Operación eliminar imágenes

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I

Emma pisaba el pedal del acelerador cómo si le fuera la vida en ello, mientras que Regina le daba indicaciones sobre dónde se encontraba la central de información de Storybrooke. En el casi año y medio que la rubia llevaba en la ciudad no había pisado más lugares que Granny's, la biblioteca y la comisaría, mientras que Regina conocía la ciudad cómo la palma de su mano. La había diseñado ella.

"¿Por qué crees que Sidney va a ser un problema?" preguntó Emma sin desviar la vista de la carretera. "Es... Sidney. Hará lo que tú le digas" se encogió de hombros con ambas manos en el volante.

"¿Recuerdas que te dije que Greg haría amigos en la ciudad?"

"Hm" asintió la rubia.

"Pues ayer le vi paseando por la calle principal con Sidney y Maurice" afirmó Regina.

"¿Maurice?" Emma se giró para mirar a Regina.

"El padre de Belle" aclaró.

"Mierda, tenemos que hacer algo sobre Belle" la sheriff volvió a posar la vista hacia el centro. "Está confusa y desorientada y Greg es el único que le da respuestas, si Gold no se equivoca cuando le den el alta empezará a trabajar con él"

"Lo sé, lo sé, pero me preocuparé por eso cuando no sea más importante que Greg consiga pruebas grabadas de mi magia. Ahora gira a la derecha" contestó la morena.

Emma giró el volante bruscamente y el coche dio una brutal vuelta a la derecha, provocando que Regina, sentada en el asiento del copiloto, se inclinara hacia la izquierda invadiendo un poco el espacio personal de Emma.

"Me he tomado la libertad de coger esto de tu armario" dijo Emma cuando el coche volvió a ir recto, poniendo su mano derecha en la guantera mientras con la otra controlaba el vehículo. Sacó un vestido rojo ceñido corto, muy corto. Un vestido que Regina hacía siglos que no se ponía. "Póntelo primero y mátame después" dijo Emma apretando aún más fuerte el acelerador, sentía que cada minuto que perdían era un minuto que ganaba Greg.

Superaban con creces el límite de velocidad y la rubia había estado a punto de golpear dos buzones de correo y a una señora mayor. Tampoco es cómo si fuera a pasarle nada, ¿a quién iba a llamar? ¿a la sheriff? Enhorabuena, ella era la sheriff. Regina cogió el vestido con dos dedos y miró a Emma incrédula.

"Me estás tomando el pelo" dijo con una ceja alzada.

"¡Vamos, Regina! Sidney es prácticamente tu perrito faldero, tú lo distraes y yo elimino las imágenes" otro giro brusco del volante provocó que Regina se golpeara con la ventana.

"¡Ouch!" exclamó y recogió el vestido del suelo del coche. "¿Este es tu plan? ¿En serio? ¿Y no has pensado cómo me iba a sentar a mí eso?"

"Regina, ahora de verdad no tenemos tiempo para esto" bufó Emma.

"¿Para qué? ¿Para preguntarme si me apetece vestirme ligera y provocar a un tío para solucionar un problema que te recuerdo... ¡tú has creado!?"

"No es cómo si fuera la primera vez que lo haces" soltó sin más, presionando con fuerza el freno y aparcando de cualquier manera. "¡Venga, póntelo!" la apresuró saliendo del coche.

Regina quedó totalmente en shock, boquiabierta y atónita, pero empezó a desvestirse dentro del coche. ¿Cómo podía estar pidiéndole eso? Había cientos de maneras de distraer a un hombre y esa era la primera que había pasado por la mente de Emma Swan, pero ni siquiera le sorprendía. Eso era lo único que los hombres siempre habían querido de ella. Había sido una ingenua al pensar que Emma sería diferente, que vería más allá. Ella era cómo los demás, pero no podía culparla. No conocía su pasado, no conocía su historia y no quería que lo hiciera. Tampoco le asombraba que no le importaran sus sentimientos, que le diera igual que pudiera sentirse incómoda con la situación, no eran amigas. Vivían juntas por compromiso, ilusa de ella creer que su relación con Emma podía durar, que alguien no iba a abandonarla, era todo falso. Ese momento hablando de su padre, compartiendo confidencias, era falso. Era una ilusión. Una ilusión que se desvanecía en ese mismo instante. Pasarían los 30 días y la rubia volvería al apartamento de sus padres, conocería a los Charming y se mudaría ahí con Henry. Y ella volvería a estar sola, cómo siempre había estado, como merecía estar. Cuando quiso darse cuenta ya se había cambiado y bajó del coche ante los insistentes llamados de la sheriff. Tenía demasiada prisa, ¿por qué le importaba tanto que Greg lo viera o no? Al final a ella casi no iba a afectarle. El pueblo podría aliarse y decidir entregarla a ella y a Rumplestiltskin, y Emma y Henry vivirían felices y tranquilos.

Operación Swan-Mills [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora