Capítulo 16 | Una distraída aventura

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— Despierta, despierta, vamos. — Pacífica se había quedado dormida sin más, yo quien nunca podría conciliar el sueño en estas circunstancias vi pasar las dos horas en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo ella se quedó babeando su almohada, ¿Tanto le gusta dormir? Que linda se ve.

— Cariño, déjame dormir más. — La chica reaccionó girando hacia el otro lado de la cama, sujetando otra almohada de menor tamaño con sus brazos, en pocas palabras, era de las chicas que le costaba despertar. — No me molestes.

— ¡Pero Pacífica! Me dijiste en dos horas, diablos. — Refunfuñé, me levante de la cama y me metí al baño a preparar mis cosas para salir, desde el baño pude oír un bostezo largo de la Noroeste y un rechinar de la cama al levantarse. — Al fin.

— Que molesto eres. — La chica se metió al baño con una expresión somnolienta, posiblemente seguía media dormida, hasta que... en un intento inocente de reacción, los dos nos incomodamos por lo que estaba pasando, Pacífica se había metido al baño y había procedido tranquilamente a quitarse la blusa y el pantalón, dejando al descubierto su ropa íntima.

— ¡¿PERO QUE HACES?!— Mis latidos se habían alborotado, no pude evitar tapar mi vista con mis manos pero aun así la tentación era más fuerte que yo, ya sea por poco pero pude ser espectador de su hermosa figura, ella reaccionó a mi regaño y despertó por completo, entendiendo lo que estaba haciendo de manera inconsciente.

— ¿Dipper?— Ella miró su ropa en el suelo y reaccionó furiosamente, apretando los dientes y ofreciéndome una patada que me sacó del baño, cerrando la puerta con fuerza. — ¡Pervertido!

— ¡Pero si ha sido culpa tuya! Has entrado al baño media dormida cuando yo ya estaba allí dentro. — Tuve que terminar de cambiarme de ropa afuera del baño de la habitación, sin algo que no podía negar por nada dentro de mis pensamientos. — Que hermosa es.

— ¡Silencio, olvida lo que ha sucedido y ya! — Exclamó nerviosamente desde el baño.

— Te aseguro que no podría. — ¿Pero qué cosas digo?, ni Pacifica se lo esperaba porque quedo en un rotundo silencio, hasta que salió a los treinta minutos después.

— Estoy lista. — La hija de los Noroeste había salido del baño al fin, luciendo un bikini muy hermoso, de color negro que resaltaba muy bien con su linda y suave tez blanca, había recogido su cabello y traía un pequeño bolso con sus cosas.

— Te ves bien. — Quedé atónito por unos segundos, sin duda alguna ella tenía lo necesario para ser modelo de revista.

— Gracias, no esperaba menos. —Sonrió feliz y de manera presumida. — ¿Nos vamos?— Preguntó con autoridad, al sacar de su bolso unos lentes oscuros para sol y ponérselos.

— Si.

— ¡Genial! ¡Nos divertiremos! ¡VAMOS!— Tomó mi mano y me arrastró con ella hacía fuera de la habitación, salimos del conjunto de habitaciones hasta las instalaciones de la Piscina, aún tomados de manos, cualquiera que nos veía nos catalogaría por simple vista que somos una pareja de jóvenes idiotas, y aunque de momento eso no sea real, ¿Qué más podría pedir? Nunca había estado en una situación similar, de alguna u otra forma estaba animado y feliz, con entusiasmo de cumplir mi misión.

— ¿Deberíamos entrar ya?— Pregunté con recelo, pero al buscarla con la vista, encontré a Pacífica muy acomodada en un sillón de bronceado.

— Aún no, tienes algo que hacer primero, esclavo. — Recitó ella, mientras estaba acostada de espaldas, bajo una sombrilla alta que protegía del sol, cabe decir que el calor estaba en su máximo esplendor.

— ¿Qué quieres que haga? ¿Un masaje? — Bromeé con recelo.

— Algo así, pero con esto, ven. — Sacó unos protectores solares y me los dio sin más.

— ¿Entonces puedo tocarte?— Hablé en doble sentido, lo que imagino que entendió perfectamente.

— Si, pero sí te pasas de listo lo pagaras, así que apresúrate, mi hermosa y delicada piel te necesita. — Suspiró la chica para relajarse por completo, exponiendo su espalda y su parte baja para que Dipper le aplicara el protector.

— Como ordene señorita. — Me senté de rodillas para estar más cómodo al masajear la piel de Pacífica Noroeste.

— Sí lo haces bien me tomaré enserio la tarea de contratarte.

— Quisieras.

Al entrar en tacto con su cuerpo, comencé a sudar frío pese a la condición calurosa del clima, la piel de Pacífica era tan tersa y suave que producía una rara sensación en mí, usando mis dos manos comencé por su espalda y me moví ágilmente hasta la zona de su cuello y hombros, lo cual me hizo acercarme más y por ende empeorar mi nerviosismo, era mi primera vez en esto y lo estaba disfrutando, aunque Pacífica no decía ni una palabra, solo soltaba leves resoplidos por el calor, entonces luego de frotar mis manos por su figura, pensaba en haber terminado pero fui regañado.

— No has terminado, faltan las piernas y la parte frontal, ¿Nunca has hecho esto Pines? — Ella giró su cabeza mirándome de reojo con algo de desesperación.

— La verdad no, aunque siento que sería algo incómodo. — Comenté con un poco de vergüenza.

— Bueno, déjame a mí, qué más da. —Ella optaba por levantarse pero no contaba que la iba a detener, coloqué mi mano por su espalda baja y la mantuve contra la silla.

— ¿Crees que te voy a dejarlo a medias después que me hayas regañado? Terminaré con esto como se debe. — Aclaré la situación, lo que la sorprendió y la hizo reír para luego ceder.

— Eres una caja de sorpresas Dipper, no me decepciones. — Se recostó con una sonrisa ganadora, mientras que yo comenzaba a aplicar el protector por lo largo de sus piernas, para luego proceder por su lado frontal.

— Es cierto que Dios aprieta pero no ahorca, espero que mis sentidos no fallen. — Comenté para mí mismo ya que estar haciendo esto me descontrolaba un poco la juventud, así que tomaba todo el aire que necesitaba porque sí seguía así iba a morir.

Mientras que, en el otro lado de la piscina, en una extensión de sillas parecida en la que estábamos, una curvilínea mujer con gorro playero y gafas enormes, que tomaba sorbos de un cóctel decorado con un trozo de limón, curioseaba con la vista y con la cámara de su celular nuestra ubicación, tomando unas fotos de lo que acontecía en nuestro lado.

—Ushhhhhhhh. — Sonido de un largo sorbo. — Esto es más interesante de lo que esperaba, mi diversión en este lugar estará garantizada con esos dos aquí, de eso estoy segura, al final mi presa nunca escapa de mí.

La chica disfrutaba de su cóctel mientras sonreía de oreja a oreja sin motivos claros, dejando su teléfono reposar en una pequeña mesa que acompañaba el asiento, el cual quedo en una pantalla bastante interesante: "Enviado." 

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora