Capítulo 6

412 49 36
                                    

― ¡ELINA YA SON LAS SIETE!

El grito de Lei me hizo levantarme en seguida. Era la segunda vez que me hablaba para bajar a desayunar, y esta vez sonaba enojada.

― ¡YA VOY! ― molesta me levanté de la cama para abrirle la puerta y ahí estaba Lei nuevamente.

― ¿Te volviste a quedar dormida? ― pregunto entrecerrando los ojos.

― No ― era más que obvio que si lo había hecho.

Anoche acabamos nuestra "reunión'' a las once, fue todo un reto conciliar el sueño, me ardía demasiado el brazo y aunque Freyr se había encargado de esparcir una pomada por toda la herida aún dolía y era muy extraño verme una especie de tatuaje ahí.

Lei me miraba dudosa de mi respuesta. Estuvo cerca de comenzar a hablar nuevamente, pero fue interrumpida por el sonido de una puerta cerrándose, en seguida vimos a Freyr salir de su habitación. Él solo nos dedicó una mirada seria y comenzó a caminar fuera del pasillo.

― Buenos días para ti también ― le regaño Lei.

Freyr volteo a verla y esbozo una sonrisa bastante fingida y retomo su camino. Lei puso los ojos en blanco y retomo su conversación conmigo.

― Sé que te dormiste Elina, tienes la camiseta al revés ― señalo―. Como sea baja a comer, tus abuelos vendrán en diez minutos.

Un poco avergonzada entre de nuevo a mi habitación y me coloque bien la camisa, al voltearme quede viendo mi reflejo en el espejo. Normalmente siempre mantenía los espejos de mí alrededor tapados con alguna manta, porque me molestaba tanto ver mi reflejo en él.

Al verme me sentí un poco incómoda, había pasado mucho tiempo desde la última vez que me había visto en un espejo, había subido un poco de peso, eso era bueno. Mi cabello castaño que usualmente era muy largo ahora llegaba por debajo de mis hombros, mis ojos color miel ya no reflejaban cansancio y aquellas ojeras habían disminuido.

Viendo mi reflejo la vi. Aquella sombra que me atormentaba siempre, esa que me dejo tan mal la última vez, esta me saludo como si de dos viejas amigas se tratase. Rápidamente tome una sábana de mi cama y la tire por encima de este tapándolo por completo.

― Elina... ― La voz proveniente del espejo me hizo detenerme de inmediato ―. No lo evites, está dentro de ti... está dentro de ti...

Pequeños recuerdos invadían mi mente, la muerte de mis padres... las noches en el hospital... la escuela... Sangre... La cabeza comenzaba a dolerme, haciendo que cerrara los ojos fuertemente.

¡Ella... es la que está sufriendo Silas! El grito de mi madre me hizo enfocarme en un solo recuerdo ¡Tu hija también es la que aquí internada!

En cuanto abrí los ojos note que ya no estaba en la habitación, sino en un dormitorio de hospital, y lo recordaba tan bien.

Llevaba una semana en el hospital, luego del accidente en la escuela fui enviada aquí. Una Pequeña Elina estaba en la camilla de la habitación, todos creían que dormía y en realidad ella solo fingía estarlo. Recordaba con tanta claridad ese día, esas palabras...

― ¡Lo se Dánae! Pero tampoco es mi culpa ― respondió mi padre.

― ¿Y tú crees que es justo para ella? Tiene once años, once ― recalco Dánae, su voz se fue quebrando con cada una de esas palabras ―. Es una niña, es mi niñita.

― No fue su culpa, pero ellos no lo saben.

― ¡Claro que no lo saben! Siempre la verán a ella como la culpable, cuando claramente no lo es.

El Misterio De Los OchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora