« Príncipe D. »

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Sabo, con la impaciencia revoloteándole en el estómago, esperaba ansiosamente la llegada de Ann. El barco, ya preparado con provisiones para una larga travesía, esperaba en el muelle, listo para zarpar hacia el East Blue. Mientras conversaba con Koala, una figura familiar se abalanzó sobre él, envolviéndolo en un cálido abrazo. Ann, con la energía que lo caracterizaba, había llegado. Tras despedirse de todos, ambos se embarcaron en la aventura que los esperaba.

-¿Y por qué quieres ir al East Blue?-, preguntó Sabo, la curiosidad brillando en sus ojos.

-Quiero conocer al pequeño Luffy-, respondió Ann con una sonrisa radiante.

-¿Lo conoces?-, preguntó Sabo, frunciendo el ceño ligeramente.

-Bueno... no exactamente-, respondió Ann, soltando una carcajada. -En este pequeño viaje de un mes que hice, escuché hablar de él.

-¿Quién?-, preguntó Sabo, la sorpresa pintando su rostro.

-Shanks el pelirrojo-, respondió Ann, con un brillo especial en sus ojos.

-¿Cómo? ¡Estuviste con un Yonko!-, exclamó Sabo, incrédulo.

-Sí!-, respondió Ann, con entusiasmo, relatando con pasión su breve pero memorable viaje con los piratas pelirrojos.

Su travesía no estuvo exenta de peligros. Una tormenta furiosa azotó su barco, destrozándolo con sus olas embravecidas. A punto de sucumbir a la furia del mar, Ann, con su habilidad, logró mantenerlos a flote, evitando que se hundieran. La suerte los acompañó, ya que se encontraban cerca de la pared del Grand Line. Ann uso su cubo para atreves de las paredes y llevarlos a la isla mas cercana, siendo esta Loguetown.

Ann, exhausta por la batalla contra la tormenta, necesitó un día para recuperarse. Al despertar, ambos se dirigieron al puerto en busca de un nuevo barco. Finalmente, encontraron uno mediano que se ajustaba a sus necesidades. pero el precio estaba fuera del presupuesto que Dragon les dio, Ann un poco reacio pago con su propio dinero.

-¿De dónde conseguiste el dinero?-, preguntó Sabo, la curiosidad picándole nuevamente.

-Sé cómo conseguirlo-, dijo Ann, guiñándole un ojo y dejando al descubierto un pequeño pedazo de su hombro. Sabo, tomado por sorpresa, se sonrojó. -Lo conseguí hace unos años en una isla-, dijo Ann, riéndose de la reacción de Sabo.

Caminaron por la plaza, sus pasos resonando en el adoquinado. La plataforma de ejecución se alzaba imponente en el centro, recordándole a Sabo la trágica historia de Ace.

-Aquí asesinaron al primer rey pirata y casi asesinan al...-, comenzó Ann, pero antes de que pudiera terminar la frase, un grupo de marines apareció en la plaza, obligándolos a buscar refugio en un callejón cercano.

-¿Qué decías antes?-, preguntó Sabo, la curiosidad en su voz.

-No, nada-, respondió Ann, con una sonrisa nerviosa.

Decidieron buscar un restaurante para comer. Tras un almuerzo reconfortante, se embarcaron de nuevo.

Desembarcaron en una pequeña isla, un lugar tranquilo con un aire de paz que contrastaba con la agitación de Loguetown. Caminando por el pueblo, Sabo encontró un sombrero vaquero de color naranja que le llamó la atención. Lo compró sin dudarlo, imaginando a Ace con él.

Mientras continuaban su camino, una niña de pelo naranja se cruzó en su camino, chocando con Ann. Ann, con un gesto rápido, tomó a la niña de la muñeca y le sonrió.