Cómo será todo?

3 0 0
                                    

Acabo de llegar, luzco normal comparado a los otros individuos.

Tengo puesta una camisa manga larga y un saco negro hecho a mi medida. Observo con detenimiento a los verdaderos enfermos mentales, los nervios se me han activado, y me recorren desde la pierna, hasta la nuca, y ya comienzo a sudar un poco.

-Estás bien?

-Sí, usted solo haga lo que tenga que hacer, y no me quite más mi tiempo.

Camino, analizando sigilosamente mi nuevo hogar, era peor que en las películas. No solo eran personas golpeando su cabeza contra las paredes, sino que algunas jalaban sus cabellos y otras escupían saliva por doquier en las celdas.

La persona más decente que encontré, se hallaba jugando ajedrez, tomé asiento allí. Pero...

-Oye, viejo, qué tal, noto que eres nuevo, quieres incluirte en el equipo conmigo?

-Claro, no estaría mal.

-De acuerdo, pero primero debes saber que soy el presidente de los Estados Unidos, y que si pierdes, deberás entregarme todas tus tierras.

De un brinco, me alejé atemorizado, sus ojos penetrantes como sombras perdidas me habían dejado impactado.

Aquel sujeto, se creía un intelectual y famoso presidente. Ya veo porqué está en este lugar.

No me sorprende no tener amigos. Después de todo, solo me iba a encontrar con gente sin sentido.

Ya que no llevaba ni una hora dentro, contemplé positivas razones por las que sería bueno hablar con esa gente.

1. Locos con locos se entienden.

2. Podría decirles lo que sea y no me demandarían.

3. Están tan fuera de este mundo, que si les cuento mi historia, no se asombrarán ni me denigrarán.

4. Son solo humanos, que un día fueron normales, y que por cosas de la vida, se alejaron del sentido cuerdo de las cosas.

Tomé asiento en un desteñido mueble gris, al lado mío, un loco creía estar gobernando las maquinarias nazis en la guerra de Alemania. 

No le di importancia, cerré mis ojos, y me quedé dormido.

Un loco y su realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora