiento y sobre que no podían esperar más de diez días el pago de las cuotas que se debían de la hipoteca. A pesar de que no estaba del todo interesada en conservarla, tenía otros planes para la casa, pero intentar salvarla sería perdida de tiempo y de dinero. Se le debían muchas liras esterlinas al banco que alcanzarían para comprar un departamento modesto en Londres, y ella no contaba con lo que se necesitaba para retener la casa de su infancia. No le veía sentido ni siquiera negociar. Cuando llegó a su distrito para mirarla desde afuera por última vez, algo se removió en su interior y recordó todo lo que había vivido en ella y se sintió conmovida. Intentaba reprimir sus sentimientos para no buscar alternativas y recuperarla, pero ese fue el punto de reunión de sus amigos, el permiso asegurado de ellos de quedarse en ese lugar hasta que pasaran a buscarlos o de asistir a fiestas, donde podrían organizar pequeños recitales porque los padres de Reha casi nunca se encontraban en casa, rememoró las fotos frente a la vivienda con sus padres, tíos, abuelos, hasta con las mascotas que había tenido. Cuando se giró para irse, ambos se quedaron mirándose atónitos o de hecho, él ya estaba petrificado viéndola mientras ella estaba sumergida en su mar de memorias. El viento frío sopló y les movió la cabellera a ambos que no dejaban de mirarse. Ninguno emitió palabra. Joe comenzó a lagrimear mientras la angustia le oprimía el pecho y Reha se cruzó más de brazos, apenada.

-¿Qué...?, ¿cuándo...? -no sabía exactamente qué preguntarle.

-Hola, Joe -saludó entre dientes y bajó su mirada.

Él torció su cabeza intentando hacer que sus ojos se posen de nuevo en él pero ella también había cambiado. Ahora con su vista hacia abajo, mordía su labio inferior, no tenía valor para verlo a la cara y rendir cuentas.

-¡Reha! -gritó como si ella estuviese desmayada. Lo miró asustada, no lograba emitir palabra.

Él atinó a acercarse y levantar con su dedo índice izquierdo el rostro de la mujer para que le sostuviera la mirada. Ella dejó escapar un jadeo apenas audible. Vio algunas lágrimas escaparsele, pero no eran de tristeza, si no de nervios. Todo su cuerpo estaba tenso, sus ojos y nariz enrojecidos. Quería salir a correr pero no le respondían las piernas.

Joe la abrazó. Otra vez la tenía con él. Se le hacía tarde para llegar a su trabajo pero no quería dejarla ir ahora que sentía que la había recuperado. Ambos lloraban.

Momento después, se encontraban caminando a la par hasta la parada del autobús donde Joe debía tomarlo para ir a cumplir con su jornada laboral. Él no dejaba de mirarla, podría tropezar y caer pero no le importaba. Aquello no era un sueño y quería asegurarse. Intentó charlar con ella pero parecía no estar interesada en hacerlo por sus respuestas cortas. En realidad estaba nerviosa y no quería que le preguntara sobre su fuga.

-¿Hasta cuando te quedarás?

-Hasta el sábado.

-Cenemos esta noche -la invitó.

-Joe... yo... no lo sé. No tenía planeado encontrarme ni salir con nadie.

-O al menos no conmigo -soltó y ella lo miró con poca gracia.- Anda, será solo una cena. Salgo a las siete, podemos vernos a las nueve. Ya sabes, tengo que ponerme elegante para ti -eso logró sacarle una sonrisa a medias.

-De acuerdo -accedió-. Pero solo una cena.

Joe asintió y se quedó viéndola. Quería besarla pero no sabía como reaccionaría. Estaban cerca de la parada cuando el autobús llegó.

-Diablos, debo irme. ¿Dónde estás quedando? -preguntó apresurado.

-En el Easy Hotel.

-Uf... algo lejos, pero estaré allí a las nueve en punto.

Volvió a recordarle y se fue corriendo para tomar el pequeño viaje hasta su empleo. Se sentó al lado de la ventanilla para poder verla una última vez hasta la noche. Se soltó el cabello y comenzó a arreglárselo como si fuese a verla frente a la fábrica o si en los siguientes minutos caería la noche para encontrarsela. Al fijarse en su reloj, se percató que posiblemente llegaría diez minutos tarde, pero lo valía aunque por otro lado tenía un trabajo que terminar.

Reha tomó un taxi tras ver al autobús partir. Volvió al centro de la ciudad a recorrer lugares a los cuales no había podido ir durante el martes por la lluvia. Pasearse por esos lugares la hacían rememorar toda su adolescencia hasta el día en que huyó. Extrañaba a sus amigos, pero a la vez no quería verlos. Temía que Rick le dijera a Joe que la había visto en la estación de trenes de Manchester camino a la ciudad, pero lo que menos se esperaba era encontrarlo frente a su antigua casa cuando vivía en un barrio que quedaba a tras mano. Al menos esa era la última dirección que ella recordaba donde residía su ex prometido.
Faltaba días para el domingo pero ya no soportaba seguir en la ciudad. Tenía miedo de que el pasado regresara, volver a estar bien, sonreír, ser feliz, pero por sobretodo, volver a amar.

Joe esa mañana y el resto de la tarde, estuvo muy animado. Todos sus compañeros lo notaron, el buen humor lo ayudó a finalizar el portón, lo subió a la camioneta de la fábrica junto con algunos ayudantes, lo llevó a entregar y tras cobrar, sintió un gran alivio, sobre todo porque tenía dinero para llevar a Reha a un buen lugar.

-Hey, Joe, se te ve bien hoy -dijo su jefe y él solo sonrió. Le entregó el dinero que correspondía por el trabajo y fue a continuar con otras pequeñeces hasta que se hicieran la hora para salir hacia su casa como rayo.

Reha había regresado por unos días y él sentía que era el momento de poner las cartas sobre la mesa, aclarar tantos años de ausencia y si podía, volver retomar las cosas donde se habían estancado.

Joe por fin había vuelto a verla y ella, mientras caminaba por el mercado central, sentía que solo quería huir de nuevo antes de volver a sentirse como en la mañana: con el corazón acelerado de reencontrarse con el amor de su vida, sintiendo como se le movía el mundo bajo sus pies porque sus ojos azules la habían puesto a temblar como cuando era adolescente.

Nada había cambiando entre los dos.

Kick Love Into MotionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora