Capitulo 6

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Kiran

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Kiran

Josephine Bell y yo tenemos historia, a una parte de mi le gustaría decir que es una trágica, pero no lo es.

Podría decirse que crecimos juntos, ella y su familia solían venir de visita dos veces al año, desde que puedo recordar la mayor parte de mis veranos son recuerdos junto a ella, tardes jugando a escondernos en los establos, corriendo entre los grandes arbustos del jardín o intentando escuchar las conversaciones de nuestros padres detrás de las puertas. En ese entonces, no había muchos niños de mi edad en el palacio y era muy difícil decir que tenía amigos, pero Josie lo fue. Sabía que podía contar con ella, incluso si tenía que esperar la mitad del año para volver a verla.

Con el tiempo formamos una amistad, solíamos enviarnos cartas cada algunas semanas contando sobre nuestros días, fue la primera en saber lo poco contento que estaba al principio con la llegada de Aria al castillo, la primera en saber mis avances en mis clases de combate y en enterarse de mi preocupación por mi madre, tema del que nunca hable con nadie, ni siquiera con Aria.

Josie fue la primera en muchas cosas... incluyendo mi primer beso.

Fue a los quince, unas semanas antes de que mi madre muriera. La noticia de que sus días estaban contados había llegado hasta el hogar de los Bell y habían decidido adelantar su visita para acompañarnos y poder despedirse. Ver a Josie cruzar las altas puertas de entrada fue un alivio, como si un peso asfixiante-uno que casi me arrastraba hasta los cimientos de la tierra- se quitara de mis hombros. Para esa época, Aria y yo habíamos empezado a ser amigos, pero no era lo mismo que con Josie, aún no existía la confianza que me permitía contarle mis miedos, no podía expresarle lo completamente inútil que me sentía al ver a mi madre en ese estado y no poder hacer nada para ayudarla, no podía decírselo sin verme débil.

Pero con Josie si podía.

Pasé esos días a su lado, contando con su apoyo cuando apenas podía sostenerme de pie por la penuria. Ella hizo todo lo que estaba a su alcance para distraerme y siempre estaré agradecido por ello, porque en los momentos en los que las nubes bloqueaban mi cielo, ella era ese rayo de sol que te recuerda que detrás de todo ese dolor, la felicidad aguarda por ti.

Fue una fría noche de invierno cuando la besé.

Simplemente me sentí cómodo y no vi mejor manera de demostrarle lo agradecido que estaba con ella, aunque al segundo de hacerlo me percaté que tal vez no era la mejor decisión y empecé a dudar de ello, tal vez ella no se sentía de la misma forma que yo y me estaba precipitando a sacar conclusiones... pero Josie me devolvió el beso y supe que estaba bien. Los pocos días que siguieron no nos separamos del otro hasta que el momento de marchar llegó.

Aprendimos a construir una relación a pesar de la distancia, las cartas empezaron a llegar más seguido, a veces era difícil y nos cuestionamos muchas veces nuestras decisiones, pero al reunirnos aprovechábamos hasta el último segundo. Durante dos años fuimos felices de esa manera, pero las cosas empezaron a ir mal.

El Reino de las MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora