Una visita inesperada

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Estaba viendo la televisión con el personaje que se creía presidente de los Estados Unidos. Cuando una voz en los parlantes me llama.

Al principio me asusto, luego trato de reducir mis miedos, pues no había hecho nada malo. 

-Sr Frank Berent, por favor acuda a la sala de espera.

-Supe enseguida que eso podría ser una visita para mí.  En mi mente ya sentía el abrazo cálido de mamá y las manos traviesas de Memy. Ansiaba verlas, con todas mis fuerzas, quería contarles todo lo sucedido y pedirles perdón.

Pero a lo lejos vi una silueta y no era parecida a la de mamá.

-Hola Frank, qué cambiado estás, parece ser que has bajado de peso, soy tu terapeuta, Anne, me recuerdas?

-Claro que sí, qué sorpresa, qué haces aquí, en qué te puedo ayudar?

-Vaya, son muchas preguntas para ser un paciente loco. 

Ella ríe un poco y me mira de una forma muy rara...

-Ah sí. -respondo.

-Frank, he venido hasta aquí. Ahora que me ves, no tienes nada que decirme?

-Sí, precisamente, quiero saber si puedo salir de aquí.

-Bueno Frank, tú sabes que eso puedo hacerlo solo viendo tu progreso y sabiendo como va tu mentalidad respecto a todo. Algo complejo, ya sabes.

-Doctora, debe ayudarme, yo todo el tiempo mentí, jamás estuve loco, solo quería huir sabe. Odiaba mis problemas y creí que aquí iba a estar mejor. Pero esto es un infierno, sinceramente no merezco estar aquí. Solo mire, observe, hay gente gritando estupideces y auto-mutilándose!

-Frank... Sé muy bien lo que pasó, en tus exámenes no había nada anormal en tu cerebro. Quise que vinieras hasta aquí, para que consiguieras lo que quisiste. Ahora ya sabes muy bien lo que pasan estas personas y que huir no es la solución.

-Completamente Doctora, estoy arrepentido, quiero empezar a ser otra persona, alguien renovado, lleno de fuerza.

- Lo entiendo perfectamente, Frank, mañana paso por tí a las 8, no olvides traer todo lo que has usado, tu ropa y pertenencias.

-Gracias Doctora, usted es muy amable, y me ha ayudado a comprender tanto, la esperaré!

Esa noche fue tan larga como la primera, al fin saldría, luego de dos años encerrado, estaría como cualquier persona, en un restaurante probando verdadera comida o en casa, viendo la televisión, sin que un loco al lado mío creyera tener poderes.

Estaba tan feliz, lo primero que empaqué, fueron los regalos, luego mis hojas sobre lo que había aprendido y mis pertenencias.

Sé que al día siguiente, todo iba a cambiar.

Un loco y su realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora