18 ¿Quién era el en realidad?

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—Shh, has silencio Dylan, puede escuchar.

—Nadie nos puede escuchar, ¿Estás segura de que es una buena idea Alana?

—Si completamente—digo con seguridad.

Hay algunas cosas que no concuerdan de él y sé que es mi familia, pero tengo que descubrir si él oculta o trama algo. ¿Y qué mejor manera de saberlo, qué expiarlo? Aunque no he tenido buena suerte, pero soy fantasma, así que no tenía que preocuparme por esconderme y hacer silencio, ya que no pueden verme ni escucharme.

Decidimos dar una vuelta por la casa para asegurarnos que todo estaba bien y no pasará nada extraño. Todos se encontraban durmiendo, excepto una persona.

¿Por qué estaría despierto a la 1 AM?

Sería normal en un adolescente ¿Pero un adulto? Para mí no era tan extraño que estuviera despierto, lo que me daba curiosidad era saber que haría a esa hora.

Así que decidí expiarlo un poco, al principio Dylan se negó en apoyarme, decía que eso estaba mal expiar a alguien sin su consentimiento. Pero a la final lo terminé convenciendo, no fue tan difícil hacerlo.

Marcos toma la manilla de la puerta saliendo a las afueras de la casa con una maleta negra en sus manos. Su rostro cambió por completo, sus ojos tenía una mirada fría y su puño cerraba y abría en forma de furia.

¿Por qué estaría molesto?

No lo pienso dos veces y decido seguirlo.

Nos adentramos al bosque. Mientras que caminábamos decido romper el hielo y hablar.

—Recuerdo cuando mi papá me contaba las locuras qué hacían ellos dos. Eran morochos, así que no tenían amigos, siempre estaban ellos dos juntos, hasta que mis abuelos fallecieron. Decidieron tomar sus vidas apartes, aun así en días de fiestas nos reuníamos toda la familia, marcos sus hijos y nosotros—Digo mirando a Dylan mientras camino.

—Tus abuelos debieron de ser apegados a ti—emboza una sonrisa cerrada.

—Mis abuelos murieron antes de que naciera, así que no los conocí. Pero por los cuentos de mi papá eran grandiosos—Intento que mi voz no se quiebre.

—Lo siento mucho Alana, si te sirve de consuelo mis abuelos también murieron hace tiempo, aunque si los conocí eran muy especiales para mí—

—También lo siento—era lo único que podía decirle.

Marcos se detiene haciendo que nosotros actuemos de la misma forma.

Estamos a mitad del bosque, esto da un poco de miedo, solo se puede ver cómo las ramas de los árboles se mueven hacia los lados.

Intento saber el por qué se detuvo, me acerco completamente a él estando a unos centímetros de su cuerpo.

Escucho unos pasos, cada vez más fuertes, puedo oír el sonido que hace al tocar las ramas secas.

Intento ver bien a todos lados para saber quien se aproxima. Una figura sale entre los árboles, por la poca luz qué hay, no puedo ver de quien se trata.

La silueta cada vez se aproxima más a Marcos. Hasta quedar frente a él.

La luz no es tan buena; sin embargo, puedo ver su rostro y no lo reconozco por más que pienso, pero no es familiar, su rostro es la primera vez que lo veo.

—¿La pudieron localizar?—Comenta Marcos.

—No jefe, buscamos en todas partes, incluso fuimos para cada hospital, le dimos la descripción y nos hicimos pasar por sus familiares y una chica con esas mismas descripción, en la mañana se había fugado, los Doctores dicen que no saben nada de su paradero y aún no estaba para darla de alta.

—¿Cómo que aún no la encontraron? ¡Les dije perfectamente que la quería hoy mismo!—En su rostro se puede ver lo enojado que está.

La curiosidad de saber de quién hablan invade mi mente.

—Interrogamos a su hijo, ya que él fue cómplice que la chica escapara, pero no dijo nada.

—No les di permiso que interrogaran a mi hijo, ha él no le tocan ni un peló.

—Lo siento jefe, creíamos que era lo correcto.

—De él me encargo yo. ¿Investigaron a sus padres?—pregunta Marcos.

—Si, señor, no saben nada de ella desde hace años.

—¡Mierda son unos idiotas!—Dice Marcos con un tono muy alto.

—Lo siento jefe, buscamos por todos lados, pero pareciera que a esa perra se la hubiera tragado la tierra.

—No podemos dejar Cabos sueltos, hay que matarla—

—Si jefe, hoy al amanecer seguiremos buscando.

—Maldigo la hora en que naciste Vela torres—escupió Marcos.

Abrí mis ojos tan grandes como pude. Sus palabras retumban en mis oídos, no puede ser posible esto. Mi corazón se hizo pedazos ¿Cómo pudo hacer esto? Sentía ese nudo en mi garganta, mis mejillas arder. Lo que me identificaba en estos momentos no era tristeza, era rabia y furia, quería matarlo y aunque pudiera no sería capas.

—Todo este tiempo sentía culpa por ese día, por no haber actuado, cuando la culpa la tiene el que se hace llamar Tío, todo este tiempo tenía cuidado en salir a la calle, tenía mis precauciones, cuando la amenaza habitaba en mi casa ¡Somos familia! ¿Por qué lo hizo?—Digo alterada.

—Ya escuchaste lo suficiente, es hora de irnos—Dylan espera mi acción.

—No me iré de aquí hasta que ese sujeto llamado Marcos se retire—afirme.

—Alana no me perdonaría si algo te pasa—insiste.

—lo siento Dylan, pero es mi asunto, no el tuyo, así que ¡vete No te necesito!—mi voz se quiebra al decir esas palabras.

—Pues no me iré, te protegeré, cueste lo que cueste.

Iba a protestar, pero Marcos comienza hablar de nuevo.

—Ten el dinero—Marcos le entrega la maleta color negra.

—Gracias jefe, deme una segunda oportunidad, le aseguró que la encontraré— Dice abriendo la maleta dando paso a ver muchos billetes.

—¡Ya lárgate!—escupe Marcos.

—Si jefe, no se arrepentirá— él se voltea para irse.

En un segundo Marcos saca una pistola y le dispara en su cabeza.

Chille por el impacto de la bala, penetrar su cabeza. Su cuerpo cae hacia el suelo esparciendo sangre por su alrededor.

Trato de ser fuerte, pero no puedo evitar que mis lágrimas caigan.

¿Quién era verdaderamente Marcos?

—Aquí tienes tú segunda oportunidad—Comienza hacer una llamada mientras que camina dejando atrás al cuerpo y a nosotros...

Más Allá De VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora