Una venganza frustrada y la realidad

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Nunca terminé de entender por qué a mí me tuvo que pasar todo esto, porque a todas esas fresas les toco una vida fácil y a mí esto.

No es que no estuviera acostumbrada o en todo caso resignada a mi actual vida, pero porque a mí, lo único que me mantenía en pie una vez que las clases de historia terminaran era que por gracia de Dios había llegado, no sé cómo a la cafetería, que para decir verdad era bastante moderna y la señorita que atendía era muy mona, incluso algunos de los chicos le coqueteaban, todos me miraban, típico, pero yo ya tenía planeada mi venganza contra las plásticas, me hubiera gustado que también con Cage, pero no esperaba que fuera tan imbécil, bueno mi plan no era tan genial que digamos, para nada un plan maestro pero en estos momentos era lo máximo que llegaba a hacer con mi estado de ánimo.

Que por cierto no tenía ni idea de cuál era.

Después de recoger mi comida y sentarme en una mesa sola, y comer un poco, llegaron las estúp… porristas, de la mano  de… de quién más se podía esperar de los chicos del fútbol americano, y adivinen encabezados por quienes, no es sea cosa del otro mundo, nada más y nada menos que de Joshua Cage y la rubia calabaza cabecilla de las “porristas”.

La rubia me dirige una mirada de odio, me resbala, la miro ignorándola y pasando la vista a Cage, se veía tan ridículo al lado de la plástica que la verdad es que no vale la pena siquiera hacer comentarios, lástima que estuviera al lado justo en estos momentos al lado de la rubia.

Sigue así Cage, vas a quedar como un cornudo en unos minutos, pensándolo bien, mi venganza iba a estar dirigida hacia los dos.

Bueno les narro rápidamente mi plan, como ya dije, nos cosa del otro mundo hasta el más torpe podría hacerlo (no es cierto), dentro de unos cinco minutos llegará un video a todos dónde se mostrará una foto muy compremetedora de la rubia con quien creen, bueno pues con quien creen que está, con el mejor amigo de Cage, con el rubio, el tal Daniel Gardner, él que me tope en mi primer día de clases, ese mismo.

Y ese es el preciso momento cuando las cosas empiezan a salir mal, estaba sentada esperando que pasara lo inevitable, cuando alguien me susurra algo en el oído.

–Hola–dice, volteo y es el rubio.

Hago como que no sé nada de lo que va a pasar.

–Hola–contesto.

–No te despediste, ni pediste perdón–dice, y comprendo lo primero pero no lo segundo. Algo está mal, tengo el presentimiento de que algo está mal.

– ¿Qué?

–Verás…mmm… ¿cómo te lo explico? –se sienta a mi lado–aquí hay normas, es cierto, estas pedida por Joshua, una lástima, pensaba ayudarte a zafarte, ya que soy el único con la capacidad de enfrentarse a Joshua o Cage como tú le dices–estaba a punto de interrumpirlo pero continuó– pero ya perdiste la oportunidad, que pena, escucha esto detesto a los soplones–no podía ser cierto, miré la hora ya debería haber llegado la foto, maldita sea–y esa foto no me gustó mucho.

–No sé de hablas–dije, no tenía manera de saber que era yo, la que intentó colgar una foto de él y la novia de su mejor amigo, pero fue frustrada.

–Verás te lo explico, yo tengo un hermoso aparato que bloquea todos las fotos, comentarios y cualquier otra cosa que se pueda publicar en la red, sin mi permiso–dijo y se me quedó viendo.

–Perdón, pero sigo sin entender –maldita sea no contaba con que el estúpido de en frente tuviera esa clase de tecnología.

–Sabes, ya me cansé–se paró– no te voy a dar otra oportunidad, así que no se te ocurra volver a intentarlo, ¿entendido preciosa? –Me coge de la cara y me susurra–o yo mismo me encargaré de acabarte.

La chica del tatuaje rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora