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En la mañana, Joe extendió su brazo y tocó a un lado de su cama. No la sintió, se despertó y esperó escuchar algún ruido en el interior de la casa, pero nada. Se levantó exaltado. La puerta del baño estaba abierta, fue a la sala y no había nadie, al ver hacia la cocina con la luz tenue del amanecer, tampoco la vio. Se había ido. Al ver al reloj, eran las seis de la mañana. Fue a su habitación por su ropa, luego al baño. Ni siquiera desayunó, se puso su chaqueta más abrigada y salió a buscar un taxi, en autobús tardaría más. Fue hacia el hotel donde tendría que estar Reha y tras pagarle al taxista se metió corriendo al edificio.Preguntó en recepción por ella y le dijeron en qué número la encontraría. Cuando el recepcionista iba a llamar para anunciarlo, se dirigió a toda prisa a las escaleras y tras subir tres pisos corriendo con la poca capacidad física que tenía, encontró los números de las habitaciones en el que estaba el de ella.Corrió hacia el 48 y golpeó la puerta, esperó unos segundos muy impaciente y cuando abrió ella estaba vestida para salir.

-¿Por qué te fuiste de nuevo? -preguntó con cierto enojo.
-Joe... lo de anoche...
-¿Lo de anoche qué?, ¿No tendría que haber pasado? Te tengo una noticia: pasó y otra vez estas dejándome tirado, Reha -el tono de su voz iba en aumento y ella decidió hacerlo pasar.

En cuanto estuvo dentro y ella se dio la vuelta tras cerrar, él la sorprendió tomándola del rosto y besándola. Fue intenso, como hacía tiempo nadie la besaba. No le permitía respirar. Se aferró a su espalda y rogaba que aquello no terminara. Joe la abrazó tras romper el beso y empezó a sollozar.

-No te vayas, Reha, por favor. No lo hagas de nuevo.

A ella le molestaba que no comprendiera que solo había ido a intentar salvar su antigua casa, ahora, mientras más rápido regresara a Manchester, mejor sería todo, pero sentía realmente que algo en ella había cambiado cuando se volvieron a ver frente a frente siete años después y en un lugar tan significativo como la casa de su infancia y adolescencia. Decidió que deberían ir a desayunar y charlar un poco más. Cuando estaban en la cafetería, ella recordó a alguien y tenía que saber que pasaría con esa persona.

-¿Le dirás a Cindy sobre lo que pasó entre nosotros?
-¿Cindy? -preguntó extrañado.
-Si. Tu novia.
-Daisy -rió Joe.
-Bueno, ella. ¿Se lo dirás?
-Si te quedas, si. Si no lo haces, no le veo el caso.

Reha se indignó. Según sus principios, aún así ella regresara a Manchester para no volver a Sheffield, como tenía planeado, él tenía que ir con la verdad con Daisy. La había engañado y con su ex prometida de siete años atrás. Si ella estuviese en su lugar, le gustaría saberlo.

-Tendrás que decirselo, Joe.

Él siguió bebiendo su café y no emitió comentario sobre ello.

-¿Te irás? -preguntó con miedo a la respuesta.

-Tengo una vida, un trabajo. Debo regresar -se hizo hacia atrás mirándola casi con rabia.

-¿Y no vas a regresar?

-Joe, sabes que tengo que continuar con todo lo que dejé para venir a intentar solucionar las cosas.

-¿Por qué te interesa la casa? No hemos hablado de eso.

-Pensaba en venderla. Es un buen barrio, solo que está algo abandonada. Tendria que pagar la hipoteca, un abogado y además tener dinero extra para repararla. Ese día que estaba viéndola, recordé muchas cosas que habíamos vivido, pero por sobre todo, a mis padres -dio el último sorbo a su café con leche-. En fin. Ya no puedo hacer nada. Intenté, pero... -terminó negando y abolló una servilleta de papel.

Ambos quedaron en silencio. Joe estaba teniendo una idea, pero no sabía si podría colaborar.

-¿Te dolerá perderla?

Kick Love Into MotionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora