𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝𝐡𝐨𝐨𝐝

1.5K 90 319
                                    

Las velas era la única iluminación en la gran sala, las serpentinas estaban maltratadas y algunas en el suelo, todas las sillas se encontraban vacías, no había mantel, no había otros platos, no había nadie, solo un pequeño pre adolescente sentado en medio de la larga mesa destinada a banquetes.

El candelabro parecía que caería en cualquier momento, el cielo anormalmente nublado en primavera le recordaba que todo eso, sucedería siempre.

A Nagito no le gustaba su cumpleaños.

Eran fúnebres, con mala suerte, y ¿Para que celebrar algo donde el sería el único participante? Era tonto, solo se sentaba ahí, como una muñeca en vitrina, frente al pequeño y desastroso pastel de empalagoso olor pero que se encontraba quemado bajo esa gruesa capa de glaseado, y seguramente la cocina no sería como un chiquero si es que su "niñero" no se hubiera ido, y es que tenía familia una a la cual debía cuidar y proteger, tuvo que irse de prisa al recibir la noticia de que uno de sus hijos estaba gravemente enfermo.

A Nagito le gustaría tener familia.

En sus libros siempre se planteaba la perfecta familia, dos mellizos, un perro y dos padres amorosos, era un cliché, pero era la única idea que tenía sobre lo que era una familia, ya que la suya murió cuando aún era muy joven.

Odió su séptimo cumpleaños.

La esperma de las velas caía tan rápido como sus lágrimas, uno manchando el glaseado y otro la mesa de ébano. ¿Estaba destinado a qué todos a su alrededor se fueran? ¿Qué murieran tan trágicamente? Los años pasaron tan, tan lentos, después del accidente, solo tuvo una pequeña mala suerte cada semana, lo consideraba mínimo pero algo molesto, le parecía un milagro que su niñero no hubiera desaparecido ya.

Nagito aprendió demasiado pronto sobre la muerte.

El candelabro finalmente cayó, partiendo la mesa en dos y tirando el pastel a algún lugar de la amplia habitación, los cristales aturdieron sus delicados oídos, no estaba acostumbrado a tal ruido, el silencio siempre fue su mayor compañía y no se quejaba, así podría leer tranquilamente, antes de la muerte de sus padres, se ponía en una esquina a leer, el bullicio de las charlas, el choque de copas y el jugueteo de otros niños lo ponían nervioso.

"Es un niño muy tímido, le cuesta acostumbrarse a gente nueva." Había dicho su madre a un socio que tenía trillizos.

No salía a jugar por su condición tan enfermiza, alergias en primavera, delicadeza con las temperaturas, y por culpa de eso, no tenía amigos, iba a una escuela cara, varios niños ahí eran envidiosos, caprichosos, o se creían demasiado, pero nunca protestó.

"Si tú no les haces nada, ellos no harán nada contigo." Dijo una de sus sirvientas que lo había llevado a la escuela en su tercer día, no era fuerte, en lo absoluto, no era intimidante por su pequeña estatura, y sus mejillas eran jaladas suavemente por las profesoras.

A Nagito no le gustaban sus pecas ni su cabello castaño rojizo.

Siguió el consejo de la sirvienta, que, lastimosamente, no funcionó, al cumplir seis años, fue algo acosado, molestado y hasta le llegaron a hacer bullying en muchas ocasiones por su apariencia, se burlaban cuando quería llorar, reír, opinar, hablar, y hasta tiraban de sus rizos en clases, a escondidas de los profesores.

Nagito no quiso volver después del accidente.

Su niñero no lo permitió y, cambiando bastante su apariencia, lo mando a ese feo lugar.

Esa vez, estaba en paz, leyendo en la biblioteca, hasta que un grupo confirmado de tres niños y una niña, (que al parecer era la líder) lo empujaron contra los estantes, lo dejaron en el piso, con hematomas en los brazos, y un fuerte sonido, junto a muchos gritos, se hicieron presentes en el silencioso lugar, levantó la mirada, el estante de enfrente se había caído sobre dos de los niños.

『𝐎𝐧𝐞-𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬』 ❛𝑯𝒊𝒏𝒂𝒌𝒐𝒎𝒂/𝑲𝒂𝒎𝒖𝒌𝒐𝒎𝒂❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora