Aria
Siento el calor del sol besar mis mejillas acompañado por una suave brisa de final de verano, muevo mis piernas bajo la suave tela en un intento de despertarlas y cuando intento hacer lo mismo con mis brazos, mi mano golpea algo duro a mi lado.
Abro los ojos de repente a la vez que me siento y escucho mis huesos crujir ante el brusco movimiento.
Mi mirada rápidamente se dirige hacia el cuerpo que yace sobre mi cama y maldigo para mis adentros.
Estamos en problemas.
El sol ha terminado de salir, en cualquier momento alguien cruzará la puerta de mis aposentos... y él sigue aquí.
Como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, me detengo a observarlo. Recorro su rostro, desde sus cejas pobladas y levemente arqueadas, hasta el pequeño rastro de vello en su barbilla. Su cabello se encuentra hecho un desastre, aunque suele serlo la mayor parte del tiempo, sus descontrolados rizos ahora apuntan en todas las direcciones como si hubiese pasado las manos por él una infinidad de veces. Me siento tentada a acariciar aquellas hebras castañas, pero su voz me saca de mi estupor.
-Hay un retrato mío en el pasillo de abajo- Sus palabras salen ahogadas contra la almohada-, puedo mandar a pedir que lo muevan aquí si tanto te gusta observarme.
-Cierra la boca.-Me da una leve sonrisa- Tienes que irte.
No obtengo respuesta de su parte y como ya ha pasado más de una vez, finge estar dormido. Sacudo su cuerpo suavemente.
-Ya ha salido el sol, Madame Tiffin vendrá en cualquier momento.
Silencio, esta vez lo sacudo con más brusquedad.
-Kiran, hablo en serio. Nos meteremos en problemas...
-Shhhh-Uno de sus dedos toca mis labios en un intento de callarme y la cama se sacude cuando voltea quedando boca arriba. Estira su cuerpo en todas las direcciones mientras se despereza y contengo una risa, si su cabello era un desastre su camisa es una completa catástrofe, las arrugas en la tela son infinitas como resultado de haber dormido con ella y una mueca se instala en mis labios cuando pienso en lo incomodo que debió de ser, al menos se ha quitado las botas.- No nos meteremos en problemas.
-Ya oíste lo que dijo Madame Tiffin la última vez, no volverá a cubrirnos.
-No hemos hecho nada malo, solo leímos un libro... Como todas las veces anteriores.
-Ya sabes que eso no es lo que creen los demás en el palacio.
-¿Y a quién le importan los demás?- Un bostezo lo interrumpe.
A tu padre me gustaría poder decir pero me contengo de hacerlo y antes de poder soltar alguna excusa, Kiran abre sus ojos y por fin me mira.
Esos malditos ojos.
Hay leyendas en estas tierras que aseguran que una simple sonrisa podría hacer caer un reino entero, pero los ojos de Kiran definitivamente podrían no solo derribar un imperio, sino que también podrían conseguir que hasta el enemigo más fuerte se arrodillara ante él y le diera lo que pidiera sin esfuerzo alguno. Incluso después de años, sigo intentando descubrir que es lo que los hace tan especiales, tan hipnotizantes. Tal vez sean sus envidiables pestañas o la forma en la que sus parpados se empequeñecen al sonreír dándole un aire adorable pero seductor a la vez, o tal vez sea el color tan singular que los hace brillar, un color verde claro que a veces al ser iluminados por el sol pueden confundirse con el mismo color del mar.
ESTÁS LEYENDO
El Reino de las Mentiras
FantasyDurante los últimos años, Aria y Kiran han tenido que preocuparse por mantener en secretos sus sentimientos hacia el otro, pero cuando la amenaza que se extiende por las tierras de Rilyka, llega al Reino de Verrater, sus prioridades cambiarán drásti...