Katakuri, con su imponente figura y una mirada que emanaba poder, se encontraba en medio de una misión que su madre, la temible Big Mom, le había encomendado. El barco, silencioso como la tumba, se deslizaba por las aguas oscuras. Su haki de observación, tan agudo como una espada afilada, detectó un movimiento que se acercaba a él. Lo que lo confundió fue que no parecía un ataque. Era un movimiento lleno de inocencia, de cariño.
Se movió unos pasos atrás, esquivando a la persona que se lanzaba hacia él. Sin embargo, sintió unos brazos rodeando su cuello, un abrazo cálido y familiar. La persona no tenía malas intenciones, solo le abrazó unos segundos y le sonrió, una sonrisa que iluminaba su rostro como el sol en un día despejado.
-¡Tío Mochi! - la voz, joven y llena de alegría, se aferró a su cuello. - ¡Te extrañe mucho! - Katakuri se quedó atónito por unos segundos, procesando la situación. Cuando recuperó sus sentidos, la persona ya se había alejado de él, dejando un aroma a caramelo y vainilla en el aire.
-Me dio mucho gusto verte, pero tengo que irme - sonrió, con una picardía en sus ojos. - Por cierto, te deje un pequeño regalo - le guiñó un ojo y desapareció, dejando a Katakuri desconcertado.
Los Barbablanca que vieron desaparecer a Ann y aparecer minutos después, le preguntaron qué sucedió. Ann solo les sonrió, una sonrisa enigmática que no revelaba nada, y se fue a la cocina.
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El Mobydick navegaba lentamente, como un gigante dormido, cuando los vigalantes le avisaron a Barbablanca que un barco se acercaba. Barbablanca, con su imponente barba blanca que le llegaba hasta el pecho, preguntó qué barco era. A lo que el pirata respondió que era un barco cantor del comandante dulce Katakuri. Barbablanca no le prestó más atención, diciendo que solo siguiesen el rumbo. Ann, Marco y Ace hablaban sobre la siguiente isla, sus voces mezcladas con el sonido del mar, cuando escucharon la conversación.
Al escuchar el nombre de Katakuri, Ann se apresuró a la barandilla, buscando con la vista el barco cantor del que hablaban. El barco pasaba cerca del Moby, y los piratas de Barbablanca incrédulos, observaron cómo Ann se lanzaba hacia Katakuri en un abrazo efusivo. Poco después, el barco cantor se alejó lentamente y Ann reapareció en la cubierta del Moby, como si nunca hubiera abrazado a uno de los dulces comandantes de un Yonko.
Con una sonrisa, Ann se acercó a Ace, quien estaba sorprendido, y le dio un golpe en la frente, provocando que diera unos pasos hacia atrás y chocara contra el pecho de Marco, quien lo ayudó a estabilizarse. Ace, sonrojado y un poco molesto, agradeció al primer comandante y rápidamente se alejó de Marco, persiguiendo a Ann para golpearlo en represalia. Marco sonrió cariñosamente a Ace, disfrutando de la interacción entre los dos.
Poco después, anclaron en una isla que no era territorio de Barbablanca, por lo que el Moby se quedó alejado. Después de que Barbablanca les asignara sus deberes, fueron en grupos a esta isla que estaba de fiesta, llena de coloridos puestos y música vibrante.
Ann bajó del pequeño bote en el que estaban Ace y Marco, causando que este se moviese y Ace se apoyase en Marco para evitar caer al agua. Ace, entre enojado y sonrojado, le lanzó uno de los remos a Ann, quien hábilmente lo esquivó pero terminó chocando contra una persona.
-¡Oh! el karma - dijo Ace cruzando los brazos, con una sonrisa traviesa en los labios.
Bajó del bote y caminó hacia Ann, con una mirada pícara y divertida en los ojos. Ann no entendía bien sus palabras, hasta que la persona con la que chocó colocó su brazo en su hombro. Al levantar la vista, se encontró con Sabo, quien le sonreía amistosamente, creando un momento de sorpresa y alegría en el encuentro inesperado.
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« Príncipe D. »
AléatoireLas aventuras del « Príncipe D. » El príncipe conoce a Nico Robin, se hace amigo de Law y los barbablanca. Una aventura con el « Príncipe D. »