Capítulo 8: La Jedi

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Durante su largo viaje, Bal evitó hablar con Mando, seguía avergonzada con lo que tuvo que confesarle. Cuando el mandaloriano iba en su busca, ella se hacía la dormida o se marchaba a jugar con el niño. Pero parecía que en el corazón de Mando empezaba a crecer un sentimiento, el cual no estaba preparado para revelar.
Por fin divisaron el planeta Corvus, la joven parecía emocionada por llegar, aunque en parte entristecida, ya que no sabía que pasaría con el niño y si después de entregarlo a su familia, Mando y ella se separarían. Lo único que Bal tenía claro era que por mucho que le costara, debía hablar con él, con el fin de que esa separación no se realizara, pero poca esperanza le quedaba, pues después de haberle ignorado durante el viaje, le daba vergüenza dar el paso.
-Corvus, ya hemos llegado, he detectado una baliza, voy a iniciar el aterrizaje-. Dijo Mando mirando a Bal.-Mejor que volváis a vuestro asiento-. Les aconsejó girándose hacia el niño. La joven le hizo caso, pero el pequeño se quedó mirando una palanca.-¡Eh! ¿Qué te acabo de decir?, vuelve a tu asiento-. Le ordenó de nuevo al niño.
-No le hables así, pobrecito, yo me encargo de él-. Respondió la joven, cruzando palabras con el mandaloriano por primera vez en todo el viaje. Tomó al niño en brazos y lo sentó en su asiento. La nave descendió y aterrizaron en un bosque desolado, compuesto de troncos sin hojas.-Un lugar un tanto hostil-. Comentó Bal, bajando de la nave junto al niño, que llevaba una especie de pelota en la manita, si la joven no recordaba mal, era de la palanca que el pequeño había estado mirando tan atentamente. Mando se giró para mirarles.
-¿Qué te tengo dicho?, esto tiene que quedarse en la nave-. Le dijo al niño, quitándole la bola y guardándosela.-Aquí fuera, no hay mucho que ver-. Dijo Mando soltando un largo suspiro.
-Es la primera vez que voy a ver un Jedi-. Le dijo Bal.
-Yo igual, vayamos a la ciudad, a ver si nos dan alguna pista-. Añadió Mando, mientras se agachó y tomó al niño en brazos. La joven comenzó a andar y este la siguió, hasta que llegaron a una gran muralla, en la que había un par de personas vigilando.
-¿Qué os trae por aquí?-. Preguntó uno de los guardias.
-Llevo varios días de rastreo, buscamos un lugar de descanso-. Les informó Mando.
-Bonita armadura-. Añadió el guardia.-¿Sois cazadores?-. Preguntó.
-Si, ambos lo somos-. Respondió Bal por el mandaloriano.
-Abrid la puerta-. Ordenó el hombre.
Los portones se abrieron y los tres entraron a lo que parecía ser un pueblo pobre y de recursos escasos. Los habitantes no parecían alegrasen mucho de verles.
-Perdone, vendedora, ¿sabe usted de alguien...?-. Sin darle tiempo a proseguir, la mujer se escondió en su casa cuando Mando se le acercó.
-Que simpáticos son todos aquí-. Se burló la joven.
-No creo que esa sea la cuestión-. Añadió el mandaloriano girándose hacia un callejón.-Perdonad, necesito información, estamos buscando a alguien-. Les dijo Mando a un señor acompañado de unos niños.
-Por favor, no hables con los pequeños, ni con nosotros-. Le respondió el hombre con temor.
-Tranquilo, señor, solo queremos saber una cosa-. Antes de que la joven pudiera continuar, aparecieron unos guardias tras ellos.
-La magistrada quiere veros-. Les informaron y tras un extraño silencio, ambos les siguieron.
-Algo no me huele bien en este sitio-. Le susurró Bal a Mando, este asintió, compartiendo su opinión. Avanzaron hasta llegar a unos postes que parecían jaulas electrificadas.
-Ayudadnos-. Les suplicó uno de los hombres encerrados y por esas palabras la jaula le soltó una descarga. Bal le miró con pena, pero Mando se giró sin decir nada. Abrieron la puerta y ambos cruzaron hasta llegar a una especie de mansión. Al entrar, les esperaba una mujer, vestida con ropas bien confeccionadas, nada que ver con los habitantes del pueblo. Bal la caló en cuanto la observó y no le hacía gracia como trataba a esa gente.
-Acercaos-. Les dijo la mujer de forma altiva.-¿Tu eres un mandaloriano?-. Preguntó. Mando asintió.-Tengo una propuesta que puede que te interese-. Afirmó la mujer.
-Mi precio es alto-. Respondió Mando.
-Este objetivo, no tiene precio-. Le informó.-Una Jedi me atormenta, quiero que la mates-. Le explicó la mujer.
-Es una tarea difícil-. Contestó el mandaloriano.
-Para la que tu eres muy adecuado-. Dijo Ella.
La mujer les contó su plan, Mando le repitió que sus servicios no serían baratos, ella a cambio le ofreció una lanza hecha de beskar puro y le dijo que si acababa con la Jedi, sería suya. Bal le miró y cuando estuvo a punto de negarse, el mandaloriano la detuvo.
-¿Dónde la podremos encontrar?-. Preguntó el hombre. La mujer asintió y les condujo hasta el exterior de la muralla, sin muchas explicaciones. Cuando se alejaron lo suficiente de la ciudad, Bal se detuvo y agarró del brazo a Mando.
-¿Por qué has aceptado?, yo no pienso matarla, es la única que nos puede ayudar-. Le replicó la joven.
-Tranquilízate, hemos obtenido la información que necesitábamos, ahora haremos lo que queramos con ella-. Le respondió el hombre.
-Ah, ya entiendo, no ibas a aceptar su trato, solo querías poder localizar a la Jedi-. Dijo la muchacha. Mando le respondió con una leve risa.-Ay perdone usted por ser tan corta de mente-. Se burló molesta.
-Lo has dicho tu, no yo-. Le respondió el mandaloriano. La joven estaba enfadada, pero a la vez se alegraba de la cercanía entre ambos. Adentrándose en aquel bosque oyeron unos golpes, Mando dejó al niño sobre una roca.
-Tranquilo, quédate aquí, nosotros iremos a ver de que se trata-. Le explicó el hombre. Antes de que Mando pudiera comprobar el perímetro, una figura les sorprendió, abalanzándose sobre ellos. Bal la esquivó con dificultad y el mandaloriano recibió el golpe de dos espadas lasers, algo que sorprendió a la joven que nunca había visto ninguna. Después de varios golpes Mando detuvo a su atacante.
-Ahsoka Tano, nos envía Bo-Katan, tenemos que hablar-. Le explicó el hombre exhausto. La mujer guardó sus espadas y se giró hacía el niño.
-Espero que sea de él-. Respondió.
Al caer la noche encendieron una linterna, la Jedi y el niño se sentaron juntos, mirándose, parecían comunicarse de alguna forma. Bal se sentó en una roca, viendo como Mando se paseaba de un lado a otro.
-¿Quieres parar?, me estás poniendo nerviosa-. Le dijo la joven alterada.
-Perdón, es que llevan mucho tiempo ahí callados-. Respondió el mandaloriano, después se sentó a su lado, algo que puso aún más nerviosa a la muchacha. Una vez acabaron, Ahsoka con el niño en brazos se acercó a ellos.
-¿Está hablando? ¿Tú le entiendes?-. Le preguntó Mando.
-Mas o menos, Grogu y yo percibimos lo que piensa el otro-. Explicó la Jedi.
-¿Grogu?-. Preguntaron el mandaloriano y la joven a la vez, el niño se giró al oírles.
-Si, ese es su nombre-. Afirmó Ahsoka.
-Grogu-. Repitió Mando, el niño se giró de nuevo para mirarle.
-Se crió en el templo Jedi de Coruscant, lo entrenaron muchos a lo largo de los años, al final de las Guerras Clon, cuando el imperio llego al poder, lo ocultaron, alguien se lo llevó del Templo, luego su memoria se vuelve oscura-. Explicó la mujer.-Parecía perdido, solo, yo he conocido nada más que a otro ser como él, un sabio maestro Jedi llamado Yoda-. Afirmó.-¿Aún puede manejar la Fuerza?-. Preguntó intrigada.
-¿Sus poderes dices?-. Contestó Mando.
-La Fuerza es lo que le da sus poderes, es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes, para manejarla hace falta entrenamiento y disciplina-. Les contó la mujer.
-He visto como hacía cosas inexplicables-. Comentó Bal.
-Mi cometido...bueno, el nuestro, era llevárselo a un Jedi-. Le explicó Mando.
-La Orden cayó hace mucho tiempo-. Informó Ahsoka.
-Igual que el Imperio, pero aún van detrás de él, necesita tu ayuda-. Añadió el mandaloriano. La mujer miró al niño con pena.
-Dejemos que duerma, le pondré a prueba por la mañana-. Afirmó Ahsoka. Con esas palabras, Bal y Mando, volvieron a la nave en busca de mantas, para poder acampar junto con Ahsoka.
-Solo tengo estas dos mantas-. Dijo el mandaloriano mirando a la joven.
-Vale, mientras haya para ti y para el niño, yo estaré bien-. Le respondió. Luego regresaron con la Jedi, allí en medio de el bosque se sentaron apoyados en una roca. Ahsoka y el niño se durmieron, Bal miraba al cielo, contemplando las estrellas y por un momento miró a Mando de reojo.
-¿Sigues despierto?-. Le preguntó.
-Si, no puedo dormir-. Respondió susurrando.
-¿Qué crees que pasará si el pequeño se queda aquí?, quiero decir, ¿que haremos nosotros?-. Le dijo tragando saliva. El mandaloriano giró la cabeza, mirándole.
-Todavía tienes una deuda conmigo, según tú-. Le contestó.
-Si, bueno, en realidad ya no, el Moff Gideon sigue vivo, así que la deuda ya no es válida-. Le comentó.
-No habías dicho nada, ¿por qué?-. Preguntó el hombre. La joven emocionada y nerviosa suspiró.
-Mando yo...-. Se calló por un segundo, pensándose bien sus palabras.-Encontré un motivo más importante que aquella deuda, pensé que si ayudaba a este niño, yo, pagaría por algo que hice hace tiempo-. Dijo Bal bajando la cabeza.-Hace unos años en una misión maté a un chiquillo, fue un accidente, el disparo iba para mi presa, pero tomó al niño de rehén justo cuando apreté el gatillo, atravesando a ambos-. Le contó a punto de llorar.
-Como has dicho, fue un accidente, no deberías atormentarte por ello-. Respondió Mando.-Viajar contigo ha sido de gran ayuda y no me gustaría que abandonases, mañana hablaremos sobre lo que haremos, ahora durmamos-. Le aconsejó. Bal imaginándose la separación comenzó a llorar, la pena y el frío se apoderaban de la muchacha. El mandaloriano con un suspiro y en parte conmovido, se acercó a ella, alzó su brazo y rodeo a la joven, compartiendo su manta. Bal se sorprendió, secó sus lágrimas y posó la cabeza sobre el pecho de él.
-Gracias-. Murmuró entre sollozos.
La noche llegó a su fin, en la mañana la Jedi y el niño se prepararon para la prueba. Mando y Bal se apartaron y les observaron, atentos.
-A ver que conocimientos se esconden en esa cabecita-. Le dijo Ahsoka al pequeño, después se agachó y tomó una piedra del suelo. Dejó la piedra sobre la mano y con la Fuerza se la acercó al niño, este la cogió con ambas manos.-Devuélveme la piedra, Grogu-. Le pidió la Jedi.
-No te entiende-. Dijo Mando.
-Tranquilo, la piedra, Grogu-. Repitió Ahsoka, el niño tiró la piedra al suelo desanimado. La joven Jedi se acercó al pequeño y tomó su manita.-Percibo mucho miedo en ti-. Le dijo apenada.-Ha ocultado sus capacidades para poder sobrevivir, probemos otra cosa-. Les aconsejó.-Ven aquí-. Ordenó.
-Es muy cabezota-. Contestó Mando.
-Él no, tú, quiero ver si a ti te hace caso-. Respondió Ahsoka.
-Sería la primera vez-. Bromeó el mandaloriano.
-Buenas o malas, las primeras veces nunca se olvidan-. Le aconsejó la mujer. Bal miró a otro lado y soltó un leve carraspeo. Mando se acercó al niño, con la piedra en la mano y le pidió que la levantase, el pequeño no parecía hacerle caso, hasta que Ahsoka le aconsejó que intentara conectar con él, entonces Mando recordó la bola que tanto le gustaba al niño.
-Grogu, ¿quieres esto?, pues adelante-. Le propuso el mandaloriano con ánimo. El pequeño le miró, alzó la mano y con su poder la atrajo hasta él.
-Ey, lo ha conseguido, eso es genial, ¿verdad?-. Dijo Bal con alegría.
-Sabía que podías hacerlo, muy bien-. Se alegró Mando.
-Tiene un vínculo fuerte contigo, no puedo entrenarlo-. Afirmó Ahsoka.
-¿Cómo que no?-. Preguntó Bal.
-El vínculo que mantiene con él le hace vulnerable a sus miedos, a su ira-. Les contó .
-Más razón aún para entrenarle-. Contestó Mando.
-No, he visto lo que esos sentimientos hacen a un caballero Jedi entrenado, al mejor de nosotros, no iniciaré a este niño en ese camino, es mejor que pierda sus habilidades-. Les explicó la mujer.-Me he retrasado mucho, debo volver a la aldea-. Finalizó la Jedi.
-La magistrada nos envió a matarte-. Le contó el mandaloriano.-No accedimos a nada y te ayudaremos con tu problema, si te encargas de que Grogu reciba su entrenamiento-. Le propuso Mando.
-Por favor-. Le suplicó Bal. Ahsoka asintió, juntos trazaron un plan, llevaron al niño al Razor Crest y se plantaron en la ciudad. La Jedi entró por la puerta principal, armando un gran escándalo, mientras que Mando y Bal, se colaban por los tejados, gracias al propulsor de el mandaloriano. La Jedi atrajo la atención de todos los guardias, salvo dos que se veían dispuestos a acabar con los aldeanos apresados. Pero Mando y Bal saltaron desde uno de los tejados para impedírselo. El mandaloriano le disparó con su blaster a uno y la joven le golpeó al otro en la cabeza, derribándolo. De una de las casas, salió el hombre con el que hablaron en aquel callejón al llegar a la ciudad, con su ayuda soltaron a los presos. Una vez liberados, el que parecía el jefe de la guardia regresó y Ahsoka consiguió entrar en la mansión de la magistrada.
-Así que os habéis aliado con la Jedi-. Afirmó el hombre.
-Eso parece-. Respondió Mando. Detrás de él se oían luchar a las dos mujeres.
-¿Quién creéis que ganará?-. Les preguntó el jefe.-Podría ser vuestro bando o quizá el mio-. Comentó, mientras se acercaba a ellos despacio.-Yo no tengo nada contra ti mandaloriano-. Añadió.
-No te acerques más-. Le aconsejó Mando, llevando una mano a su blaster y la otra colocándola frente a Bal, en signo de protección.
-Tú y yo somos parecidos, dispuestos a darlo todo por la causa justa y esta, no lo es-. Comentó el hombre.-Creo que ganáis vosotros-. Finalizó, al oír el golpe de la lanza de beskar, que impactaba contra el suelo y dejando su arma sobre el asfalto, despacio. Mando separó su mano del blaster, pero no de la joven, ya que no se fiaba de su contrincante. Y no se equivocaba, el hombre se levantó con rapidez e intentó dispararles con un arma que guardaba en su espalda. El mandaloriano se colocó enfrente de la muchacha deteniendo el disparo y le correspondió con otro, matando al jefe de la guardia.
-Gracias, aunque podría haberle matado yo-. Le dijo Bal.
-Lo se, pero aquí el que tiene la armadura soy yo, no hace falta que te arriesgues-. Respondió Mando, la joven se rió del comentario. La gente empezó a salir de sus casas y el hombre de antes les agradeció por la ayuda, pero su rostro se cambió al mirar hacia arriba.
-¡Detrás!-. Gritó el hombre. En el tejado que estaba a espaldas de ellos había un droide apuntándoles. Mando temiendo por la vida de su compañera, la apartó con fuerza para que no le alcanzara ningún ataque y disparó al droide en la cabeza, acabando con él. Cuando el mandaloriano se giró, en busca de Bal, esta estaba tirada en el suelo, con el empujón que le había dado, hizo que se tropezara y cayera, golpeándose en la cabeza.
-¡Bal! ¿Estás bien? ¡Contéstame!-. Exclamó Mando, agachándose y tomando la joven entre sus brazos. Ella no contestaba pues se había desmayado, el hombre que les había advertido le aconsejó que la llevaran a su casa y así lo hizo, la elevó del suelo y la llevó hasta una habitación, allí la soltó y se sentó a su lado. A las pocas horas Bal despertó dolorida, para ver al aldeano entrar por la puerta con un paño mojado.
-Ya has despertado, menos mal-. Le dijo alegremente.
-¿Y Mando? ¿Dónde esta mi amigo?-. Preguntó alterándose.
-Está fuera, acaba de salir a tomar el aire, no se ha apartado de ti en ningún momento-. Le informó el señor.
-¿Ahora me llamas amigo?-. Preguntó Mando apoyado en el marco de la puerta de la habitación.
-Y-Yo, no sabía que estabas oyendo-. Respondió la joven nerviosa y ruborizada. El señor salió del cuarto y les dejó solos.
-Perdóname, no controlé mi fuerza y por eso te golpeaste-. Le dijo Mando arrepentido.
-Tengo la cabeza dura, estoy bien, después de un descansito, claro-. Se rió la joven.
-Entonces, ¿estás lista para irnos?-. Le preguntó.
-Ni con un brazo menos te dejaría ir-. Respondió Bal sin pensar, algo que hizo reaccionar al mandaloriano con una tos exagerada, la joven se dio cuenta de sus palabras y se tapó la boca ruborizándose de nuevo. Después se levanto de la cama.-Q-Quiero decir, nos podemos ir cuando quieras-. Afirmó saliendo de la habitación.
Al rato de la incómoda conversación, se prepararon para marchar, en el portón de la muralla les esperaba Ahsoka.
-Creo que este, era tu pago-. Afirmó la mujer entregándole a Mando la lanza de beskar.
-No puedo aceptarlo, no he terminado el trabajo-. Respondió el mandaloriano.
-No, pero esto debe estar con un mandaloriano-. Dijo la Jedi.-¿Dónde esta vuestro amiguito?-. Preguntó.
-Está en la nave, espera aquí, iré a por él-. Le informó Mando. Luego de esas palabras el mandaloriano y la joven se marcharon en busca del niño. Al llegar al Razor Crest lo vieron durmiendo en su cuna, Mando se acercó a despertarlo, Bal le acarició la cabeza con ternura y el niño abrió los ojos.
-Despierta pequeño, es hora de despedirse-. Le dijo el hombre, tomándolo en brazos y saliendo de la nave.
-Eres como un padre para él, que digo, sois como su familia-. Dijo una voz, ambos alzaron la vista y vieron a la joven Jedi.-No puedo entrenarlo-. Les advirtió.
-Me hiciste una promesa, nosotros cumplimos nuestra parte-. Aclaró Mando.
-Hay una posibilidad, id al planeta Tython, buscad las ruinas de un templo que tiene una poderosa conexión con la Fuerza, colocad a Grogu en la piedra de la visión-. Explicó Ahsoka.
-¿Y luego qué?-. Preguntó el mandaloriano.
-Puede que Grogu elija su camino, si se expresa usando la Fuerza, un Jedi podría percibir su presencia y acudir en su busca, aunque no quedan muchos-. Finalizó la mujer.
-Gracias-. Respondió Mando.
-Que la Fuerza os acompañe-. Se despidió Ahsoka.
Bal y Mando subieron a la nave de nuevo, la joven estaba decepcionada porque pensaba que este era el destino del niño, pero feliz por poder compartir más tiempo junto al pequeño.



 Bal y Mando subieron a la nave de nuevo, la joven estaba decepcionada porque pensaba que este era el destino del niño, pero feliz por poder compartir más tiempo junto al pequeño

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