Capítulo 4.- Si el destino existe, ya te jodiste.

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Una vez más, el sábado por la mañana, Marco De La Cruz caminaba de vuelta a "casa" donde seguramente encontraría a Miguel y a Hiro, sentados a la mesa como una maldita pareja de recién casados, entonces se metería a la ducha y después se iría directo a dormir todo el día, pero al entrar al apartamento, sólo estaba Hiro haciéndose cargo del desayuno, como cada mañana; en pijama. 

─¿Y Miguel? 

─Está en la biblioteca, da un taller de guitarra todos los sábados por la mañana, hora y media para niños y hora y media para adultos. 

─Ya veo, entonces los sábados tu te encargas del desayuno. 

─Teníamos un trato ─Esclareció Hiro─. Yo me hago cargo todo el sábado, lavo la ropa y hago toda la comida y el domingo el hace limpieza doméstica y la comida, eso implica que me levanta el domingo a las 7 de la mañana con TexMex o alguna cosa rara, a todo volumen, pero vale la pena por tener la casa limpia. 

─Son toda una pareja… 

Marco sintió un retortijón en el estómago. 

─Quítate el uniforme, voy a lavar, y toma un baño mientras preparo el desayuno, no pelearemos sin comer antes… 

Señaló Hiro sabiendo que el ambiente se tensaría en cualquier momento. 

─Como digas… 

Marco se marchó, dejó la ropa doblada en el montón de ropa sucia y tomó una ducha, escuchó cuando Hiro entró y se llevó la canasta y luego la lavadora trabajando, para cuando salió Hiro tendía la ropa en la Marquesina y balcón del cuarto de lavado, descalzo y aun en pijama.

─Deberías ponerte zapatos… 

Marco señaló el piso mojado. 

─Deberías ponerte ropa… 

Hiro le dio una sonrisa ladeada y siguió tendiendo. 

─No traje tanta

Marco tenía una toalla envuelta a la cadera y ya. 

─Deberíamos comprarte ropa. 

Hiro se estiraba para tender los pantalones, dándole la espalda a Marco, hasta que, se resbaló. 

Marco actuó rápido abrazando a Hiro, quien cayó de espaldas, con la mano de Marco en la cintura y la otra en su cabeza, impidiendo el golpe. 

─Que casualidad ─Dijo Hiro, sin hablar con Marco realmente─. Siempre tiendo así y esta es la primera vez que pasa esto ─Miró a Marco y tuvo tiempo de notar que las marcas de la pelea en la que se había metido, ya eran manchones amarillos a punto de sanar─. ¿Y mencioné que debes ponerte ropa? 

La toalla de Marco resbalaba lentamente y Hiro lo sabía, así que se mantuvo viendo hacia arriba. 

─¿Mencioné que debes ponerte zapatos? y ¿que no tengo más ropa?

Marco se sentó y alcanzó un boxer que estaba en la canasta de la ropa limpia, lo bueno de la secadora es que dejaba la ropa casi seca, así que Marco se lo puso. 

─Espera, Marco, ese aún está húmedo, te vas a enfermar. 

Exclamó Hiro cuando Marco se ponía de pie y se marchaba. 

─No eres quien para hablarme de prudencia. 

Exclamó Marco cuando cruzaba la puerta de vuelta al apartamento. 

─Oye Marco… ─Hiro se sentó en pose de flor de loto en el suelo mojado─. Me harás creer que no me odias si me cuidas así… 

Marco paró un momento y soltó lo primero que se le vino a la mente:

El amor es una derrota inminente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora