Capítulo 7.- Estás aquí, pero te extraño

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En la versión que Marco contó, había ido tras la hija del regente, porque era una chica adorable, y cuando se enteró de ello, simplemente pensó que podría tenerla muy a pesar de que estaba comprometida. 

Entonces, la versión de Marco, afirmaba que había encontrado a la chica en una fiesta, y allí, simplemente la había convencido de venir con él, pero por supuesto, en México decimos "Pueblo chico, infierno grande", y no hubo manera alguna en que todos los del pueblo no lo supieran. 

Sin embargo, la versión real, era algo distinta; la fiesta en la que Marco conoció a la chica, fue más bien una reunión, menos ruidosa, y también menos libertina de lo que Marco había contado, allí fue donde ella lloraba, cerca del casco viejo de la hacienda, que se hallaba a un costado del pueblo. 

Ella le contó las razones de su llanto; no quería casarse, Marco entonces comenzó a decirle que se marchara del pueblo, después de todo, fuera de aquel pequeño infierno, había un mundo entero que conocer. 

"Aquí hay tradiciones, presionantes tradiciones" –dijo–. "No estamos tan mal, pero, eso no justifica que podríamos estar mejor" 

Le dijo que se fueran del pueblo, que él la ayudaría, que si su sueño era realmente estudiar y hacerse mejor persona, él la apoyaría; ¡claro que la chica se enamoró! ¡Marco es algo único! 

Pero la historia también tenía sus inconsistencias, por ejemplo, a pesar de que el pueblo lo rumoreó, y el propio Marco lo insinuó, nunca se acostó con ella, sin embargo, fue eso lo que desató la ira del joven prometido, que no dudó en devolver a la chica a sus padres y darle (junto con todos sus amigos), un breve recordatorio para que no anduviera por allí "sonsacando a las morras de los demás" 

De aquello, hacía algunos meses, aunque no se podía dudar mucho de la valentía de Marco De La Cruz, que luego de huir por su cuenta, volvió, para esclarecer toda esa historia, después de todo, como supuesto "castigo", la hija del regente sería enviada a Monterrey, con una tía, a estudiar a una de las escuelas más caras del país… 

–Gracias Marco –Dijo la chica mientras lo abrazaba–. Y lamento todo el malentendido… 

–Estoy bien… 

Dijo Marco apartándose del agarre. 

Después la muchacha subió al coche que la llevaría hasta el aeropuerto, mientras el ex-prometido veía la escena con desagrado y molestia, pero también incapaz de hacer nada, después de todo, era el propio regente quien tomaba el hombro de Marco, como señal de perdón por todo el alboroto que su chamaca había causado, no'más por no querer casarse. 

Marco al parecer no dijo más, se despidió, casi con una reverencia, esa de caballero inglés que había aprendido en algún lugar y que usaba para impresionar. 

–Pos, no me malentiendan –dijo el regente, agarrándose la hebilla del pantalón–. Pero a mí se me hace que a ese De La Cruz, le truena la reversa… 

Los pocos varones presentes asintieron y desviaron la vista rápidamente. 

Y la sospecha de la sexualidad de Marco De La Cruz, no era para menos, dejando de lado la forma en la que se aferraba a la mano de su primo para salir de cualquier lugar, lo que podría justificarse como una costumbre arraigada (iban pa' todos lados agarrados de las manos desde que eran chamacos) definitivamente eso no podía abarcar todas las malas costumbres del chico; por ejemplo, en sus años de escuela y a pesar de la cantidad de chicas que le rondaba, Marco nunca se había mostrado verdaderamente interesado en ninguna, y aunque esto pudiera considerarse parte de su hombría, el problema fue que ellas mismas comentaron que el muchacho, las había dejado "tendidas y dispuestas", como incapaz de tocar a ninguna. 

El amor es una derrota inminente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora