10. Weird

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Veronica

Después de optar por ponerme un pantalón casual de algodón color beige junto a una blusa de manga corta blanca y unos flats, salgo de mi habitación, dispuesta a soportar lo que sea que vendrá. Así que antes de abrir la puerta, respiro profundo e intento tranquilizar mis nervios, poner mi mente en blanco y estar en calma para poder soportar sin fracasar en el intento, a los dos gorilas que me esperan fuera de mi cuarto.

De inmediato cuando abro la puerta de mi habitación, me esfuerzo por agudizar mi oído y así poder detectar todo lo que sea que se estén gritando esos dos, sin embargo, no escucho nada; ni una sola grosería, ni una sola maldición, ni un sólo grito o amenaza de muerte.

¿Qué está pasando?

Frunzo el ceño conforme avanzo en dirección hacia la sala de mi casa y me es imposible no sorprenderme cuando frente a mí me encuentro a un Archie sentado en un sillón de la sala, y a un Chad sentado en el otro sillón de la sala, justo frente a Archie, y en medio de ellos dos se encuentra un sillón de una única plaza, vacío.

Weird...

Archie y Chad se observan fijamente, sin embargo, no lo hacen con odio, con molestia, como si quisieran arrancarse la cabeza; todo lo contrario, se observan con neutralidad, como si frente a cada uno de ellos estuviera un completo extraño que no volverán a ver después de ese día, como si los dos estuvieran en la sala de espera de un consultorio médico y simplemente se observaran para poder descifrar quien de los dos va primero.

No hablan, ninguno ha dicho una sola palabra desde que salí de mi habitación. Los dos tienen la boca cerrada, sus labios formas líneas rectas y algo tensas, pero no parecen como si en cualquier momento fueran a decirse palabras de odio o deseos de muerte.

—¿Está todo bien?— pregunto con curiosidad y extrañeza mientras me acerco a los dos con cautela, teniendo mis reservas de que tal vez y sólo tal vez están reponiendo fuerzas, están reuniendo artillería pesada y armamento, para en cualquier momento volver a saltar para atacarse mutuamente, y ese momento es aquel en el que aparezco yo, es decir, justo ahora.

—Claro, Vero– Chad es quien habla mientras voltea a verme como si se tratara de un robot programado, lo cual logra causarme mucho más extrañeza y hasta miedo– Archie y yo decidimos mientras que tú te vestías, que los dos nos comportaríamos de la manera en que nos pediste. Los dos sabemos por todo lo que estás pasando justo ahora, así que te entendemos y queremos dejar de ser una molestia para ti, por eso Archie y yo– él voltea a ver al pelirrojo el cual no le quitó la vista de encima ni un segundo mientras me daba una introducción de lo que sea que esté pasando– decidimos que no pelearíamos y en vez de eso, nos comportaríamos como los hombres que somos.

—Espera, ¿qué?— me es imposible no preguntar incrédula mientras frunzo el ceño con demasiado asombro, por lo que en ese momento, Archie voltea a verme y me regala una pequeña sonrisa mientras asiente.

—Chad necesita hablar contigo, al igual que yo– en esta ocasión, mi pelirrojo es quien habla– así que los dos sabemos que tú solo accederás a hablar con nosotros si ves que dejamos de pelear y dejamos de actuar de manera inmadura y estúpida; por eso los dos seguimos aquí, dispuestos a hablar contigo de la manera en que debe de ser; sin celos de por medio, sin malas palabras, sin intentos de agresión ni nada similar.

—¿Es enserio?– pregunto sin poder ocultar mi incredulidad, sin embargo, intento ocultarla cuando veo la manera en la que los dos me miran, como si no les agradara lo que les acabo de decir– lo siento pero me resulta imposible creer que de un momento a otro ustedes ya no se quieren sacar los ojos ni matarse mutuamente.

—Pues créelo, preciosa, porque así es– Chad es quien habla con una sonrisa, sin embargo, al sentir la pesada mirada de Archie, borra su sonrisa y se aclara la garganta– lo siento, olvidé que acordamos no decir nada de apodos o cumplidos hacia Veronica mientras habláramos con ella para así actuar de manera justa y Veronica fuera imparcial– se disculpa con Archie pero en un segundo vuelve a dirigir su mirada hacia mí– lo siento, la costumbre– una vez más me vuelve a sonreír, y por un segundo se forma un silencio un tanto incómodo, por lo que una vez más Chad se aclara la garganta– bien, Veronica, ¿puedes tomar asiento?, por favor.

Luz [Varchie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora