El niño, La Promesa y el adiós

218 30 1
                                    

Algo ocurría con la señora Salma, el ir y venir de los empleados se lo había advertido. Verónica sale a las cabellerizas se acomoda en el enrejado de las gallinas y contempla el alboroto. ¿Qué pasará ahora? Si ella se enferma ¿Quién le llevará a donde su nieto? Espera que no sea el abogado.

Era un hombre que le había caído muy mal, su mal carácter era notorio, aires de superioridad y mirada fría. Esperaba no tener que encontrárselo nunca más

—¿Qué sucede? —La pregunta sale en voz alta, algo común en ella. —Rayo, tenemos un problema.

Su fiel mascota está a sus pies, sentado con la cabeza mirando hacia el bullicio. Mueve la cola en algunas ocasiones cuando algún empleado pasa por delante de ellos.

—¿Debería preguntar? —se pregunta —quizás necesiten ayuda.

Suele estar rodeada de silencio y romperlo hablando consigo misma o con rayo. El ruido de un helicóptero interrumpe sus pensamientos y alza el rostro hacia el aparato metálico. El viento mueve las hojas de los árboles y hace mover con fuerza la falda del vestido de Veca.

—Nada esa bien —murmura al ver el logo de un hospital. —es una ambulancia aérea.

—¡Verónica! —le llama el ama de llaves de la señora desde la terraza de la casa.

Ella aleja el rostro de las dos figuras que se han bajado, con la cabeza abajo y corriendo apresurados hacia la casona con una camilla que sostienen a lado y lado.

—¡Ven! Es hora de irnos cielo.

¿Cambio de planes? Porque hasta donde tiene conocimiento estarían en ese lugar un tiempo prudente. La señora Salma fue especifica en decirle que alguien llegaría de la capital y se aseguraría ella estuviera acta para el puesto.

Insistió mucho en las normas de etiqueta, comportamiento en la mesa y obediencia. Estudió en la escuela de señoritas desde el primer año, obtuvo las mejores notas e incluso se ganó una beca escolar. Su abuelo siempre quiso hacer de ella alguien importante, sin embargo, a la hora de una Beca universitaria, empezaron los problemas.

Siempre existía un, pero, un papel equivocado, el alcalde no estaba, estudiar en ese colegio de ricos lo hace imposible, etc. Por último y cuando al fin encontró a alguien dispuesto ayudarle, su edad no le permitía acceso a ella.

—Recoge tus cosas, nos iremos en el próximo vuelo —Remy tiene los ojos y nariz roja, se suena la nariz con un pañuelo y mira con tristeza a Verónica. —la señora se va...

—Lo sé ella me lo dijo, pero volverá ¿No?

—Veca algunas veces creo que no eres de este mundo —la mujer solloza mientras la abraza y ella solo logra corresponder al abrazo. —cuando te dijo que se iba... hablaba de morir, su hermoso corazón está fallando.

Recibe los detalles en silencio varias lagrimas salen de su mejilla al saber los detalles. Desde la muerte de su familia en ese accidente Salma Rov, no volvió a ser la misma. Lo único que la ancló a este mundo fue su nieto Johnny, su compañía desde hace veintiocho años.

—¿Cuántos nietos tiene? —pregunta y la mujer la observa sin entender —me dijo que sería la niñera de su nieto.

Y un hombre de 28 años no necesita niñera, Remy la contempla en silencio. Si no fuera por los comentarios de todos los empleados que la describen como inteligente y la mejor de la clase, diría que la chica tiene algún retraso.

—Es imposible que ella te dijera algo así y mejor entra a recoger tus cosas —ordena molesta dándole un pequeño empujón.

Verónica da un paso adelante, pero se detiene rápidamente. No lo inventó, ella se refirió a su nieto como su niño o su bebé. Remy entiende la confusión y se anima a sonreír pese a lo complicado del asunto.

Domesticado  un ogro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora