Ésta vez, no depende de mí.

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Después de largas sesiones de aprendizajes especiales, Anne, mi terapeuta, sabe que lo mío es fingido. Sin embargo sigue pendiente de mí, haciéndome creer que si lo estoy, eso me crea una contradicción terrible.

-Bueno, cuéntame tus síntomas de esta semana.

-Doctora, créame que veo fantasmas, espejismos, son como duendes corriendo sin parar, me marean, luego pellizcan mi piel y se van. También me dan arranques de furia, ya he despedazado por completo el jardín, aplasté las flores e hice un hoyo para enterrarme allí cada vez que regresan esos seres pequeños de los que le hablo.

-Entiendo, ahora podrías decirme, porqué te persiguen?

-No lo sé, tal vez cuando nací me colocaron una especie de marca identificadora para pertenecer a ellos, se lo juro Doctora, debe ser incomprensible todo esto, pero debo huir, antes que regresen a media noche y acaben nuevamente con la comida de la nevera y desbaraten y muerdan las sábanas de la cama.

-Está bien, lo asumo, entonces. Huir... Siendo sinceros, Frank, lo que necesitas es que autorice tu solicitud de interno?

-No es su obligación Dra, usted solo vea lo mejor para mí.

-Claro, entonces prepara tus cosas, enviaré a un asistente para que se encargue de ingresar tus papeles en una clínica de internación mental que conozco. Una de las mejores.

Afirmativamente, había renunciado por voluntad propia, ya era todo un loco, mi familia estaba enterada de lo que sucedía, pero no les permitían verme por su seguridad. La Doctora era muy profesional, y tal vez yo no sabía mentir muy bien. Lo cierto, es que conseguí lo que quería, y en unos minutos, ya estaría dentro de unas paredes frías y hospitalarias, donde solo existen locos y enfermeras.

Me pregunto si las enfermeras a veces no quieren ser locas, o si la locura acaso no es contagiosa.

No es lo mejor, pero al menos me salvaba de lo triste que era la vida conmigo. 

Un loco y su realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora