Amo a mi amiga

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Baje del taxi, ¿Por qué mi vida es tan complicada?, apenas bajé vi el carro de Robert, el típico carro último modelo, rojo, hermoso la verdad, pero no tenía tiempo para pensar en eso, saqué mis llaves, abrí la puerta y ahí estaba Robert, mirándome ¿divertido?, no imposible, ¿extrañado? ¿Pensativo?, no tengo idea.

—Hola—dije algo ¿tímida?, no cabe duda que mi cerebro está mal.

— ¿Hola?, voy a buscarte a ese maldito colegio, no te encuentro, vengo a este puto departamento, tampoco estás, te espero y me dices solo ¿hola? —dijo furioso, si esa era la palabra.

No es que fuera un monstruo, no, él me quiere, pero cuando se enoja era mejor no estar cerca, estaba claro que estaba enojado, y la verdad no tenía la culpa, siempre quedábamos para salir y se me olvidaba o no podía o siempre había algo por lo que no se podía dar, lo peor era que esta no era la excepción así que...

—Sí, hola—abrí la boca y para sorpresa dije eso a la defensiva— ¿tiene algo malo decir hola?

— ¿Qué no te das cuenta de todo lo que hago por ti?, y sólo me recibes con un hola.

—Perdón, me olvidaba que el caballero, el señor perfecto, siempre tiene la razón, y que todo el mundo tiene que hacer lo que se le plazca, realmente lo siento, pero para mí es normal decir hola, así que hola.

Se me quedó mirando, estupefacto, si él tenía su carácter cuando estaba enojado, yo era peor.

—Mira—respiró ya más calmado—sólo coge tus cosas y nos vamos ¿ok?

Iba a decir que no podía cuando Kyle, apareció con una bandeja de galletas y gaseosa, me miró, miró a Robert, luego de nuevo a mí.

—Perdón, no..., no era mi intención interrumpir, sólo traje galletas y gaseosa.

Dejo la bandeja en la mesa, no cabía duda que había escuchado los gritos, se me quedó mirando como preguntando si se tenía que ir o quedarse.

—Bueno..., sólo te tenía que decir que no puedo, no puedo salir, tengo un trabajo, fue de último momento—dije mirando a Robert.

Él sólo se me quedó mirando, cogió sus cosas, abrió la puerta, pero antes de irse volteó, me miró.

— ¿Sabes?, mejor lo dejamos aquí—y finalmente salió.

Kyle se acercó a mí, me examinó, yo estaba petrificada, a veces discutíamos, pero rara vez terminábamos, y digo rara vez porque cuando lo hacíamos terminábamos regresando.

— ¿No vas a ir tras él?

No contesté, cogí mis cosas y corrí hacia mi cuarto, mientras escuchaba el carro arrancar.

Claro que Kyle no se iba a quedar en la sala a esperar a que reaccionara o se ocurriera salir corrió tras de mí, yo la verdad sólo querría, aislarme, no llorar, no, rara vez lo hacía.

Sólo quería... quería hablar con alguien, sí, eso quería, así que dejé la puerta abierta para que Kyle pudiera pasar.

Ella cerró la puerta tras de ella, abrió la boca para decir algo, pero no la dejé.

—Sé que vas a decir, que soy una estúpida, porque no aprecio a quién tengo al lado, créeme, lo sé y... sólo quiero, sólo no quiero presiones.

—Ok

¿OK?, Kyle nunca decía ok, siempre me contradecía o me hacía saber que estaba siendo una estúpida, claro que me ayudaba porque por mi estupendo carácter, necesitaba a alguien que me ayudara a parar con mis impulsos.

Ahora la estupefacta era yo, me comprendía, amaba cuando me comprendía.

—Bueno ya sé que es raro que diga eso, pero no te quedes mirándome como bicho raro, es incómodo.

La chica del tatuaje rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora