Un completo Imbécil

79 4 7
                                    

– ¡Ya despierta! –Grita alguien–vas a llegar tarde.

–Ya, me estoy levantando–digo y veo a Kyle en frente mío.

– ¿Sabes que cuando dices “me estoy levantando” lo haces? –dice y me lanza las toallas–ve a ducharte, que es tarde–suspira–llevas más tiempo que yo y aún no te acostumbras a levantarte temprano, si no te apuras va a venir Marine y no la quieres ver, créeme amaneció de malas, y no hay nadie que la pueda soportar hoy.

–Ok, ya voy. Como si no estuviera de malas todos los días–digo y me levanto con pesar, cojo las toallas y me dirijo a la ducha.

–Sí, pero no hay de otra.

Me tomo mi tiempo, salgo y encuentro a Kyle enfrente mío, es mi compañera de trabajo, ya voy con ella dos años, yo siempre voy de encubierto y ella toma las huellas de donde las traigo, sólo cuando es necesario interviene y me acompaña.

Me mira, me estudia y habla.

–Y bien, ¿qué trajiste en tu primer día?, supongo que algo para mí.

–Por supuesto–cojo el suéter que traía ayer y se lo lanzo–cógelo, ahí están sus huellas en el espaldar.

–Ok, eso es lo que tienes que darme como compañera de trabajo, pero como amiga, deberías decirme que fue ayer, ¿ya te acercaste a él?

– ¿Importa?

–Claro que sí, eso indica cuanto tiempo estaremos aquí, y para que estén en el espaldar, tuvo que haberse acercado, ¿o me equivoco?

No digo nada, no quiero recordar lo que pasé ayer, por si no fuera suficiente hoy vendrá Robert, mi novio, entre comillas, porque si fuera por mí hubiéramos terminado hace bastante tiempo, pero me conviene estar con para asegurarme de que no me matarán en cualquier momento, cojo mi ropa y me voy al vestidor.

– ¿Podríamos cambiar de tema?

– ¿Y hablar de qué?, ¿de cómo tendrás que estar con Robert toda la tarde?, sé que te encanta.

–Y yo sé que no quiero morir, es la única manera de estar segura.

–Si él se entera que sólo lo haces por interés propio…

–Quizá me golpee y luego me obligue a estar con él por el resto de mis días, aunque ya ni siquiera me mire–digo y salgo del vestidor, dirigiéndome al tocador–sí sé lo que podría pasar y sé que también corro riesgo, pero es lo único que puedo hacer, para mantenernos a salvo, al menos hasta que encuentre el chip de data.

–Si es que existe, creo que arriesgas mucho por algo que ni siquiera estás segura de que existe–dice y nuestras miradas se cruzan, sé que en parte tiene razón, pero no me puedo rendir–ya estás lista deberías ir y procurar no llamar tanto la atención, para ser segundo día sería genial, dejar en ridículo a las porristas–dice imitándolas de forma graciosa, río–o simplemente, las sin cerebro, calabazas.

–Eso ya lo tenía planeado, sabes que no las soporto y siempre las humillo.

–Suerte con eso.

–Sabes que no la necesito, siempre consigo lo que me propongo–me pongo los aretes.

–Por cierto, ¿por qué fuiste con la gargantilla que decía Adriane? –Dice sosteniéndola–estaba en tu bolso.

–Se me olvido que mi nombre era Dayane–le quito la gargantilla y la pongo en el tocador–pero no problemas me di cuenta a tiempo, ya me voy–digo y salgo sin decir más.

Tomo un taxi como ayer, en el camino me doy cuenta de que olvidé el horario, o mejor dicho que Kyle se olvidó de colocarlo, no tengo idea de que cursos me tocarán, pero ya es tarde y no puedo regresar, por cierto también olvidé el celular, no sé a qué hora es.

La chica del tatuaje rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora