Capítulo 5 | Empieza la cita

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/Transcurso del Día 1. /

Inesperadamente partimos de la cabaña del misterio y aquí estamos en el centro comercial, en un principio estábamos nosotros tres, Mabel, Pacífica y yo, pero ... A mi linda hermana se le ocurrió una idea muy sugestiva, creó una excusa para dejarnos a solas y luego se fue con una sonrisa nada convincente, ahora... Tendré que poner de mí parte para no arruinar mi momento a solas con pacífica, ¿Qué tan difícil puede ser esto para mí?

—¿Qué te parece el comportamiento de Mabel? —Pregunté a mi compañera.

—Bueno... Algo extraño, pero siempre lo ha sido, ¿No? — Pacífica respondió con risas, al parecer el comentario si le hizo gracia.

—Sí, supongo—Le hice compañía en risas a ella, realmente verla sonreír de tal forma me hacía sentir muy bien, es difícil explicar, pero, si yo podía seguir viendo eso a diario, de seguro sería capaz de cualquier cosa en mi vida.

—Dipper, ¿Te parece si vamos por unos helados? Ya que Mabel no está. — Pacífica sugirió ir por unos helados, realmente yo no sabía que decir ya que nunca esperé vivir tal situación, solo pude desviar un poco la mirada y responder con recelo.

—¿Estás segura? —Agregué con desconfianza, pero al ver nuevamente su mirada dudé un poco, fui cautivado totalmente por su belleza.

—¡Cielos! ¡Claro que si tonto! Estamos en una cita ¿Recuerdas? Puedes aprovechar para...—Ella por momentos parecía estar regañándome, pero al darse cuenta de lo que dijo ella no pudo evitar ponerse nerviosa, la intrépida y ególatra de Pacífica Noroeste había desviado la mirada de mí y volteó a mirar por inercia hacia el otro lado para esconder sus gestos, aunque fue por poco, pude notar como se veían sus mejillas sonrojadas, sin duda alguna tengo suerte de estar acompañado por tal chica inalcanzable. —Para...—Ella desvió nuevamente la mirada hacía el suelo tratando de recobrar la normalidad, ¿Realmente ella está bien? Pareciera que aún está nadando en pensamientos que son como tiburones. —¡Para que no hagas el idiota cuando salgas con quien te gusta! —Aseveró con fuerza mientras cerraba los ojos.

—Ah, eso—Suspiré hondamente de manera triste, Pacífica solo se estaba esforzando así para que yo pudiera tener idea de cómo actuar con la ficticia chica que me gusta, si tan solo supiera que esa chica de la que ella habla está frente a mis narices regañandome.

—¿A qué viene ese ánimo? Deberías ser más apasionado cuando hablas de la persona que amas. —Pacífica parecía estar molesta mientras hacía un puchero, sin embargo, yo tomé la valentía de tomar su mano desprevenidamente y jalarla conmigo hacía donde ella quería ir, el puesto de helados.

—Vamos. —Tomé la mano de Pacífica y la llevé conmigo, aunque yo no mostraba nada, realmente me sentía extasiado, su mano era muy suave y cálida, con una sensibilidad muy tersa y refinada, yo intenté controlarme gracias a lo que ella me recomendó, que no actuara como un idiota porque puedo echar a perder todo, así que si es por ella me esforzaré, porque si fallo su vida estará en juego y nunca me lo perdonaría. —

—Okay. —Ella respondió y asintió con la cabeza, aparte que estaba algo cabizbaja murmurando cosas inentendibles, si me preguntaran, creo que estaba recitando maldiciones en idiomas extraterrestres.

Llegamos a la heladería, hicimos nuestros pedidos y elegimos una mesa para comer y platicar. Realmente nunca pensé vivir estas experiencias con ella, pero, al estar sentado frente a frente con ella un vago fragmento de mi memoria llegó a mi mente, se trataba de los momentos extraños que convivimos en la mansión Noroeste y del hecho que empecé a enamorarme de ella desde ese día, hace cinco años aproximadamente, la vi disfrutando de su helado y torpemente sonreí como todo un zopenco mientras fantaseaba en mis pensamientos, ella se dio cuenta y me miró de forma encantadora y llena de gracia.

—Dipper, ¿Acaso eres un niño? Tienes la nariz sucia de chocolate—Ella estalló de risa para luego mirarme fijamente.

—¡Eh! No lo sabía, déjame limpiarme. —Reaccioné torpemente y moví mi cabeza para todos lados, parecía un ventilador de esos que giran, regresan y vuelven a girar.

—No te preocupes, déjamelo a mí. —En eso Pacífica me tomó con la guardia baja, ella se montó un poco en la mesa, se acercó a mí y con un pañuelo que sacó de su cartera me frotó de manera muy suave la nariz, yo no sabía qué hacer, y como dije anteriormente, ¡Ella me tomó con la guardia baja! Sentí como mi cara hervía y mi rostro se ruborizaba, era mucho para mí. —Listo, he terminado.

Como cosa extraña, sentí en mi rostro la cálida respiración de Pacífica y su increíble olor, ella olía muy bien, si pudiera describirlo, sería como una visita a un celestial jardín de manzanas, más allá de eso, ella olía mejor que el chocolate de mí helado, pero realmente yo no tenía tiempo para pensar con claridad estas cosas, estuve a centímetros de la hermosa mirada y rostro de Pacífica y me congelé torpemente, así como si mis sentidos abandonaran mi cuerpo—¿Realmente esto está bien? 

—Supongo que sí, nadie nos descubrirá si hacemos esto—Ella se refería al hecho de montarse en la mesa, lo que estaba prohibido, sin embargo, yo como chico lo malentendí y caí directo al abismo.

—Mrd**—No pude soportar la pasión que estaba desarrollándose en mi cuerpo y mi control total cayó, haciendo que yo también cayera con él y con la silla en la que yo estaba sentado.

—¡Dipper! ¡¿Estás bien?!—Preguntó Pacífica quien estaba muy nerviosa y asustadiza, quien me echó un vistazo desde arriba de la mesa, mostrando preocupación en todo momento.

—Sí, solo necesito un segundo. —Dije al palmear mi rostro mientras moría lentamente por la vergüenza, Realmente necesito audacia para seguir con esto.

Allí fue cuando nuestras vidas cambiaron por completo y tomaron poco a poco el impulso que tenían que tomar desde hace tiempo.

—Dipper—Preguntó Pacífica quien ahora me miraba con algo de sospecha, pero no precisamente a mí, sino a algo que le había llamado la atención que no había visto antes.

—¿Si? —

—¿Por qué tienes un tatuaje tan extraño en tu mano? —Preguntó la rubia de manera muy investigadora e indiscreta. —

—¿¡QUE!?—En ese momento me di cuenta que no me estaba tomando las cosas suficientemente en serio, Pacífica es capaz de ver lo que nadie ha podido ver, ni siquiera Mabel, eso significa que la maldición como tal es real y hay muchas cosas que he ignorado hasta ahora, fue en ese entonces que apreté mis dientes con fuerza y le di forma a mis sentimientos, esos que intentaran salvar a Pacífica a toda costa.

—Pacífica, ¿Te parece bien si vamos juntos al cine hoy en la noche? Me gustaría mucho. —Conocí una parte de mí que hasta ahora pensaba que carecía, le hice una propuesta inesperada a la chica más enojona, creída y egocéntrica de toda la región de Oregon, la misma de la que torpemente me he enamorado con el paso de los años.

Pacífica tragó saliva y estaba sorprendida, sus mejillas se tornaron rosadas y su mirada estaba estancada como nunca la había visto antes. — Supongo que también me gustaría. —

Era mí momento de actuar como un hombre y hacer lo posible para salvar a esta chica, aun así, si tengo que cambiar mi forma de ser y actuar más egoísta lo haré, mi meta ahora será cuidar de ella pase lo que pase, juro que no te dejaré ganar Bill.

Sin embargo, pensé que ella olvidaría lo que había visto en mi mano, no era tan descuidada como yo pensaba que podría serlo.

— ¿Por qué esa extraña marca en su mano me da una sensación familiar? 

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora