Kiran
El eco de mis pasos es mi único acompañante durante todo el recorrido, sé de memoria cada giro, atajo, subida y bajada de este castillo, crecí entre estas paredes de piedra y podría caminar con los ojos vendados y de igual forma encontrar mi destino. Si tardo en alcanzar uno de los cinco comedores de este lugar, no significa que me haya perdido, es porque no quiero.
Pero mi padre no tiene por qué saberlo.
Un camino que debería ser de cinco minutos, se ha transformado en uno de diez y me siento tentado a alargarlo a quince, pero sabiendo lo tedioso que puede ser mi progenitor, me detengo frente a la gran puerta de madera y la empujo abriéndome paso.
La imagen que me recibe es algo deplorable.
La gran mesa que acostumbra a estar llena de invitados, ahora se encuentra vacía y siendo ocupado únicamente por el Rey Tristan Evgeni de Verrater, quien ni siquiera levanta la mirada al notar la presencia de su único hijo.
Con los años te acostumbras a este trato tan frío y poco paternal de su parte, aunque no lo culpo.
No después de lo de mi madre.
Suspiro para mis adentros y me acerco a paso decidido hasta la punta de la mesa donde se encuentra rodeado de papeles, de pequeño mi padre solía decirme que para obtener alguna ventaja debía dejar los sentimientos de lado, centrarse en ser el mejor y encontrar la solución en la que nuestro reino se favoreciera, aunque se refería más a si mismo que a nuestra gente. La mente de mi padre es la de un estratega, ve a todas las personas como un campo de batalla en el que, cueste lo que cueste, debe salir victorioso.
Por eso no es sorpresa que siempre esté ocupado planeando nuevos movimientos para nuestras tropas.
Y mucho menos con lo que está pasando en las tierras de Rilyka desde hace varios años.
Los ataques son cada vez mayores y por alguna razón, aquel trágico destino no ha llegado al reino de Verrater, pero eso no significa que no nos preocupe. Y aunque no debería, lo tomo como algo personal por todo el mal que aquello le causó a Aria, por ser la razón de que ella este aquí y no con su familia.
Carraspeo llamando su atención pero de igual forma no parece interesado en despegar sus ojos de los papeles.
-¿Quería verme?
-Lord Hudson ha enviado una invitación al cumpleaños de su hija.
Ruedo mis ojos, esto va a ser divertido.
-¿Te has quedado mudo?
-Para nada- Me balanceo sobre mis pies- Envíale mis felicitaciones.
-Una carroza estará esperándote mañana por la tarde, se puntual.
Hace tiempo que este tipo de ordenes dejaron de importarme y él lo sabe pero prefiere olvidarlo.
-Recuerdo a la perfección lo que pensabas hace un año de Lord Hudson ¿Cómo fue que lo llamaste?
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El Reino de las Mentiras
FantasyDurante los últimos años, Aria y Kiran han tenido que preocuparse por mantener en secretos sus sentimientos hacia el otro, pero cuando la amenaza que se extiende por las tierras de Rilyka, llega al Reino de Verrater, sus prioridades cambiarán drásti...