Dos meses

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Llevo ya dos meses aquí, y todavía no me acostumbro.

Por miedo a la realidad, perdí tantas cosas. 

Entre ellas, mi familia, mi trabajo, y las ganas de prosperar.

Pero. Qué puedo hacer? Estoy totalmente agobiado, y es más, dentro de unos minutos me toca entrar al salón negro.

Le llaman así porque no tiene tejado, y toda el agua sucia del invierno cae por allí, así que nos obligan como tarea comportamental a limpiarla y a sacar la acumulación de musgos de las paredes.

Yo vine creyendo que iba a estar mejor, pero me llevé una sorpresa totalmente desagradable.

Ahora no hago más que extrañar a mi familia y una que otra vez, querer dejar de ser un loco, pero recuerdo que no puedo salir de aquí, así que dejo esos pensamientos a un lado.

Más tarde, mientras acomodaba mi rincón para dormir, atrapé una rata. Era blanca con diminutas manchas.

Creo que ella ha de tener una mejor vida, así que la dejé ir.

Solo es cuestión de pensarlo con detenimiento.

Esa rata, debía ser ágil y prepararse para enfrentarse a los obstáculos, porque sino, iba a ser pisoteada o convertida en alimento de algún gato callejero.

Al hacer esa reflexión, sentí como mi sangre fluía con rapidez, y mi corazón parecía dar un brinco enorme.

Yo debía ser esa rata! No quiero estar más aquí, quiero luchar para no ser aplastado o devorado por alguien mayor.

Pero. Cómo hacerlo? No había pensado bien las cosas, y creí que ser loco era la única solución.

Y es que, si es cierto, en gran medida ellos tienen una vida tranquila.

Pero, sin esa emoción, sin el miedo, sin el temor a fracasar, no seríamos humanos.

El propósito de vivir sería en vano, y no habría nada porqué llorar o tener ganas de triunfar.

Este loco, había llegado a convertirse, en un loco sabio.

Un loco y su realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora