Día 1: Eye contact.

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Ezio x Altaïr

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Ezio x Altaïr

Sinopsis:

Por las calles concurridas de Venecia miles de miradas van y vienen, todas monótonas, todas comunes, menos una. Dorados como el cálido sol, pero fríos y distantes cual cazador. ¿Quién era esa enigmática figura acechando desde las sombras?

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Ezio Auditore se paseaba entre las calles de Venecia. Tenía el oído bien atento a lo que estaban hablando las personas, sobre todo los guardias, quienes parecían alterados desde esa mañana. Murmuraban cosas como: «Lo he visto, se ha ido por allá»; «no, estoy seguro que fue la dirección contraria»; «por ahí». Pobres, parecían al borde de la locura y la paranoia se vislumbraba a la perfección en sus ojos desorbitados vigilando, con el mismo temor de una presa acorralada, cada rincón de la ciudad. ¿Qué estaba pasando?

Una patrulla pasó marchando frente; uno de los soldados reprimió un grito de terror al detenerse y encontrarse cara a cara con él. Ezio lo vio confundido bajo las sombras de su capucha que apenas permitía ver el destello plateado de sus ojos. Hizo contacto visual de manera discreta, observando al guardia el cual estaba casi temblando en su sitio e igual de pálido que un muerto. Los orbes castaños rehuyeron de su mirada, se formó de nuevo al final de sus compañeros. Escuchó como susurraban algo de tenerlo vigilado, percibió su atención sobre él.

A Ezio le gustaba fijarse en los ojos de las personas. Con el tiempo había aprendido que las miradas decían más de alguien que sus palabras, e incluso que sus acciones mismas. Cuando su hoja penetraba en la suave carne de sus víctimas los veía directo a los ojos, leyendo sus emociones antes de que la inminente muerte los consumiera, muchas veces esos sentimientos quedaban grabados en los orbes opacos ya sin brillo, mostrando sus últimos momentos de vida en todo su esplendor, lo que pensaban o sintieron. A veces sin querer también hacía eso con sus colegas o incluso con las personas que se topaban en su camino, cuando no tenía nada mejor que hacer, se entretenía tratando de adivinar lo que pensaban los habitantes de Venecia, todos metidos en sus propios asuntos.

Anduvo otro rato. El sol del atardecer envolvía la ciudad, la brisa fresca acarició su rostro escabulléndose entre la capucha rozando con su piel. Quizás tendría que dar por terminado ese día, ya se encargaría de seguir mañana. No había conseguido mucha información puesto que todos hablaban de que algo tenía preocupados a los guardias y estos mismos solo musitaban disparates inentendibles la mayoría de veces.

Dio la vuelta en una esquina justo a tiempo para escuchar el barullo de la gente arremolinándose alrededor de un puesto de guardia. Curioso se acercó a ver que sucedía. El charco rojizo que comenzaba a abrirse camino gracias a las canaletas del suelo respondió sus dudas. Un asesinato, pero ¿de quién? Con más preguntas siguió su camino con discreción, una vez estuvo más cerca alcanzó a ver un cuchillo pequeño atravesando el cráneo del pobre tipo, aunque eso no era todo, una diminuta cruz rojiza colgaba de una fina cadena de oro todavía sujeta a su cuello. «¿Un templario?» Varios pasos comenzaron a escucharse, acercándose con velocidad a donde estaba. Temiendo ser inculpado se marchó del sitio dejando atrás los sonidos de las armaduras chocando entre sí.

Assassin's Creed: One-shots (Boy's love).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora