『𝐎𝐧𝐞-𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬』 ❛𝑯𝒊𝒏𝒂𝒌𝒐𝒎𝒂/𝑲𝒂𝒎𝒖𝒌𝒐𝒎𝒂❜

𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 𝑹𝒐𝒋𝒂 𝑻𝒆𝒏̃𝒊𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑨𝒛𝒖𝒍

(2/2)
_____________________

— Estás listo, ¿Verdad? — En cuanto Nagito recobró mejor su respiración, Hajime lo acomodó en la cama y ordenó alguno de sus rebeldes mechones de cabello, y ahora el albino estaba jugueteando coquetamente con el elástico de las medias, pero respondiendo a su pregunta, asintió.

— No quería hacerte esperar por una dilatación cuidadosa Hinata-kun, pero... Se que te gusta meter tus dedos en mi — la pequeña risita encantadora de Komaeda llena la silenciosa habitación, era casi un motivo suficiente de distracción por lo que acababa de decir, las palabras llegan como tormenta a su cerebro y calientan sus mejillas.

Bien, unas simples palabras no debían ponerlo así, no si ya había pensando descaradamente en todo lo que le podría hacer a Nagito esa noche, hasta amarrarlo y torturarlo con toques insuficientes, hasta a mantenerlo lleno de atenciones que podrían agotarlo enormemente. Ambas suenan tentadoras y tenía toda la noche para experimentar más.

Con un suspiro que reprime su ligera gracia, se estira para alcanzar el primer cajón y sacar la botellita de lubricante que ya estaba casi agotándose, y cree con firmeza que debería de haber un mayor control en... Sus actividades.

— No me molesta prepararte, y-ya sabes... Haces unos lindos sonidos y..., Tu, tu siempre te ves hermoso — le cuesta a medias sacar mayor lubricante, empezando a frotarlo en sus dedos para calentarlo y no darle incomodidad a su linda nubecita, que se acerca a él y rodea su cuello con sus brazos, esparciendo tiernos besos por su rostro, enredando sus pálidos dedos en las, habitualmente, desordenadas hebras castañas.

Se separa rápido y se arrodilla lo mejor posible en la cama, su mano verdadera tocando algo que no puede ver hasta que levanta la camisa que usaba, revelando una lencería apretada del mismo color de las medias, pero con pequeñas rosas de un tono más oscuro como estampado, el bultito en la entrepierna siendo notable por las bragas que apenas realmente cubrían, pero solo daban toques más apetitosos a la lechosa piel que se mostraba enfrente suyo.

Hasta se sentía babear un poco.
Dios, Komaeda se metió en graves problemas al despertar al monstruo alojado en su interior, no creía poder controlarse cuando llegue ese momento.

— Me da un poco de pena quitártelos. Te lo acabas de poner, ¿No?

— En realidad, los estaba usando desde un poco antes de ir a la playa, era un poco difícil ponerlos.

Nagito se inclinó y bajo lentamente la lencería que usaba, enrollando los moños en sus falanges hasta quitárselos por completo, Hinata no tomó mucha importancia al lugar donde pudieron caer, solo concentrándose en la preciosa figura de Komaeda.

El albino gateó hasta él, sentándose en su regazo y besándolo con lentitud, lamiendo los labios ajenos para luego morder con cuidado de no lastimar, el suertudo siempre era así, en ocaciones teniendo miedo de tocarlo por la posibilidad de hacerle daño o "ensuciarlo con LoQueSea", Hajime se había encargado de borrar ese tipo de pensamientos, pero tantos años de auto desprecio no serían borrados en solo un par, pero tendría y siempre tendrá la paciencia para hacer que Nagito vea más haya de la oscuridad en la que se sofocaba constantemente.

En el beso, Hajime dirigió sus dedos aún resbaladizos con el lubricante, frotando un dedo contra el tenso anillo, el albino se separa y apoya el mentón entre la hubdidura del hombro y cuello del moreno, jadeando en cuanto el dígito se deslizó con facilidad por su relajación y costumbre, se hunde hasta el nudillo, moviéndose en embestidas circulares, lentas, casi masajeando sus sensibles paredes que se contraen por un particular patrón que Hinata hacía. La mano libre del castaño se pases de sus caderas, hasta su pecho, apretando los pezones ya endurecidos sin haberlos tocado, masajea la aureola, para después hacer un pequeño bultito en el pecho para inclinarse y capturar uno de los botones rosaditos, chupando y succionando con dureza.