Seduciendo a mi ogro

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La facultad está repleta y el silencio impera en el lugar, sus compañeros tienen la cabeza inclinada en el examen que están realizando. La gran mayoría parece satisfecha con lo que ve, Verónica es la más inquieta ese día, pero no por el contenido del mismo ¿Qué tan cierta fueron las palabras de la hiena? Esa pregunta rondaba en la cabeza desde que golpeó a la mujer. Apoya el lápiz en su mejilla y suspira recordando los calificativos usados.

—Cinco minutos —anuncia el profesor trayéndola a la realidad.

Apresurada da una mirada clínica a su emanen y asiente feliz. Con moral y examen se dirige al profesor que le recibe con rostro aburrido. "Éxitos señora Rov".

—Gracias —responde con una sonrisa, pero ya el hombre está diciendo lo mismo a los demás.

Éxitos señor James, Éxitos señor Mackenzie, éxitos, éxitos, éxitos... Verónica sonríe descubriendo que no es especial. Solo es una frase repetida a todos como saludo o un santo y seña. Una de las tantas frases que sale de sus labios mecánica y que le ha escuchado en esos dos años decir a cada uno de sus compañeros. Lleva tantos años en esa universidad que Verónica se anima a creer, esa frase es su sello. Ya sabes, de esos que suelen pasar las secretarías en las notarías de hoja en hoja.

—¿Qué tal te fue? —pregunta una de sus compañeras al llegar a su lado.

—Supongo que bien —encoje sus hombros y acomoda su mochila.

Si trabajas arduo en algo es lo que suele suceder y ella trabajó mucho para obtener una buena nota. Su compañera parlotea a su lado, diciendo ella no estudió lo suficiente, se fue de fiesta la noche anterior y olvidó el examen. La mira decir aquello como el mejor de los actos, guardándose sus opiniones.

—Necesito un trago fuerte para decir que reprobé. —explica a una Verónica sorprendida.

—¿Trago? —pregunta incrédula y su amiga afirma.

—Es la mejor manera de obtener valor, uno solo de ellos y estarás lista para lo que sea —lo dice con seguridad que ella no tiene de otra más que de creerle.

—Yo necesito uno entonces, para conquistar a Johnny o que se fije en mi —dice más para ella.

Caminan hacia la salida, sin dejar de mencionarle las tantas veces que recurrió a ese acto para obtener valor. Incluso asegura, lo usó cierta vez en que iba a declararse al chico que le gustaba.

—¿Funcionó? —quiso saber rápidamente y se sonroja ante la mirada curiosa de su compañera

—¿No eres casada? ¿Johnny es tu esposo? —afirma inocente ganándose una sonrisa cómplice de la chica —funcionó, es mi novio por doce largos y maravillosos años, mi esposo hace cinco... Desde los 16 ¿Tienes problemas en tu matrimonio o solo atizar la llama de la pasión?

Lo piensa un instante, ninguna de las dos aplica a lo que ella quiere. Su compañera toma su brazo deteniéndola en mitad de los pasillos. Es una chica rubia, le sobrepasa en una cabeza, de ojos dorados y largas piernas. A una mujer así todo le debe ser fácil, Verónica es de estatura media y últimamente su cuerpo a obtenido muchas curvas.

—Ya hiciste una labor para conquistarlo y sea tu esposo, ahora debes retenerlo —sonríe pícara y se aleja de ella para observarla aún más. —Necesitas un cambio de imagen, no licor —una vez más adquiere ese tono experto que a ella le hace creerle. —ahora que si deseas conquistar a otro...

—¿Qué dices? ¡No! —sacude sus manos y la mujer amplia su sonrisa al ver su rostro enojado.

—En ese caso puedo ayudarte... Algunas veces con nueva lencería tienes suficiente —guarda silencio pues varios compañeros empiezan a salir y una vez solas continúa — cierto tipo de lencería te transforma no sólo a ti... También a él —le hace un guiño y Verónica frunce las cejas dudosas. —no necesitas más que eso y unos movimientos sexys.

Domesticado  un ogro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora